Y celebramos un nuevo 5 de junio, como el Día Mundial del Medio Ambiente…. y los puntos suspensivos no dicen nada, pero a la vez dicen mucho…
Cada día podemos ver diversos problemas y conflictos ambientales a lo largo y ancho de «nuestro querido y contaminado planeta». Algunos locales, otros regionales y también los globales, siendo acaso el mayor de todos el calentamiento global y sus graves consecuencias.
Y aquí quiero detenerme respecto a los problemas y conflictos ambientales en cuanto a su génesis, es decir, por qué asistimos a su presencia entre nosotros. Y es que son producto justamente de nuestra forma de ver y pensar nuestra sociedad.
Y sin extenderme mucho analizar tan solo que el principal problema, acaso sea, la forma en que «pensamos» el concepto de desarrollo, de desarrollo «sostenible». Cuando debiera reformularse y pensarse en términos de sustentabilidad y no de sostenibilidad, porque de lo contrario realizamos «una reducción» de todos los procesos naturales, la vida en todos sus conceptos, a la economía, en una relación de producir más, para crecer más, para…. que unos pocos acumulen más…
Y el acento sobre la sustentabilidad, en oposición al de sostenibilidad, por más que muchos téoricos quieran asimilarlos como sinónimos cuando no lo son, se funda en conceptos de la sociología ambiental y de la economía ecológica. Es decir, en aquellos indicadores que explican precisamente como nos comportamos en nuestra relación sistemas sociales – sistemas naturales. Y pensando la sustentabilidad desde su concepción «fuerte», en términos justamente de la economía ecológica.
Y aquí creo presenciamos el principal problema…..
Para concluir, o quizá para INICIAR, el Dr. de Bioquímica Van Rensselaer Pötter, ya en 1971, descubría en la la bioética como una ciencia de la sobrevivencia del hombre en el ecosistema. Y en este sentido es urgente para la supervivencia del ser humano, y para implementar la calidad de vida, una nueva visión que proporcione el conocimiento acerca de cómo usar el conocimiento. Nosotros necesitamos desarrollar la ciencia de la supervivencia, y esta debe comenzar con una nueva clase de ética: la bioética.