La Arquidiócesis de Bahía Blanca, territorio de la Iglesia católica que incluye a 17 distritos del sudoeste bonaerense, celebró este sábado 20 de abril su nonagésimo aniversario con una misa que se llevó a cabo en la Plaza Rivadavia de la ciudad cabecera de la región.
Presidió la celebración el arzobispo Fray Carlos Azpiroz Costa, acompañado por monseñor Jorge Wagner, acutal obispo de Comodoro Rivadavia; Néstor Navarro, obispo emérito, y por sacerdotes de las distintas parroquias bahienses.
Se destacó la presencia del intendente Federico Susbielles, quien asistió acompañado de su esposa e hija, y de autoridades civiles y del Ejército.
Un marco colorido y alegre mostró la jornada apacible del sábado en la plaza central bahiense, desde las primeras horas de la tarde y luego de la liturgia hasta el anochecer, entre música, tortas y mates compartidos en un ambiente que calificaron como «hermoso y esperanzador».
«Lo que fue soñado muchos meses atrás como un gran encuentro por los 90 años de la creación de la Diócesis, fue cambiando y adaptándose con el paso del tiempo a una realidad mas austera y sobria, pero no por ello menos festiva y celebrativa», destacaron desde el Consejo pastoral arquidiocesano, órgano a cargo de la celebración.
«Toda la preparación fue realmente una muestra evangélica de una iglesia sinodal (referente a la iglesia en camino, N.d.R): cada uno aportó su ‘poco’ (su tiempo, sus dones, su gestión, su recurso, su creatividad, su paciencia, sus ideas) que vimos multiplicado con creces, en un clima de corresponsabilidad y participación. Preparación que nos llevó a una memoria agradecida al repasar la historia de nuestra iglesia local», remarcaron.
«El encuentro del sábado fue por un lado ‘tal como lo habíamos pensado’ y por el otro ‘una grata sorpresa’ de esas a las que nos tiene acostumbrado Dios», remarcó Valerie Aimé, miembro de ese Consejo.
Luis Collado, también involucrado en la organización, agregó que «Deseábamos -y se trabajó por- un encuentro de celebración y festejo, popular y natural, de encuentro, comunión, canto, torta y mate, charla y música, donde todos se sintieran invitados y a gusto, por ser justamente eso: un cumpleaños. Al finalizar, con el cansancio lógico de tanto trabajo y preparativos, tenemos la esperanza renovada».
«Esta fiesta nos invita a mirar el pasado con gratitud. Por todo lo que el Señor ha hecho por nosotros, con nosotros y en nosotros en estos 90 años de historia», pronunció Azpiroz Costa.
«No podemos simplemente vivir esta fiesta desde nuestra historia. Este pasado que celebramos nos impulsa a abrazar el futuro con esperanza», subrayó.