Monte Hermoso desde sus comienzos fue un lugar de esparcimiento, descanso y diversión. De aquellos primeros bailes en los hoteles, luego en los boliches se llega a las atractivas fiestas organizadas por las instituciones y por la Dirección de Turismo municipal.
Históricamente, los clásicos atractivos del balneario (más allá de los naturales) han sido desde mediados del siglo XX los corsos de carnaval, los concursos de pesca y la fiesta de la primavera.
Para los primeros pobladores valía la pena la caminata por la única calle que llegaba al mar para recostarse sobre las frías arenas y bailar sobre el médano, disfrutando las melodías de las orquestas que se presentaban en el Hotel de Madera, como la de Toledo en los años treinta y Dajos Bela en los cuarenta y cincuenta. En 1932 Nicolás Toledo formó su propia orquesta que amenizó los bailes de carnaval de 1934.
La diversión asegurada estaba en la villa del Faro. En carro, auto o caminando por la playa, lo importante era llegar para no perderse los bailes en el “Paco’s Bar”, “El Zorzal” y el “Rancho Grande”. Don Paco Martín traslada su emprendimiento al centro y construye en Valle Encantado 75, el nuevo salón del “Paco’s Bar” en el que por años contrató para cada temporada al grupo musical de “Cora y sus muchachos”. En algunas oportunidades estuvo también “Chasman y Chirolita”.
Más adelante las propuestas de entretenimiento surgieron de la escuela, la Junta vecinal y los clubes con motivo de fiestas patrias, o religiosas, para los carnavales y el día de la primavera.
En los años cincuenta aparecen nuevos lugares de encuentro como “Las Golondrinas”, sobre la playa y a unas veinte cuadras del centro. En la misma época sobre calle Patagonia al 600 abre el “Tico-Tico”. En 1958 se inaugura “El Galeón“, en Avda. Argentina 129, allí se organizan grandes bailes con show en vivo, que convocaban a los mayores con fiestas de disfraces y premios a los más originales.
En los sesenta y setenta el lugar que se puso de moda fue “La Cueva”, sobre calle Dufaur a metros de Faro Recalada. Alli se tomaban tragos y café antes de ir a bailar a “Poseidón” o a la gran terraza del “Club Social”, sobre Avenida Argentina al 400, donde también asistían los más jóvenes que no tenían acceso a los “boliches”.
En 1966 abren la wisquería “Chez Otto”, en lo alto del médano, sobre Dufaur 460. En los años setenta se abren varios lugares de diversión para los jóvenes como Nachita, El Álamo, Aranjuez, Morocos, Tamarisco, Panambí y las confiterías Queen, Pichicai, Café ducto, Vía Apia y Vía Véneto, espacios donde los buenos momentos estaban asegurados
En 1971 se inaugura la escuela secundaria de Monte Hermoso que genera una mayor concentración de jóvenes de los alrededores que se suman a los locales. Esta presencia juvenil impulsa a los entusiastas a realizar grandes convocatorias en los medios de Bahía Blanca, Coronel Dorrego y Tres Arroyos, para promocionar la fiesta de la primavera y de los estudiantes que tiene gran acogida y se convierte en un festejo muy popular.
En 1993 se oficializa La Fiesta Nacional de la Primavera, un logro trascendental, luego de muchos años en los que los festejos iban ganando en prestigio. Desde entonces pasaron por el escenario de la Plaza Parque artistas como León Gieco, Patricia Sosa, Javier Calamaro, Soledad, Marcela Morelo y bandas como Divididos, Bersuit Vergarabat, No Te Va Gustar, La Beriso, Kapanga y muchas otras que fueron configurando una verdadera fiesta de nivel nacional.
Esperando volver…
Luego de un 2020 en que la llegada de la primavera pasó casi inadvertida ante el aluvión de la pandemia, Monte Hermoso volvió a vibrar este año con la juventud que sigue eligiendo el balneario para darse cita en esta fecha tan esperada.
Sin actividades oficiales, sin los convocantes recitales y espectáculos, la playa y otros sectores de esparcimiento nocturno sirvieron este año como puntos de encuentro, donde no faltó la diversión y la alegría a la que esta fecha tiene a los montehermoseños gratamente acostumbrados, esperando el próximo año si la situación sanitaria lo permite, volver a vibrar como históricamente lo hizo la ciudad.