“La provisión de agua en Bahía Blanca estará tan comprometida como en temporadas anteriores”.
La declaración en rueda de prensa de Guillermo Jelinski, subsecretario de Recursos Hídricos de la provincia de Buenos Aires, no encendió ninguna alarma en la ciudad, porque es un secreto a voces que “la falta de este recurso en Bahía y la región es un problema histórico, que se agudiza despertando preocupaciones, angustias y complejos escenarios cuando se avecinan las altas temperaturas y la llegada del verano”.
Sabido esto, le consultamos al ingeniero civil Horacio Varela sobre la crisis que empieza a sumar opiniones de todo tipo cuando el calor es la causa preponderante para que aumente el consumo del líquido indispensable para la vida humana.
Con lápiz y papel en mano, el profesional explicó “los problemas del agua” estableciendo dos variables bien diferenciadas: 1) el agua cruda, la que hay en el dique Paso de las Piedras y 2) el agua potable.
A partir de ahí, Varela, partícipe en el último informe técnico llevado a cabo en forma conjunta por las dos universidades bahienses (UNS y UTN), allá por 2009, entró en tema aclarando que “pasaron 13 años y nada cambió”.
Sobre el primer punto, detalló: “Agua cruda hay, y va a seguir habiendo porque el dique tiene una capacidad de 350 hectómetros cúbicos, cantidad más que suficiente para poder satisfacer a una población que oscila entre 800.000 y un millón de habitantes. Y si vos sumás a los pobladores estables de Bahía, con la parte industrial incluida más Punta Alta, seremos unos 500.000, y siendo muy generoso”, sostuvo este docente de la UTN mientras seguía dibujando flechas en gráficos perfectamente comprensibles.
Dijo que “agua cruda no necesitamos”, y se explayó con un ejemplo que rayó a la perfección lo que quiso expresar.
“Haciendo una única comparación, el dique San Roque, en Córdoba, cuenta con una capacidad de 200 hectómetros, y abastece de agua a un millón de personas desde hace 80 años. Supongamos que de acá a 30 o 40 años, en Bahía y Punta Alta lleguemos a 500.000 habitantes -que no creo que sea posible por una cuestión demográfica o de superficie-, en ese caso siempre vamos a tener la certeza y la garantía de que el agua va a alcanzar”, afirmó con conocimiento de causa.
“Estoy plenamente seguro que el agua cruda jamás va a escasear, y no importa la cota del dique o a donde llegue el nivel. En caso que en algún momento la necesitemos, que no la tengamos a disposición como ahora, contamos con recursos alternativos, como el arroyo Napostá con un dique en puente Canesa, o el Sauce Chico con un dique en Chasicó. Y si la crisis se agrava a limites impensados, podríamos traer agua de los ríos Colorado y Negro, pero esa opción es inviable, una fantasía diría yo, porque en ese caso estaríamos hablando de más de un millón de habitantes, algo que no va a suceder”, agregó.
Todas esas obras o ideas a las que el ingeniero hizo mención están previstas en el Plan Integral de Abastecimiento de Agua para Bahía Blanca desde 1990.
Enseguida se metió de lleno en el punto 2, porque si el agua cruda está, ¿qué sucede cuando hay que potabilizarla y distribuirla por las redes para que llegue a las casas de los distintos usuarios que pagan por el servicio? Ahí está el quid de la cuestión.
“Ya dijimos que el agua cruda está en el dique, lo que no tenés es en la canilla de tu cocina. Eso suele suceder por una suma de motivos, pero sobre todo por dos principales: la planta potabilizadora no da a basto y las cañerías están rotas debido a su antigüedad y a la caducidad de su vida útil”, afirmó el profesor que va camino a las tres décadas como docente.
“Supongamos que hay agua potable en cantidad y que la planta potabilizadora (de Grünbein, la única en nuestra ciudad) sí da a basto, no serviría de nada porque los caños tienen pinchaduras y filtraciones y el líquido se va perdiendo en el camino. De esa forma, la red se queda sin potencia y el agua no llega a los domicilios”, sostuvo siendo más claro que el agua.
Sin datos: sigue el misterio
“No existen datos sobre la cantidad de agua que se pierde derramada por los caños rotos. Ese es un problema de vieja data, nadie quiere controlar y sigue el misterio. Al no haber una medición del agua que sale de la planta (se puede comprobar tranquilamente) y al no existir medidores en todas las edificaciones conectadas a la red, es imposible calcular el consumo general de la población. En consecuencia, al no tener las dos puntas de la medición, no se puede hacer una resta para determinar el agua que se pierde”, determinó sin necesidad de sacar ninguna cuenta matemática.
“Como ABSA cobra el servicio por la superficie de la vivienda, ahí se pierde el registro de consumo. Igualmente se estima que se desperdicia entre un 15 y un 25 por ciento, que es bastante”, indicó.
“Los valores normales de pérdida rondan entre el 5 y el 10 por ciento, por lo que en Bahía estamos en graves problemas. Aunque es lógico que suceda con cañerías de más de cien años, que más allá de haber cumplido largamente el ciclo de vida, todavía siguen tirando con caños incrustados, parches y arreglos temporarios. En la red, además de pinchaduras, hay muchas uniones que pierden, y si es un tramo largo, la fuerza del agua es cada vez más débil y el caudal disminuye hasta convertirse en un hilito insignificante cuando abrís la canilla”, explicó.
-Se sabe que ABSA comenzó con los trabajos de reemplazo de cañerías.
-Están trabajando en un tercer módulo en la planta Patagonia, la que está en calle 14 de Julio. El objetivo es mejorar la potabilización, y para eso diseñaron esta especie de planta industrial que procesa a la par de la que ya existe. A su vez se encuentran reparando, mejorando y cambiando, en varios casos, las cañerías de la ciudad, aunque eso va a llevar un tiempo largo.
-¿Cuánto?
-Seguramente tres a cuatro años de trabajo continuo. Se van a ir reemplazando por tramos, aunque en algunos sectores ya se colocaron caños nuevos hace años. La que necesita urgente ser reemplazada por completo es la red más antigua de la ciudad.
“También existe la posibilidad de arrancar con la colocación de un caño paralelo al acueducto, que es único y tiene como 50 años, que viene desde el dique Paso de las Piedras. Si ese troncal maestro se llega a romper, vamos a estar muy complicados. Esa obra, que es clave para asegurarse agua siempre y no sufrir, no arrancó y es muy posible que salga a licitación”.
-¿Hay en carpeta otras obras anexas para mejorar el suministro?
-Hoy son necesarias las cisternas, los depósitos de agua que te permitan seguir abasteciendo a la gente en caso de que se rompa el acueducto y se interrumpa el circuito. Hay que tener una reserva, aunque esas obras no están proyectadas en este momento.
-Estamos jugando con fuego.
-Está todo disponible, el agua cruda, los recursos técnicos, humanos (mano de obra) y económicos; el problema es de gestión, porque para sacar un caño y poner otro mezclamos un montón de intereses e idiologías que no tienen nada que ver con las tareas que se pueden realizar para brindar un mejor servicio. Nos peleamos políticamente, las obras no se hacen y los perjudicados son los que pagan los impuestos.
“Claro está que cuando se ponen de acuerdo y todos piensan en un mismo fin los proyectos salen a la luz y, de un día para el otro, no hay más cuestiones que resolver”.
-Entonces la solución la tenemos al alcance de la mano…
-Sí, nos sobra agua. Tenemos una sola fuente de abastecimiento, que es el dique y algunos pozos que se hicieron en la peor época de crisis. Después, como te dije, podemos apelar al arroyo Napostá y al Sauce Chico, pero nosotros estamos desbordados por la falta de gestión, no por la carencia del recurso.
“Es más, la industria hasta podría abastecerse de agua reciclada, darle un segundo uso después de que pase por la planta de tratamiento de líquidos cloacales. La industria quiere dar ese paso adelante, tiene prevista la inversión, pero no se avanza por lo mismo de siempre: falta de gestión”.
“Sería más que positivo elaborar un proyecto a largo plazo, ir cumpliendo con los arreglos de a poco, que el tiempo sirva para conseguir soluciones y no excusas. Para eso el municipio no debe estar ajeno a la gestión, porque además de estar al tanto del agua con la que contás, también debés saber que los caños están rotos y que se desperdicia mucho. Si no estás al tanto de eso, no podés habilitar una determinada obra u edificio, por ejemplo”.
Extremar los recursos
“Desconozco cuales son las complicaciones de ABSA para poder prestar un buen servicio, seguramente son cuestiones internas, no lo sé, aunque desde el punto de vista del consumidor es un servicio deficitario, tanto en agua como en cloacas”, subrayó Varela.
-¿Cuántas plantas de tratamiento de líquidos cloacales existen en Bahía?
-Dos. Una está terminada pero no funciona y la otra continúa en proceso de construcción. Debido a eso estamos tirando agua cruda de cloaca al estuario, provocando una contaminación innecesaria.
Las inversiones para las obras dependen del dinero que le pueda aportar la provincia a ABSA. Ojo, esto no tiene nada que ver con los colores políticos, porque en esta ciudad han pasado gobiernos de distintos tipos y todos los veranos tenemos el mismo problema con la crisis de agua. Repito: dejemos de lado la política, para avanzar hay que gestionar.
«Sería más que positivo elaborar un proyecto a largo plazo, ir cumpliendo con los arreglos de a poco, que el tiempo sirva para conseguir soluciones y no excusas»
La Municipalidad podría participar más, es como que mira la situación desde afuera. Si sos el dueño de las cañerías y administrás el agua, tu opinión pesa más que otras y te tienen que escuchar.
-Que haya un bombeo directo a la red de parte de un particular, o que algún usuario desperdicie agua llenando piletas de natación o lavando autos en la vereda, ¿afecta a la crisis?
-De ese tema hablamos cuando confeccionamos el primer informe, y en realidad esos gastos de agua no alteran ni superan los registros de consumos normales. Por más que utilices una manguera para regar, no estás malgastando; el inconveniente radica en el deterioro, debido a la antigüedad, de las cañerías de la ciudad, algunas de ellas de la época de Aguas Corrientes Bahía Blanca, empresa privada con mano de obra inglesa que instaló esa red hace 120 años.
“También es necesario aclarar que en Bahía existe otro problema, que se da en la parte alta de la ciudad, hacia donde se expande la urbanización. En esa zona, el agua se consigue por bombeo, por lo que se aseguran un buen caudal, pero le sacan a los de más abajo, al sector más antiguo, donde el recurso llega por gravedad. Al ser una loma, el agua es segura para algunos y no tanto para otros”.
-¿El dique también cumplió su vida útil?
–Las obras que pusieron en funcionamiento el acueducto cumplieron 50 años, ya fueron amortizadas, dieron lo que tenían que dar. Necesitarían un revanping (renovación), una puesta en valor, un mantenimiento general para una funcionalidad acorde a las exigencias de estos tiempos. Todo eso implica reparación y modernización. El momento es complicado, es como que estamos viviendo gratis.
-Se viene el verano, ¿vamos a tener problemas con el agua?
-Sí, lo vamos a tener con el agua de la canilla. El dique se encuentra lleno y en tu casa no va a salir ni una gota. Tendremos que extremar los recursos para cuidar el agua, seguro que habrá sectores con faltantes, aunque no sé cuales serán. Pero sí, se va a repetir la historia de todos los veranos.
“La cantidad de agua procesada que sale de la planta no alcanza para toda la ciudad, y menos que menos cuando hace calor y aumenta el consumo. No descubro nada, pero es necesario avisarle a la población que el recurso va a escasear; eso seguro”.