Se realizó en Buenos Aires el Seminario internacional sobre polimorfismos genéticos y sus impactos en la Justicia y la Salud
*Por Fernando Giusio
Organizado por el Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires y la Sociedad Argentina de Genética Forense, se desarrolló el Simposio Internacional “Aplicación de los polimorfismos genéticos en identificación humana, rastreo de la ascendencia y su impacto en la medicina translacional”.
Participaron expertos de Alemania, Holanda y Brasil, además de reconocidos genetistas argentinos. El objetivo fue actualizar los conocimientos sobre los marcadores utilizados en la identificación forense, en el análisis de la ancestralidad mediante marcadores
genéticos y en el establecimiento del fenotipo a partir del genotipo.

Durante nueve años y un poco más, un reo estadounidense condenado a la pena de muerte escribió cientos de cartas en el desesperado, y por entonces, al parecer, infructuoso intento de demostrar su inocencia. Siempre firmaba sus cartas de este idéntico modo: Kirk Noble Bloodsworth, AIM (An Innocent Man, Un hombre inocente, en español). Los últimos dos años de su encarcelamiento, Kirk los vivió en el lúgubre Pabellón de la Muerte. Había sido condenado, sobre la base de testimonios, a morir por haber violado y asesinado a Dawn Hamilton, una niña de 9 años, cerca de Baltimore, en 1984. Kirk tenía 23 años y acababa de casarse. “AIM”, “AIM”, “AIM” repetía en sus atribuladas cartas. El tiempo de ser ejecutado se acercaba… Pero, algo impensado iba a ocurrir.
Fue un libro lo que le salvó la vida. Como bibliotecario de la cárcel, leía todo lo que pasara por sus manos, tal lo que le contó Kirk a Thomas Sparrow, corresponsal de BBC Mundo en Washington, en una entrevista realizada la semana pasada. Como relató Sparrow: “En ese tiempo en prisión conoció un libro del escritor Joseph Wambaugh que detalla cómo el ADN había sido utilizado para arrestar al culpable de un crimen en Gran Bretaña”. A lo que agregó: “Bloodsworth, entonces, tuvo lo que él llama su “momento eureka”. `Si uno puede condenar a alguien por el ADN, uno también puede liberar a alguien por el ADN`, dice que pensó”. Se refiere a la obra de Wambaugh The Blooding, que relata uno de los primeros casos en que el ADN sirvió para condenar en 1987 al homicida Colin Pitchfork, quien había violado y estrangulado a dos chicas de 15 años en Leicester, Inglaterra.
Luego de un largo derrotero de peripecias, el 28 de junio de 1993 Bloodsworth fue liberado, al haberse comprobado que no era el culpable del crimen de Dawn. Se convirtió, así, en el primer condenado injustamente a muerte en los Estados Unidos que logró salvar su vida gracias al análisis de ADN.