Rubén Oscar Villaverde, nació en 1950 y reside en Buenos Aires.
Es herrero de profesión, hace trabajos de herrería de obra, carpintería metálica y también algunas labores en madera. Cursó 4 años la carrera de arquitectura, pero en todo le puso su alma de artista, tan es así que en los últimos años se dedica de lleno a las esculturas en hierro y madera y cuadros en hierro, exponiendo en distintos lugares de arte de la ciudad de Buenos Aires.
Rubén es un ejemplo de aquella antigua concepción que se tenía del trabajo: una forma de arte. Claro, cuando el trabajo era sinónimo de oficio
Oficio, del latín oficĭum, significa deber. Como obligación del hombre a realizar una tarea, una labor. Trabajo, en latín es opus, sinónimo de obra. Por ello los antiguos hablaban de oficio vinculado al arte, porque era la obra de las manos o el intelecto del hombre.
No es casual tampoco que en las primeras escuelas donde se enseñaban oficios se llamaban “De artes y oficios”. Por supuesto en épocas donde desde esa concepción, indisolublemente vinculado al cristianismo, las escuelas eran regenteadas por religiosos católicos.
El mercantilismo, el capitalismo y su aliado el marxismo, vinieron a denigrar el trabajo transformándolos en mercancía de cambio, en un negocio. Los sindicatos con su visión puramente materialista, terminaron por condenarlo a una puja por dinero y ya no hubo obra, no hubo creación. No hay en la actualidad placer en el trabajo.
Por eso, nos permitimos utilizar el ejemplo de Rubén. Porque se entiende a través de sus obras perfectamente el concepto. El breve paso que hay del oficio al arte. Como herrero, como realizador de una tarea que le era encomendada, una reja para un balcón o un portón, Rubén le agregaba su impronta de artista, de placer por crear, mas allá de la retribución que hubiera pactado. No hacía, ni hace, ese trabajo para cobrar, sino que cobra por el trabajo que hace. Casi imperceptible diferencia, pero sustancial.
Me viene a la memoria la anécdota de un modisto, en su tienda. Una señora fue a comprar un sombrero para complementar su vestimenta. Eligió uno, preguntó el precio. Cien pesos señora, le dijo el modisto. Aceptó la señora y le pidió le agregara una cinta. El modisto tomó una de raso, de un color haciendo juego con el vestido, la deslizó entre sus hábiles manos, la transformó en moño y entregó el sombrero adornado a la señora. Esta preguntó cuanto le debía. Doscientos pesos le contestó el modisto. ¿Como? ¿Cien pesos por la cinta? sorprendida, dijo la mujer. El modisto deshizo el moño, tomó el sombrero en una mano, la cinta en la otra, ambas extendidas hacia la señora y le dijo: son cien pesos, la cinta se la obsequio.
Volvamos a Rubén Villaverde y sus obras de herrería y de arte.
Ha expuesto en el último año en la Galería de las Naciones, en la muestra “Artistas premiados de la galería” – En el VIII Salon Primavera , Premio Van Rijn – En la Expo concurso La Amistad, organizado por “Pour la Galerie” (Ex Museum), en la Muestra colectiva de artes visuales, realizado en El conventillo verde, del Barrio La Boca
Obtuvo en premio Salón Primavera de 2013 de la Galería RvanR
Otras Obras: