La artista Rosana Méndes Lucas, es profesora de dibujo, pintura e historia del arte, graduada en el Instituto Van Gogh. Actualmente cursa la licenciatura en Gestión Cultural y Curaduría, en el instituto universitario Eseade.
Méndes Lucas realiza, hace más de una década, exposiciones individuales y colectivas en Argentina y en el exterior y se desempeña como curadora y organizadora de diversas muestras. Gestionó y dirigió el proyecto de la revista bimestral “Buenas Artes” y participó en importantes libros de arte como “El libro de oro de arte argentino”.
“La gente merece cosas lindas, necesita color”
Cada artista logra representar a su manera y de acuerdo a su visión del mundo, universos diferentes. No existe una fórmula única y perfecta para hacerlo, porque justamente el deleite del arte radica en apreciar los diversos y fascinantes modos que tiene cada artista de realizarlo.


“Hay que disfrazar las cosas malas que nos persiguen porque otra persona va a mirar la obra”, confiesa Rosana. Se muestra preocupada por representar de forma bella los aspectos del mundo que no le resultan agradables.
Elige en qué silla sentarse, se acomoda y profundiza: “Hay artistas a los que les tengo cierto rechazo por más que los respeto. Por ejemplo, la obra de Antonio Berni. Está bien que muestre lo social y el hambre, pero también estaría bueno que suavice un poco las cosas porque la gente merece cosas lindas. La gente está necesitada de color”.
Artista plástica argentina reconocida mundialmente, Rosana que expone en todo el país y desde el año 2008, junto a un grupo de colegas, lleva adelante el proyecto «Pintemos a Luján», donde los chicos, durante el Día del Niño, pintan en atriles al aire libre.


El proyecto inicial fue impulsado por Museo Municipal de Bellas Artes de Luján y ella lo desarrolló y le dio forma con ideas propias. Rosana recuerda que la propuesta le permitió concretar una idea que deseaba desde hacía ya un tiempo, que era “sentar a los niños frente a un caballete y darles la oportunidad se integrarse al mundo del arte“.
El primer año la técnica fue crayones, el segundo, temperas, y el tercero, collage. “Los detalles que hacían eran increíbles. El nivel de observación que tienen los chicos es impresionante”, comenta. Cada año se utilizan 50 atriles donados por Rosana y construidos por su padre y todos los materiales son cedidos por particulares y empresas.
En absoluta compañía
La artista es colorista. Utiliza una paleta complementaria y rompe colores. En su obra, la línea es quebrada y se logran visualizar objetos por medio de la forma. “Me gusta insinuar, no soy figurativa, es demasiado perfecta la vida real como para que yo la reproduzca”, puntualiza.

“Necesito a mis obras. Hay 6 que guardo conmigo constantemente, y no se venden porque las extraño y nunca me aburro de verlas. Siempre me acompañan y me visten, sin ellas me siento desnuda. Son perfectas así como son”.
La artista no vive exclusivamente del arte, ya que tiene una empresa de decoración, paisajismo y materiales para la construcción. Junto a su marido está edificando su futura casa, que será de diseño. Sin titubeos, explica: “Mi vida es por objetivos. Ahora el objetivo principal es la casa. Siempre hay que hacer lo que te gusta sin poner el dinero en primer lugar. Lo importante es ponerse un objetivo y luchar por él”.
En la actualidad realiza obras a medida, es decir, obras de arte por encargo. “Vivir del arte requiere un gran sacrificio y una renuncia que no vale la pena. Toda mi vida trabajé de otra cosa para sostener mi arte, las ventas las hago por placer, no por necesidad, no le vendo a cualquiera, evaluó si me interesa o no. Soy selectiva y quiero saber a dónde va a poner mi obra y por qué me eligió”, enfatiza.

Rosana fue directora y redactora de la revista “Buenas Artes”, un espacio que buscó retomar la memoria de los oficios olvidados en nuestro país y mostrar la pasión por el arte dentro de las diferentes disciplinas, no sólo pictóricas, sino desde la arquitectura, diseño, gastronomía, publicidad, literatura y música.
En medio de un suspiro lleno de nostalgia, Rosana detalla que en la revista “los artistas convocados hablaban de su propia obra, invitando al lector a navegar en las profundidades de la creación artística. La revista intentó darle lugar a gente que no tiene espacio en los medios”. La primera publicación salió en el mes de diciembre de 2008, pero hace dos años que no se edita más. Fueron mil ejemplares que recorrieron la Patagonia, Neuquén, Salta, España, Italia, Portugal y Brasil. En determinado momento mira fijo y admite: “Buenas Artes es un sueño cumplido pero seguir la edición es muy difícil y costoso”.
“Vivir del arte requiere un gran sacrificio y una renuncia que no vale la pena, Walter Benjamin, filósofo y critico literario alemán, aseguró en La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica (1936) que las reproducciones técnicas del arte le quitan valor al instante individual y al ritual de la percepción en la experiencia única e irrepetible de contemplar un cuadro.
Para Mendes Lucas, “las reproducciones de las obras de arte son una forma de que la gente acceda a algo que de otro modo es inalcanzable. Por ejemplo, comer en un individual de Andy Warhol y tener un mate con un diseño de Pop Art despierta saber quién es Warhol y cómo era su obra, y ¡eso es lo que está bueno! Que el arte conviva con uno”. De hecho, Rosana hizo mucha vajilla con obras suyas, y entiende el tema como una forma moderna de estar cerca del arte, pero advierte que se debe conservar el buen gusto.
Malestar en la cultura
En la televisión de la cocina se ve que empieza el noticiero, la primer noticia es la toma por parte de los alumnos de los colegios de Capital Federal, y la irritación de Rosana es inmediata. “Me enojan muchas cosas que pasan en este país -afirma-, como estos chicos, por qué no arman una comisión y con el apoyo de empresas reparan el colegio en vez de perder el tiempo y dinero. Yo propondría otra cosa.” La impotencia e indignación con la sociedad argentina actual se trasluce en su rostro, en sus ojos y hasta en su tono de voz. Todos los cambios en su vida y en la sociedad influyen en su obra, la impactan y lo plasma por medio de los colores y objetos. Rosana subraya que los artistas tienen “lo valores 100 por ciento arriba de la mesa” y que a veces hay ciertas cosas que no puede mirar o escuchar. Entre sorbos de agua y la mirada atenta en la televisión, comenta: “la gente es muy maleducada, no dice buen día, no sabe decir gracias”.
El padre de Rosana es portugués y no es casualidad, en el marco de su disconformidad con varios aspectos de la sociedad argentina, que Rosana tenga la ciudadanía portuguesa. “La doble nacionalidad tiene beneficios porque en este país tan desordenado es necesaria”, asegura. La artista tiene esperanzas de que “la Argentina se acomodará en algún momento”, pero afirma que no cree llegar a ver ese cambio.
Rosana busca despertar sensaciones en sus espectadores, lograr sentimientos encontrados y recuerdos. La emociona ver a sus obras expuestas en galerías o colgadas en la casa de algún comprador. No busca tanto el reconocimiento de sus colegas como la admiración del público.
Una nota de Cecilia Echeverría