El gobierno de la municipalidad de Bahía Blanca intenta poner en marcha una reglamentación prohibiendo el uso de la tracción a sangre por las calles de la ciudad. Comenzaría a regir desde el 1º de Agosto próximo y afecta a una veintena de familias que utiliza ese medio como fuerza de arrastre de precarios carruajes, mediante los cuales recogen cartones, papeles y plásticos que comerciantes y ciudadanos desechan.
Una medida que resulta incomprensible por injusta, inoportuna, desconsiderada. No hay argumento valedero para sostenerla.
Podríamos abundar en descalificaciones hacia los funcionarios que han pensado en esta, nunca mejor adjetivada como desmedida reglamentación. Antes de ello preferimos aportarles a sus escasos conocimientos algunas ideas que no son demasiado propias, sino fruto de la búsqueda de soluciones antes que conflictos, mirando en otras partes del mundo, de ese primer mundo que añoran y visitan, pero no miran en función de aportes que puedan aplicarse para sus gobiernos.
Y así nos encontramos como bellas ciudades, limpias, cuidadas, exhiben en sus calles carruajes tirados por caballos y que se usan para paseos. Las imágenes corresponden a la ciudad de Florencia, Italia, cuna del arte, pero vehículos tirados por equinos podemos encontrar en otras de Europa o Estados Unidos. No se les ocurre a ellos prohibirlos, claro que tampoco podrían gobernar cobrando impuestos durante 100 años, sin retribuirlos con agua, luz, gas, cloacas y asfalto. No nos hacemos ilusiones con que copien esto último, solo que al menos no hagan daño a gente que tiene en esos animales su medio de vida.
Con mucho menos dinero del que destinan a fines inmorales podrían ayudar a que esa gente tuviera carruajes decorosos, caballos bien alimentados y que los utilizaran en otros medios que les generarían ingresos, además o en lugar de andar cartoneando.
Por último: para un gobierno próximo a irse ¿Por qué el apresuramiento en tomar esta medida? ¿Por que no dejarlo para el próximo? Tal vez pueda elegirse uno que piense en función del bien común, lo que desde ya es también un mensaje para los electores.