Cada tanto la sociedad vuelve a conmocionarse con acontecimientos de la nefasta época del terrorismo pactado entre militares y montoneros.
Ahora con la aparición del nieto de la abuela de la agrupación “Abuelas”, Estela de Carlotto, con la carga emocionante y mediática al tratarse de algo tan emblemático como la aparición del joven que era buscado con tanta desesperación desde que era bebé por esta mujer que hizo de su lucha personal la causa de muchas.
Y entonces vuelve a recrearse en la mente e imaginación de todos nosotros las tortuosas horas de miles de seres que en cautiverio, esperaban su hora de ejecución, pariendo, como en el caso de Laura Carlotto o simple y dolorosamente sufriendo como en la mayoría de los casos.
Sin poder dejar de pensar de qué manera a alguien se le pudo ocurrir tamaña manera de castigo a quienes se dijo atentaban contra el orden establecido, como de igual forma no puede imaginarse como a quienes luchaban contra esos poderosos se le podía ocurrir asesinar a civiles o militares de escasa jerarquía.
Sin lugar a dudas que detrás de todo esto hay una verdad, un oscuro y mafioso pacto de complicidad de los respectivos bandos que se decían enfrentar y que en realidad conspiraban con el mismo objetivo. De allí la necesidad de hacer desaparecer cualquier vinculación aunque fueran vidas humanas. Muchísimos de los jerarcas de ambos contendientes nunca fueron llevados a tribunales, prueba irrefutable de que algo se oculta con la complicidad de quienes han venido sucediéndose en las mas más altas esferas de poder.
Pero buena parte de la sociedad piensa, como algunos sugieren, lo mejor sería tapar todo con un manto de olvido. Sin embargo esta aparición del nieto de la señora Carlotto, nos vuelve a la realidad que aun falta aclarar algunas cosas antes de ello.
Nada menos que casi 300 personas nacidas en cautiverio y dados en adopción restan aun por identificarse. Y ahí está la publicidad de famosos reclamando y rogando a la sociedad para que aporte datos que puedan conducir a su hallazgo.
Una vez mas la sociedad, testigo asombrada y confundida entre los discursos malvados y las escenas conmocionantes cada vez que se conocen episodios como este de Guido Montoya, es puesta en la mira como pasible de dar respuestas que no tiene.
Mientras quien las tiene no las da. Ahí está la opinión de María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani, la fundadora de “Abuelas”: “no hay ni la más mínima esperanza de que los militares digan algún dato, porque siempre han tenido la crueldad de mantenernos a todas en la tortura continua, sin información, nunca hicieron lo que debían hacer”.
Entre esos militares está Cesar Milani, nada menos que Jefe del Estado Mayor del Ejército Argentino. Perteneció a lo largo de su carrera a la Inteligencia del Ejército. Que no conozca lo que sucedió es una ofensa a nuestra inteligencia. Si fuera así sería un incapaz de hacer su tarea adecuadamente y por consiguiente inepto para ocupar el cargo que ocupa. Milani es uno de tantos, curiosamente cuestionado pero ascendido y defendido por los mismos que culpan a imaginarios conocedores de paraderos.
Ya es hora de dejar de pedir a quienes de algún modo fueron víctimas de los acontecimientos, la sociedad, así fuera solamente por el terror impuesto de ambos bandos asociados. Muchos protagonistas directos, responsables de urdir las tramas, ocultarlas o disfrazarlas a través de tergiversadas noticias, saben si no todo, mucho como para llegar a conocer lo que resta incluyendo el destino de aquellos hijos/nietos que son buscados.
La hipocresía está hartando. Porque además, el hecho de que no puedo llegarse al fondo de la cuestión deja abiertas las puertas a la impunidad de otros delitos. Ya se ha visto como de igual manera se tornan imposibles de esclarecer otros sucesos gravísimos como por ejemplo el atentado de la sede la AMIA. Llegar a la verdad es garantía de que no serán posibles sin el pronto castigo nuevos hechos delictivos.