
9ª Fecha del Torneo de AFA
Juego bonito e inseguridad
Continuamos con el análisis que hacemos fecha a fecha de los torneos de fútbol organizados en Argentina por la AFA.
Como ya estamos acostumbrando a nuestros lectores, lo hacemos desde una perspectiva poco observada, tratando de corregir los vicios que impiden que este convocante deporte no se transforme en un magnífico espectáculo, que pueda ser presenciado por quienes desean gozar de la destreza y habilidad de los protagonistas, desterrando de los campos de juegos a quienes desde adentro y desde afuera conspiran contra ello.
Podríamos ser en fútbol como EEUU en básquetbol

Como primer análisis luego de disputada recién la novena fecha y sin embargo por imperio de esta poco feliz iniciativa de jugarlo a una sola rueda, casi la mitad del torneo, se observa una notoria paridad, acentuada por el hecho de que River Plate, que parecía arrasar a sus rivales, ha empatado sus dos últimos compromisos, acortando las diferencias con sus adversarios. Velez Sarfield que se había convertido en el perseguidor inmediato declinó notoriamente en su andar perdiendo terreno, Newels Old Boys fue derrotado por Banfield impidiéndole acercarse considerablemente al puntero y los últimos triunfos de Independiente y Racing los meten en la conversación, impensada luego de la categórica derrota del primero ante River y los magros resultados obtenidos por el segundo, revertidos en apenas una semana con la remontada de su partido postergado con Boca y el triunfo en Córdoba. A ellos hay que sumarle a Lanús, quien tras un comienzo dubitativo, ha retomado protagonismo a partir de un funcionamiento que lo asemeja al equipo de mejores producciones que supo exhibir.

Queremos ahora abocarnos al tratamiento de un tema que se había insinuado en algunos partidos y tomó relevancia en las últimas dos fechas: las críticas que despiertan el comportamiento de los jugadores colombianos que actúan en nuestro medio.
Declaraciones del técnico de Belgrano de Córdoba sobre el jugador de Olimpo,Cuero y las últimas del jugador de Lanús, Araujo, sobre Teo Gutierrez de River Plate. Anteriormente habíamos escuchado decires similares sobre otros colombianos.
Lo primero que hay que advertir es que el estilo del jugador de fútbol colombiano llama a ser considerado como de suficiencia (“gastada” le dicen) para los adversarios. Está en su idiosincrasia. A poco que se recuerde la forma de jugar de los colombianos que se destacaron mundialmente, Valderrama, Asprilla, Huguita, verán que esa es su manera de interpretar este juego. En otras épocas, algunas ocurrencias del arquero (Higuita), como la de tomar la pelota por la espalda o rechazar con los tacos, hubiese sido motivo de enojos y peleas.
En el fútbol argentino han tomado parte jugadores de todas las nacionalidades, muchísimos paraguayos por ejemplo, sin que nadie despertara resquemores como los despiertan los colombianos. Sin dudas que su estilo e impronta pone molestos a los contrarios, pero ello no habilita a las agresiones y provocaciones que les hacen y las declaraciones discriminatorias que se permiten. Parece una actitud exagerada y aún cobarde.

Y decimos cobarde porque se envalentonan ante jugadores que en todo caso lo más que hacen es tratar de distraer con piruetas que enfadan, sabiendo que llevan las de perder si reaccionan. Sin embargo esos mismos callan, al menos nada se ha escuchado, ante las actitudes violentas, arteras de muchos futbolistas que aprovechan la permisividad de los árbitros, para aplicar golpes de puño y patadas alevosas. Y les ponemos nombre, defensores como Tula, Echeverría, Desábato, Furios (y solo algunos como ejemplo) utilizan cualquier recurso para detener a los rivales sin que nadie se anime a enfrentarlos, tal vez temerosos de su tamaño físico y carácter recio. Lo mismo cabría decir de Ortigoza quien lleva una extensa lista de adversarios lesionados por sus intervenciones desleales. Solo recuerdo a Riquelme haberle hecho frente ante una patada que le tirara desde atrás.
Es hora de que quienes tienen la potestad de encauzar los partidos dentro del marco del reglamento y las normas de convivencia no escritas, pero si obligadas a cumplir. Debería ya protegerse más a quienes utilizan el recurso de la habilidad e impedir que sean agredidos (ese es el verdadero término) por quienes con la excusa de que sienten “gastados” los lastiman sin piedad. En un partido jugado dentro de esas pautas, se notaría claramente quien tiene un estilo de juego que pueda parecer provocativo, de quien solo lo hace como para ciertamente, provocar. De la manera que están dadas las cosas, las actitudes de estos hábiles y por naturaleza más débiles, solo constituyen un mecanismo de autodefensa.

Dentro de quienes tienen la posibilidad de corregirlos, desde luego, no solo están los árbitros, en todo caso expuestos a las indicaciones de quienes los contratan, sino que están los dirigentes, los directores técnicos que utilizan según les convenga o los futbolistas que dispongan, manifestaciones a favor o en contra de unos y otros y los medios masivos de comunicación que con facilidad piden rigurosas sanciones para los habilidosos que reaccionan y callan ante las descalificadoras intervenciones de los que agreden.
Todo ello ante la presencia de un público que más de las veces se inclina a favor del agresor si es de los suyos, sin advertir que lo que en ese momento puede jugar a su beneficio, mañana le jugará en contra. Ventajeros que les llaman. Curioso comportamiento de una sociedad que dice estar preocupada por la inseguridad. Porque aunque parezca no tenga que ver, lo tiene y mucho. Se tiene una mirada compasiva con el infractor, excepto que nos lo haga a nosotros, en el fútbol, algo menor en la vida social y en las cosas realmente importantes de nuestra convivencia diaria.
Mario R. Martín