Más de 80.000 personas procedentes de 47 países de todo el mundo se dieron cita el sábado 7 de marzo en la plaza de San Pedro, para participar en la audiencia que el Papa Francisco concedió a Comunión y Liberación por el décimo aniversario de la muerte de su fundador, Luigi Giussani y coincidiendo con los 60 años de ese movimiento.
Desde la Argentina viajaron alrededor de 200 personas, residentes en la ciudad de Buenos Aires, Santa Fe, Ingeniero Maschwitz, Cordoba, Campana, Concordia, La Plata y otras. Entre esas personas estaba una bahiense, Carolina Martín de Giles, que formó parte del grupo de quienes tocaron música y cantaron en los momentos previos y durante la presencia del Papa Francisco.
El conjunto conformado con Claudia Álvarez, Isaac «Lalo» Portal y su esposo, Fernando Giles, quien además es el responsable del Movimiento en la Argentina, interpretó “Zamba de mi Esperanza” en el momento que el Papa Francisco hacía su ingreso en la Plaza San Pedro. La canción fue acompañada con mucha simpatía por los presentes, la mayoría italianos, quienes mostraron su asombro, además de la calidad de las voces, por el bombo legüero, instrumento desconocido en aquel País. Fernando, ejecutante del mismo, lo obsequió luego al Coro de Milan, principal responsable de la música de la ceremonia.
Carolina Martín, nacida en Bahía Blanca, donde cursó sus estudios primarios en la Escuela Nº 69 del Barrio Patagonia y la secundaria en el Colegio María Auxiliadora, se radicó en Buenos Aires tras su paso por la Universidad del Salvador, donde se recibió de abogada. Está casada con Fernando Giles y es madre de 6 hijos.
Muy emocionada por el trascendente evento del que fue partícipe y espectadora privilegiada, recibió el saludo, al igual que sus compañeros del cuarteto, del Papa Francisco. Comentaría luego Carolina: “Es tan impactante, tan conmocionante, que solo brotan lágrimas y la comprobación de que algo mucho más grande que todas esas 80 mil personas juntas, está presente en esa Plaza….el Cristo vivo que nos contempla con ojos únicos, piadosos y comprensivos de nuestra fragilidad…”
Sobre la Ceremonia
El mensaje de Carrón
En sus palabras de bienvenida, el presidente de la Fraternidad Comunión y Liberación, Don Julián Carrón, ha asegurado al papa Francisco que «hemos venido como mendigos, con el deseo de aprender, para ser ayudados a vivir con pasión el carisma recibido». «Nosotros, como todos, necesitamos la mirada misericordiosa del Señor de la que usted, Santidad, es signo e instrumento», ha añadido. Y ha reconocido también que «estamos aquí, Santidad, con la tensión de vivir la renovación de ese acontecimiento que nos permite experimentar la alegría de ser cristianos».
Giussani llegó hasta lo más íntimo anhelo del hombre
El Santo Padre, muy agradecido por el cariño con el que ha sido recibido y por las palabras de Carrón, ha asegurado que la labor de Mons. Luigi Giussani ha marcado tanto su vida sacerdotal como la personal a través de sus libros y artículos. «Su pensamiento es profundamente humano y llega hasta el más íntimo anhelo del hombre», ha afirmado el Pontífice. Y así ha recordado la importancia que tenía para Don Giussani «el encuentro no con una idea, sino con una Persona, con Jesucristo» que es quien «nos da la libertad».
En esta línea, el Papa ha advertido que «¡el carisma no se conserva en una botella de agua destilada! Fidelidad al carisma no quiere decir ‘petrificarlo’ –es el diablo el que ‘petrifica’– no significa escribirlo en un pergamino y ponerlo en un cuadro».
«La referencia al legado que os ha dejado Don Giussani –ha explicado– no puede reducirse a un museo de recuerdos, de decisiones tomadas, de normas de conducta. Comporta, en cambio, fidelidad a la tradición, y fidelidad a la tradición, decía Mahler, significa tener vivo el fuego, no adorar las cenizas». «Don Giussani no os perdonaría nunca que perdierais la libertad y os transformarais en guías de museo o adoradores de cenizas», ha destacado Francisco.
Asimismo, el Santo Padre ha pedido a los fieles que recuerden que «¡en el centro solo está el Señor!», que nos precede siempre, y que salgan a la búsqueda de los alejados para «servir a Jesús en cada persona marginada, abandonada, sin fe, decepcionada por la Iglesia, prisionera de su propio egoísmo».
«Cuando somos esclavos de la autorreferencialidad –ha advertido– terminamos por cultivar una ‘espiritualidad de etiqueta’: ‘Soy CL’. Esta es la etiqueta; y luego caemos en las mil trampas que nos ofrece la complacencia autorreferencial, el mirarnos en el espejo que nos lleva a desorientarnos y convertimos en meros empresarios de una ONG».
«‘Salir’ significa también rechazar la autorreferencialidad, en todas sus formas, significa saber escuchar a aquellos que no son como nosotros, aprendiendo de todos, con sincera humildad», ha indicado.
Cada una de las ideas del discurso del Pontífice argentino han sido aplaudidas por los miembros del movimiento. Durante su esperada intervención, el papa Francisco ha insistido en que el camino de la Iglesia es dejar que se manifieste la gran misericordia de Dios.
Impresiones
Comentando las palabras del Santo Padre al término de la audiencia, el presidente de la Fraternidad de CL, Julián Carrón, ha declarado que «hoy en San Pedro hemos vuelto a vivir la experiencia del encuentro con Cristo. Le hemos visto primerear ante nuestros ojos mediante la persona y la mirada de Francisco. La misma mirada conquistó a Mateo hace dos mil años, pero hoy. Hoy hemos experimentado qué es la caricia de la misericordia de Jesús. La forma en que nos ha abrazado el Papa la llevaremos siempre grabada en nuestra retina. Nos ha mostrado que ‘el centro es solo uno, Jesucristo’, cuya experiencia nos permitirá no reducir el carisma a un ‘museo de recuerdos’ y ‘mantener vivo el fuego y no adorar cenizas’. Solo esta experiencia de la mirada de Cristo -que genera ‘sorpresa’, ‘estupor’ y nos hace sentir ‘ligados a Él- nos impedirá sucumbir a cualquier intento de autorreferencia y nos permitirá descubrir en cada hombre que encontremos el bien que supone, como siempre nos enseñó don Giussani. Esta experiencia nos pondrá en las condiciones adecuadas para vivir el cristianismo como ‘principio de redención, que asume lo nuevo, salvándolo'».
Foto de portada: Gentileza de Servicio Fotográfico de L´Observatore Romano.