Otra Cumbre de las Américas sin resultados para exhibir
Por Javier Garay, para http://es.panampost.com/
Semanas atrás tuvo lugar la VII Cumbre de las Américas, y era de esperar que su resultado fuera tibio, por decir lo menos.
Las Cumbres de las Américas perdieron su razón cuando, desde la Cumbre de Mar del Plata, fracasó el objetivo por el cual fueron creadas: la consolidación de una zona de libre comercio continental. Los líderes latinoamericanos convirtieron estos espacios en una oportunidad para hacer turismo diplomático. Cada vez más los temas que se discuten son eminentemente políticos y se parte de una concepción equivocada de la integración.
Sobre lo segundo, en lugar de hablar de liberalización del comercio y de las inversiones, se prefiere plantear ambiciosos –e inviables– planes de infraestructura o, como propuso el Gobierno colombiano en esta oportunidad, la consolidación de un sistema educativo interamericano. Idea que seguramente se quedará en cabeza del presidente Juan Manuel Santos y de sus colaboradores.
En lo primero está realmente el fracaso. Las discusiones internacionales sobre la pobreza y el desarrollo se quedan en la retórica política. Incluso aquéllos esfuerzos que, como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, han estimulado la acción multilateral, fueron resultado de meras transacciones políticas y a través de ese tipo de mecanismos es como se evalúan. Esto sin entrar a demostrar que, en lugar de ser objetivos planteados para generar desarrollo, son resultado del mismo y, por ello, fueron logrados principalmente por los países ya desarrollados.
A la par, los países no desarrollados actuaron según los incentivos creados por el programa: se convirtieron en malabaristas. Mientras que tratan de mostrar el esfuerzo que hacen sus Gobiernos, por medio de evaluaciones hechas por ellos mismos, afirman la existencia de insuperables retos que solo pueden ser superados si los países desarrollados les transfieren recursos.
Algo similar, aunque más grave, sucede en el escenario de las cumbres de las Américas. Las discusiones sobre estos temas son solo retóricas, sin ninguna solución ni acción práctica.
Pero es peor la forma como se abordan otros temas, como el de Democracia. Fuera de las manifestaciones y críticas no oficiales al Gobierno venezolano, no hubo siquiera una expresión oficial de preocupación sobre la situación de ese país. Lo mismo sucede con los casos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua o Argentina: países que están gestando las futuras crisis latinoamericanas y donde graves abusos se están presentando. Todos estos casos fueron ignorados.
Los líderes latinoamericanos impusieron su visión de Estado: a través del engaño, usan los principios de autodeterminación de los pueblos y de no intervención, para evitar condenar los excesos que cometen sus pares. Afirman que están interesados en defender los principios del derecho internacional público, pero la verdad es que por esa vía respaldan los abusos de poder.
Claro está que no se puede ser tan ingenuo como para creer que por medio de una Cumbre se puedan solucionar los problemas internos de los países que asisten, ni, mucho menos, consolidar un régimen de democracia liberal. Pero si así es, como en realidad lo es, uno se pregunta para qué, entonces, se discuten esos temas en este escenario. Ahora bien, si esos temas son los únicos que se discuten, uno tendría que poner en duda, del todo, la importancia de la realización de estas cumbres.
Lo anterior se ve confirmado, aún más, por las buenas noticias que emanaron de la Cumbre. Lo interesante de notar es que estas no son resultado de lo sucedido en ella. Son hechos externos que hubieran tenido lugar con o sin cumbre.
Ya mencioné el caso de las condenas de algunos grupos y representantes de la sociedad civil al gobierno de Nicolás Maduro. La otra noticia es la del encuentro entre los presidentes de Estados Unidos y de Cuba.
El restablecimiento de las relaciones entre esos dos países, en lo que nada tuvo que ver la Cumbre de las Américas, es una noticia controvertida, hasta el punto que reconocidos intelectuales como Carlos Alberto Montaner están en contra.
Pero es una buena noticia en el sentido que este es un paso más para quitarles a los líderes de la fracasada “revolución” cubana el manido argumento de que el fracaso se debe a la presión de Estados Unidos y no al modelo implementado. Ojalá, entonces, el próximo paso sea la eliminación total del embargo. Algo que, seguramente, tampoco tendrá nada que ver con ninguna Cumbre de las Américas, aunque el anuncio o las fotos se tomen en el marco de una de ellas.
Así, cada tantos años los líderes continentales se reúnen para plantear temas que no se discuten y para plantearse objetivos que nunca se cumplen. De su realización no surgen cambios importantes en la región y, al contrario, se respaldan los modelos equivocados al darles la legitimidad que no tienen domésticamente.
Puro turismo diplomático, sin beneficios para los ciudadanos.