Mostrando su acostumbrada producción futbolística la selección argentina empató con Paraguay 2 a 2 en un partido que no fue tal en el primer tiempo y entretenido en el segundo, cuando el equipo paraguayo cumpliendo con lo establecido y no escrito en el reglamento, defendió cabalmente su chance.
En la parte inicial del encuentro asistimos a un ataque enjundioso de parte de la selección argentina, ante un rival negado a jugar en todo el terreno, replegado en el suyo, renunciado a atacar.
Elaboró entonces la selección albiceleste algunas buenas combinaciones, aunque siempre dependiendo de las repentizaciones de Messi para llegar al arco rival. Sobre los 20 minutos, cuando Argentina comenzaba a mostrar algunos signos de desorientación de como atacar, sobrevino un desesperado intento de un defensor paraguayo de jugar para atrás, cosa que aprovechó Agüero, en posición de «pichero», para con una buena gambeta convertir el primer gol.
Paraguay mostró entonces los peores momentos de desconcierto al no saber que hacer, si ir a buscar el empate o seguir en su tesitura de refugio defensivo. Eso le fue letal, pues Argentina aprovechó el desconcierto y desequilibró a su rival, aunque es justo decir encontró el segundo gol en un penal sancionado por el árbitro tras un quite legal del defensor. De todos modos, minutos después no sancionó con la misma pena una clara infracción dentro del área. Sin rival, se encontró la diferencia de dos goles.
En el segundo tiempo Paraguay salió a jugar y con escasos recursos se las ingenió ante una débil defensa. El partido se hizo entonces de ida y vuelta con los paraguayos decididos a buscar el empate y los argentinos con aquella indecisión del rival del primer tiempo, de no saber si seguir jugando o defenderse. Y tal como a Paraguay en el primer tiempo, le resultó fatal a sus aspiraciones de obtener el triunfo. Pese a disponer de algunos propicios contraataques, la impericia de Di María y Agüero para definir, más un par de casualidades en disparos de Mesi, no prosperaron en otros goles. El resto lo hizo la garra de los atacantes paraguayos y la floja respuesta de los defensores y el arquero argentinos.
Como balance para Argentina poco aporta esta actuación. Es a lo que nos tiene acostumbrado. Endebles defensores, escaso medio campo, algún constructor de juego en posición equivocada, sin punteros definidos ni un terminador de jugadas (el antiguamente llamado centro foward). Con la sola presencia desequilibrante de Messi. Que no debería ser tan poco, excepto para el equivocado planteo que se realiza. Tres rivales se abocan a la tarea de contener a “la pulga” quienes sin embargo son burlados, quedan entonces dos jugadores libres de marca, pero si estos son Roncaglia y Rojo, flojos defensores, peores atacantes, el final de la jugada sin éxito de conquistar un gol, está anunciada.
Pese a poder a contar con los mejores jugadores, se los elige y se los ubica mal. Tal como estamos acostumbrados a ver en los partidos de la selección y en los del torneo de primera división. Lo ordinario. Solo que la selección por aquello de que pudiera ser constituido por los más aptos, debería ser algo extra ordinario.
Lo curioso es que ambos seleccionados que se enfrentaron en el estadio de La Serena, Chile, por la Copa América, son dirigidos por técnicos argentinos y que aplicaron tácticas similares. Equivocado el de Paraguay en el primer tiempo, desorientado el de Argentina en el segundo.
Los jugadores, que ya sería hora tuvieran un técnico dentro de la cancha, hacen lo que pueden y no es mucho. Para los argentinos es frustrante no poder ver a Mesi en toda su dimensión, bien aprovechada su desequilibrante habilidad por acompañantes acordes, tal como sucede en el Barcelona. No es casualidad que ese equipo haya fracasado, cuando lo dirigió quien ahora lo hace en la selección argentina.
No podemos esperar mejore demasiado su producción futbolística, aunque seguramente nos conformaremos si conseguimos triunfos, que disimularán los errores propios, sin importarnos las debilidades ajenas.