
Estamos en condiciones de afirmar que desde el espacio PRO que postula a presidente a Mauricio Macri, actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, analizan un proyecto que podrían llevar adelante si llegan al gobierno, consistente en una reforma agraria, más ajustadamente llamaríamos “Reforma de la Tierra”.
La iniciativa surge de la realidad observada por María Eugenia Vidal, candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires, en sus recorridas por el conurbano bonaerense y pudimos saber que fue conversado con el candidato a intendente de Bahía Blanca, Hector Gay, con quien recorre la sexta sección electoral.
La primera inquietud que aparece es que candidatos que aparecen catalogados por prejuiciosos analistas como neo-liberales podrían plantearse una medida considerada, equivocadamente, como “Comunista”.
La reforma de la tierra, así debe ser llamada correctamente, es una de las bases de la doctrina social de la iglesia y apoyada en la Argentina solamente por la Democracia Cristiana. Fue una de las claves de la pronta recuperación de la Europa pos guerra y fundamentalmente uno de los pilares del “milagro alemán”.

Antes que nada hay que diferenciar un aspecto relevante cuando se habla de reforma agraria tildada de medida de corte marxista o comunista. Lo que estos han hecho, en la ex Unión Soviética símbolo de la aplicación de medidas de ese corte ideológico, es una expropiación de la tierra de manos privadas para pasarlas a poder del estado para que este las administre con los consabidos desastrosos resultados que les ha llevado. De allí que, una de las primeras medidas tras la perestroika luego de la caída del muro de Berlín y que pasó desapercibida para la mayoría, fue la propuesta de una “Reforma Agraria”, ahora sí ajustada a los términos correctos.
En la Argentina la única propuesta concreta le perteneció a los legisladores de la Democracia Cristiana en 1957, tras el derrocamiento de Perón, quien había concentrado la tenencia de los campos en manos de terratenientes extranjeros, con la excusa del enfrentamiento con una supuesta oligarquía criolla nucleada en la Sociedad Rural y sobre todo expulsando a pequeños campesinos y arrendatarios, con el consiguiente incremento de las villas miserias en las grandes ciudades. Quienes habían permitido la extraordinaria riqueza acumulada en los pasillos del Banco Central que encontró al acceder al poder, eran ahora condenados y con ello comenzar el largo período de deterioro de la fuente más genuina de creación de riqueza, nunca corregido en aras de una falsa industrialización que tuvo mucho de vil entrega a los capitales extranjeros y que se expone crudamente en la presente actualidad. El proyecto presentado por los demócratas cristianos no tuvo el apoyo suficiente (el peronismo, y por consiguiente muchos de sus diputados que lo hubiesen aproyado, estaba proscripto) y se opusieron oh…sorpresa! el Partido Comunista Soviético, el Socialismo y la UCR.

De lo que trata este proyecto que el PRO analiza es de llevar adelante una reforma del uso abusivo de la tierra en manos de pocos en detrimento de muchos. El ejemplo más cabal es la dificultad de los poseedores de los planes PROCREAR para conseguir terrenos donde construir sus casas con aquellos créditos. Esto es lo que han advertido Vidal en el conurbano y Gay en Bahía Blanca, donde muchísimas familias siguen después de 2 años deambulando en la búsqueda de terrenos con servicios y a precios razonables.
La actualidad de la Argentina señala que es más grave el problema en las ciudades que en el campo en el uso especulativo de la tierra. De allí que el proyecto contempla como primera medida la eliminación de loteos que no incluyan la instalación de todos los servicios, agua, gas natural, servicio eléctrico, cloacas, asfaltos, teléfonos y servicios de internet, todos llevados por ductos bajo tierra. Dando un determinado plazo para su concreción bajo pena de ser expropiados y puestos a la venta a precios adecuados y con financiación a 60 años, con la realización de esos servicios por medio de los gobiernos municipales y provincial.
De igual modo el proyecto contempla la estricta observancia del mantenimiento de los terrenos baldíos en los términos que establecen las ordenanzas sobre conservación de los mismos en limpieza, cercos y veredas, con las mismas prerrogativas de que su ejecución, de no hacerla el particular, quedará en manos del ejecutivo municipal, con costas al propietario, que de no pagarse, permitirá su ejecución judicial y disponer de esos terrenos con el ofrecimiento a quienes lo deseen en las mismas condiciones de precio y plazo de pago que en los casos de loteos.

Si los propietarios accedieran a cumplir con estas ordenanzas establecidas desde hace mucho años y nunca cumplidas ni observadas desde las administraciones municipales, permitiría una masiva ocupación de mano de obra, con el consiguiente beneficio de la transferencia de dineros especulativos a personas necesitadas de trabajo e ingresos dignos.
Con el mismo criterio, el proyecto contempla avanzar en las áreas rurales observando las extensiones que durante determinado lapso de tiempo, aquí se difiere en 5 o más años, han permanecido inexplotados o arrendados por períodos mayores a ellos, permitiendo que quienes deseen explotarlos accedan a créditos del Banco de la Provincia de Buenos Aires para su adquisición.
Lo que observan los dirigentes en cuestión es que estas medidas deberían ser impulsadas a nivel nacional, por lo que es fundamental la decisión de Mauricio Macri para que lo incorpore a su plataforma política nacional en su postulación a presidente.
Nuestra apreciación es que una medida de este tipo es un verdadero cambio de las estructuras socio económicas el País. Durante largos años (ahora equivocadamente se señalan otras), la estructura actual fue sindicada como la causa principal del recurrente problema de la inflación, instalada a principios de 1950 y nunca desaparecida. Pero nos permitimos señalar que esta medida fuera de un contexto que no incluya la reconversión de la moneda y su cambio en proporción a los montos de tenencia, la derogación de todas las leyes y decretos de materia económica y la sanción de nuevas y paulatinas a medida que la iniciativa privada y la debida protección que el Estado debe brindar lo requieran, podría terminar siendo solo un paliativo y no una verdadera transformación.
Y ahondo en la cuestión: de no tomarse medidas de este tipo, sea Macri o cualquier otro que llegue al gobierno, los años venideros e inmediatos pueden tener trágicas consecuencias para la vida de los argentinos. Trato de no ser pesimista. Me esperanzo en que el cambio que nos propone, sea en el sentido correcto, no solo en la forma de tratarnos.
Mario R. Martín