
Alternativas inclusivas y fortalecimiento de recorridos pedagógicos
Este artículo está escrito con la intención de problematizar sobre la realidad de la educación en la escuela Media, sabiendo que la verdad absoluta no existe, que en educación, como en la vida, es cuestión de pensar y repensar las acciones y la práctica cotidiana, tratando de mejorar desde una mirada colectiva.
Profesor Ricardo Benitez – Coordinador General del Programa Club de Jóvenes y de chicos del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.
Un poco de historia
A la luz de la crisis social de los años 2000 y 2001, la escuela no tuvo más remedio que tomar partido. Con políticas y acciones elaboradas desde una concepción socioeducativa, desde el Ministerio de Educación y en esa coyuntura, se pensaron espacios alternativos donde se podía contener a los cientos de jóvenes que se caían del sistema escolar. Altas tasas de deserción en un marco de barrios en contextos de alta vulnerabilidad hacían necesaria la intervención del estado creando espacios donde los niños y jóvenes encontrasen un lugar mejor que la calle. Atento a la política educativa en el marco de “Deserción Cero” estos espacios cumplieron un rol fundamental, con gran éxito en su propósito.
Así surgieron una cantidad de programas que tuvieron gran impacto en una población vulnerable. Con una mirada puesta en las Escuelas Abiertas que se originaron en Brasil y experiencias similares en otros países Centroamericanos, la escuela comenzó a estar abierta en horarios extraescolares, los días sábados y en los recesos (vacaciones de invierno y verano). De esta manera se formaron equipos de trabajo con docentes y talleristas que llevaban a cabo actividades deportivas, artísticas y recreativas en las escuelas.
Una crítica posible, con mirada retrospectiva, es que las acciones que se desarrollaban en cada espacio dependían de factores particulares de cada lugar y de cada equipo que funcionaba en cada escuela, con lógicas que respondían a emergentes particulares de cada territorio. No había acciones pensadas desde lo programático. Esto pudo deberse, y esta es una mirada desde estos días, a estar transitando una nueva experiencia en un momento histórico complejo.
Estas iniciativas tuvieron una gran aceptación en la población y los trabajos realizados fueron cobrando fuerza en cada territorio, afianzándose con los años en cada barrio.
Hoy
Desde una casi unánime y variopinta mirada de pedagogos la escuela media está en conflicto. Pensada en un momento histórico determinado, se ha encontrado en la actualidad con una realidad compleja que tiene que ver con la crisis de las instituciones surgidas en la modernidad , con un gran número de adolescentes y jóvenes con necesidades que no son las mismas que hace unas décadas atrás.
En este contexto actual los Programas socioeducativos toman un rol preponderante. Los espacios para adolescentes y jóvenes el marco de estos dispositivos, como Escuela Abierta y todos sus programas en la Capital Federal u Orquestas y Coros Infantojuveniles a nivel nacional, se proponen un salto cualitativo con respecto al momento de creación de los espacios de este tipo dentro de los Ministerios de Educación.
Dichos espacios se presentan como un desafío para todos los equipos docentes que llevan a cabo tarea con población de Educación Media. La idea, siempre, es poder llenar de contenidos cada propuesta, que las mismas no sean compartimientos estancos y que haya ejes vertebradores, transversales que tengan una intención pedagógica.
Estos espacios mantienen lo que en su origen fue una premisa, donde la idea central era, y sigue siendo, tener una mirada sobre el joven como sujeto de derecho. Y esto es llevado a cabo con la condición de estar atentos a los procesos dentro de cada espacio transitado por jóvenes. En palabras de Marissa Torari, “en este marco, que los sujetos sean libres significa que ellos tienen siempre la posibilidad de cambiar la situación, que esta posibilidad existe siempre». De esta manera no se plantea que las instituciones, a través de los equipos docentes sean las que “enseñan” a ser libres o a que se sepan sujetos de derecho. La idea que acompaña cada propuesta es la de potenciar las habilidades, la de problematizar las situaciones y la de dar posibilidades de expresarse.
Esta posibilidad de expresarse es fundamental. Con ella se habilita la palabra, se trasmite, se conversa y se discute, se plantean puntos de vista y se defienden posturas. Favorece la resolución pacífica de conflictos. En mi opinión esta es una tarea que, hoy, el sistema educativo debe tomarse muy en serio.
El adolescente y el joven, en general, cargan con un estigma de parte de toda la sociedad. Esa franja etaria es mirada con desconfianza y es “la causa” de todo acto rebelde, de toda transgresión y toda culpa cae sobre ella. Este imaginario actúa como una gran etiqueta negativa. La posibilidad de ser escuchados y de poder expresarse atenúa este estigma e irrumpe como novedad, como posibilidad de poder transitar nuevas prácticas hacia nuevos horizontes.
Si los protagonistas de estos espacios, trabajando desde la grupalidad, con consignas ligadas y pensadas desde la superación de las dificultades, el trabajo en equipo, la solidaridad y el poder expresarse con libertad para entender que desde ahí las herramientas que pueden obtener indefectiblemente los harán “pararse” diferente y con actitudes positivas hacia cualquier tarea que encaren, como los contenidos en la escuela formal, las relaciones entre compañeros de la escuela y la vida en general.
Hoy, en un escenario de relación lábil entre el joven y la escuela, altos índices de repitencia, reingresos en el sistema escolar, cambios de institución o de turno en la misma escuela y un alto grado de fracaso y frustraciones, nos debemos pensar, como educadores y como sociedad desde políticas claras, estrategias a largo plazo desde un lugar de calidad educativa.
El desafío es ese, entonces, brindando espacios de calidad y de calidez a cada adolescente y joven que transite por ellos. Que la escuela sea un lugar donde se aprenda contenido pero también se aprenda a vivir con el otro.
Que la escuela, junto a la familia sea el pilar más importante de crecimiento y formación.