La suba abrupta del dólar, la inflación que sigue en aumento, la desocupación que no baja, la pobreza que crece, las inversiones que no llegan, la irremediable necesidad de pedir plata prestada al FMI, son síntomas inequívocos de crisis de la política, económica y social. ¿Una nueva crisis? No, la de siempre, la que lleva 60 años y parece eterna, solo apaciguada por momentos en los que, por desesperación, se incautaron dineros de los ciudadanos, descarada o disimuladamente.
Uno de esos momentos fue en 1991 cuando el gobierno de Menem, acuciado por la híper inflación heredada de Alfonsín y aumentada por sus propios desatinos, decidió convocar a Domingo Cavallo para implementar un Plan que entusiasmó a la mayoría pero al que algunos le pronosticaron un fracaso rotundo a partir del hecho de que, al fundamentar las medidas, dijo estaban basadas en un exitoso plan y ello era falso.
¿Cavallo conocía aquel Plan? ¿O solo fue un recurso propagandístico para convencer a la mayoría del pueblo, ignorante de la historia?
Sea como sea, una vez más, ahora, en este año 2018, en vistas de que la crisis, recrudecida por la herencia del gobierno anterior y la ineptitud de las medidas adoptadas por el actual, vuelve a castigarnos, ese Plan se nos ofrece como anillo al dedo.
El milagro argentino
Domingo Cavallo al anunciar en 1991 su prometido exitoso Plan de Convertibilidad, dijo que se basaba en el Plan económico que había permitido el famoso “Milagro Alemán”, esto es salir de la miseria, la destrucción de sus viviendas, calles, redes de agua, gas, electricidad y cloacas, la desocupación de casi el 70% de su población, la más absoluta falta de producción agropecuaria e industrial y tener que afrontar cuantiosas sumas de dinero como resarcimiento por daños de guerra (superiores en monto a cualquier deuda externa que se tenga conocimiento). Y Alemania lo logró en 5 años!!!
¿Cuál era ese plan? Nos preguntamos algunos, desconocedores de la historia y desinformados por medios de comunicación que maliciosamente lo ocultaron. Fuimos a los libros allí nos dimos cuenta que Cavallo nos mentía. Las medidas implementadas por el Plan de Convertibilidad nada tenían que ver con las que había tomado el gobierno de Konrad Adenauer en Alemania, seguidas por Italia y Francia, que permitieron no solo el milagro alemán sino el nacimiento de la Europa pujante, con crecimiento económico y justa distribución de la riqueza (*).
El plan del milagro alemán sigue siendo, para la Argentina, el mejor que se tenga conocimiento para aplicar y acabar con la crisis o las crisis recurrentes, como cada cual prefiera catalogarla.
Algunos dirán que Argentina no es la Alemania de pos guerra. Sin embargo las condiciones son similares solo que en lugar de encontrarnos con las mismas condiciones de manera abrupta como significó el final de la guerra, lo hemos ido logrando a través de un tiempo prolongado.
Tenemos pobreza, desocupación, marginación, inflación, falta de viviendas, ropas y muebles. Rutas y calles destruidas, vías del ferrocarril en desuso. No tenemos luz, agua ni gas (el sistema está colapsado ha dicho el presidente Macri), como tampoco cloacas. Los hospitales abarrotados, las escuelas deterioradas. No hay producción agropecuaria ni industrial suficiente para abastecer el frente interno, la mayoría se destina a la exportación pero el ingreso de divisas se ve superado por los egresos en bienes y servicios suntuarios y demasiado costosos.
¿Qué es lo que no es lo mismo? La visión, repentina, de un día para el otro como sucedió en Alemania, cuando pudieron salir de sus refugios tras los bombardeos y contemplar el desolador panorama, cuando regresaron los millones de soldados a las casas y calles, hambrientos y ya sin el sueldo de combatientes. Aquí nos fuimos acostumbrando, las patéticas imágenes fueron apareciendo cada día, cada mes, cada año.
Es momento de aplicar el plan. Es la nueva oportunidad del milagro argentino. La liberación de las fuerzas del trabajo, la desregulación de todas las medidas que permitan a cada argentino hacer lo que quiera en materia económica, el cambio de la moneda con sujeción de valores según la cantidad de que cada uno tenga para permitir el otorgamiento de un monto de dinero a cada argentino como capital de trabajo o adquisición de bienes, la reforma de la tierra con la concepción social cristiana, fueron las principales decisiones que permitieron el milagro alemán y que permitirán el argentino. Ya y ahora, de la noche a la mañana! Y la crisis será un recuerdo.
(*) En 1945 un plan similar comenzó a implementarse en la República Argentina con el triunfo en las elecciones del Partido Laborista, conformado por un grupo de dirigentes instruidos en la doctrina que fundamentaba la concepción económica en que se fundamentaron los líderes europeos de pos guerra y que llevaba al Teniente Coronel Perón como candidato a presidente. Una vez en el poder, Perón, abandonó esas ideas para darle características propias adaptadas a sus deseos mesiánicos, confundiendo de tal modo a la gente que ya nunca más se pudo distinguir entre peronismo y social cristianismo.
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