El feminismo radical
Por María Celsa Rodríguez
El feminismo radical, el»radfem», es una corriente que últimamente ha tomado protagonismo por sus manifestaciones en la vía pública, donde se desnudan, gritan, bailan, insultan a los hombres, al patriarcado y a la Iglesia. Por ello, para las feministas la opresión machista comprende todos los órdenes de la vida, aunque esto sea incoherente.
El feminismo ha pasado por varias olas
- La primera ola comienza en el Siglo de las Luces, y su figura preponderante fue Mary Wollstonecraft, la autora del libro «Vindicación de los derechos de la mujer», quien escribió: «No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres sino sobre ellas mismas». Y esto fue impulsado por las mujeres que han logrado ser dueñas de sus propias historias. Profesionales, científicas, escritoras, nadie nos ha impedido ser lo que deseamos ser.
- La segunda ola fue la del protagonismo político y empezó con el sufragismo, que va desde el Manifiesto norteamericano de Séneca Falls (1848) hasta el final de la Primera Guerra Mundial, donde se reclaman derechos civiles y educativos y el derecho al sufragio. En algunos países esta ola va hasta la mitad del siglo XX.
- La tercera ola comienza en la mitad del siglo XX hasta la primera década del siglo XXI. Se reivindicaron los derechos sexuales con la aparición de los anticonceptivos, la libertad sexual, los derechos reproductivos y su programación familiar, el fin del sexismo escolar, la lucha contra la violencia contra la mujer. Es considerado el siglo de la mujer.
- La cuarta ola del feminismo, la ven como la muerte del patriarcado y según las feministas fue posicionarse con la Marcha de las mujeres americanas, al día siguiente de asumir como presidente de los Estados Unidos Donald Trump – el 21 enero 2017. Resaltándose dos momentos: la declaración de Meryl Streep, y su frase: «La falta de respeto, incita a más falta de respeto. La violencia, a más violencia». El segundo momento con la declaración de Oprah Winfrey, en los Globos de Oro: cuando dijo: «Quiero que todas las niñas que vean esto sepan que tenemos por delante un nuevo día”. Y por último el #MeToo que solo acentuó el odio hacia el hombre y su sexualidad, como un acto de violencia y desprecio.
En su libro «De la mujer de tu vida a la enemiga de tu vida», Armin Martin A escribe: «El feminazismo es una filosofía de odio. Odio a la maternidad (el derecho al aborto), odio al matrimonio (para ellas es patriarcado). Odio al hombre heterosexual (criminación a todos los hombre) y odio a la mujer femenina que representa justamente los valores contrarios a estos. Es por tanto una ideología tóxica y decadente, ya que invierte los valores sanos y positivos por los negativos. La muerte en vez de la vida, la destrucción en vez de la construcción.
Para muchos pensadores el feminismo de hoy es puro feminazismo, una corriente de pensamiento y de acción política totalitaria, sectaria y fanática que envenena la convivencia entre hombre y mujeres.
El feminismo radical o feminazismo no quiere la igualdad de derechos y obligaciones, no buscan la igualdad de oportunidades, no quiere un concurso limpio de méritos. Lo que quiere es la discriminación positiva, un atajo para acortar y facilitar la conquista de los puestos importante de poder para las mujeres y gozar de un trato jurídico favorable.
El feminismo busca que el poder esté en manos de las mujeres, es decir que haya más juezas que jueces, más ministras que ministros, más directoras que directores, y sobre todo, que las mujeres gocen de privilegios por el hecho de ser mujeres.
La idea de la discriminación positiva insulta a todas las mujeres, pues las considera incapaces de alcanzar por si solas el progreso profesional si no es por medio de atajos como las leyes de género.
La discriminación no es positiva ni negativa, es simplemente discriminación y como tal es anti-democrática, anti-jurídica y anti todo.
Esta bobada, esta perversión es una de las principales banderas del feminismo y es apoyada por muchos políticos hombres (generalmente políticos de izquierda) para presumir de progresistas. En realidad no son más que tontos útiles… El feminazismo es una ideología siniestra, genera rencor, discriminación, conflictos y lucha estúpida de clases: hombre contra mujeres. Sus militantes tienen en común el odio al hombre (misandria) y el culto al lesbianismo. Son otras castas…
Empiezan por negar el derecho al hombre sobre su hijo recién concebido, el narciturus (término jurídico que designa al ser humano concebido, pero no nacido). Nosotras parimos, nosotros decidimos [dicen]. Luego niegan el derecho de los padres a criar y estar con sus hijos (custodia materna).
Las feministas sienten un odio visceral al hombre heterosexual (al que les gustan las mujeres femeninas) y un deseo enfermizo a destruir la familia… basan su lucha diaria en una paranoia que ellas mismas han creado: la paranoia de la violencia del varón hacia la mujer.
Pretenden crear un estado de paranoia colectiva donde todo varón es sospechoso de ser un machista maltratador. Su campaña de propaganda consiste en magnificar extraordinariamente el impacto social que tiene unos pocos casos de asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas… y elevarlos a la categoría de lacra social… desgraciadamente ha existido siempre, es lo que antes se llamaba crímenes pasionales». [1]
Carlos Gallego Martín en su libro » Por Ellas, Para Ellas… Y de Ellos» escribió: «Las hembristas utilizan procedimientos punitivos para dominar al hombre, su poder económico y moral, explotando sus puntos débiles en la relación para doblegarlo y dominarlo, sin por ello renunciar a la fuerza física si se presenta una oportunidad favorable… Pero no solo existe un hembrismo coercitivo y visible. También hay un otro oculto, encubierto e invisible, en cierta manera equivalente inverso de lo que las feministas de género llaman `violencia simbólica’.
El hembrismo encubierto utilizan técnicas de manipulación relativamente sutiles para obligar a los hombres a hacer lo que ese grupo de mujeres quieren» [2]. ¡Los humillan!
El aborto saca a los hombres de la escena cuando ellos son protagonistas junto a la mujer de esa vida que se está gestando. Sin embargo la poca racionalidad de los hombres que se alinean al feminismo, – y a quienes se lo identifican como feministos-, en su lucha a favor de la legalización del aborto, se fagocitan en una pendulación en donde los dos sexos exponen una falta de responsabilidad en los efectos de sus relaciones consensuales y se rigen carentes de reglas de protección, tanto de la mujer que no consumen anticonceptivos, también de los hombres que no usan profilácticos.
Si ella queda embarazada el aborto es la solución al problema. Eso piensa ella. Mientras él se quita de encima la responsabilidad por la paternidad o va buscando a otra en su lista, ajeno de toda carga de conciencia.
Las feministas en esta perdieron porque le quitaron al hombre la obligación de «hacerse cargo» y ellas pretenden usar el aborto como un nuevo método anticonceptivo a riesgo de perder con el tiempo sus órganos genitales.
El feminismo quiere terminar con el machismo, pero irónicamente -insisto-, lo liberaron al hombre de cuidar y de asumir la responsabilidad de su hijo por nacer, pero lo más importante es que estos, perdieron el derecho a decidir la vida de sus hijos en gestación.
La muerte al macho es un eslogan que se ha materializado en muchos casos, el más mediático es el de Nahir Galarza quien mató a quemarropa a su ex novio con el arma de su padre.
Ahora es el tiempo de la muerte al feto, al hijo que llevan en su vientre.
Y en una Universidad de España, en la Complutense de Madrid, se ha visto un cartel pidiendo la muerte de los heterosexuales.
El nazismo esta envenenando al colectivo de género, ¿nos quiere matar a todos? ¿No sería más racional que hagan su vida y que respeten las nuestras?
La cuarta ola es la del ciber activismo, donde Internet es el campo de «batalla» a través de los foros, y las redes sociales. Se dedican a hacer campañas que marcan las desigualdades, y reclaman el aborto, la muerte del machismo y del patriarcado, en que se dedican a atacar al hombre y a la mujer femenina e imponen un lenguaje de género, sin embargo no defienden asuntos de verdadera importancia como las mujeres y niñas muertas por la dictadura venezolana, ni el maltrato a las Damas de Blanco en Cuba, ni el maltrato a la mujer islámica, ni los casamientos obligados de las niñas en Oriente Medio o el bullyng escolar. Tampoco les preocupa que a las mujeres islámicas se les prohíba viajar, comprar o vender, ir a la escuela, manejar, someterse a procedimientos médicos. Tampoco les preocupa que la secta radical Boko Haram en Nigeria secuestre y viole a mujeres, en Mosul que se las lapiden y en Raqqa que se las venden como esclavas.
Para estos colectivos, en su hipócrita campaña, solo se interesan por los piropos, mostrarse desnudas, hablar un lenguaje sin O, atacar a los hombres, hacer graffitis con frases de muerte, expuesto en un circo urbano sin sentido. Con sus pañuelos verde, color que representa a Mahoma, – es un símbolo del terrorismo islámico -, inserto en un colectivo provocador, que exige obediencia a una ortodoxia incoherente.
Referencias:
[1] Libro «De la mujer de tu vida a la enemiga de tu vida», de Armin Martin A.
[2] Libro » Por Ellas, Para Ellas… Y de Ellos» de Carlos Gallego Martín.
María Celsa Rodríguez Mercado
Directora de ChacoRealidades – www.chacorealidades.blogspot.com.ar Analista del Circulo Acton Chile – @CirculoActonChile
Ver también
https://www.sextaseccion.com/informes/el-feminismo-es-revolucionario-para-los-hombres/
https://www.sextaseccion.com/comentarios/el-genocidio-censurado/