Que los trabajadores de la Policía de la Provincia de Buenos Aires eternamente han afrontado las distintas crisis económicas por las que ha pasado nuestro país siempre en la consoladora consigna de “al mal tiempo buena cara”, no es ninguna novedad.
La imposibilidad de efectuar los reclamos que todo otro trabajador tiene en nuestro país, por la caprichosa determinación constante de los sucesivos gobiernos nacionales de no reconocer a los mismos el derecho consagrado en la Constitución Nacional y reafirmado por su igual del distrito provincial bonaerense ha contribuido a ello en gran medida no obstante lo cual se puede asegurar que por otra parte este tipo de trabajador, debido a su formación y aprecio por la labor que desempeña en bien de la sociedad ha creado una conciencia de responsabilidad de asumir, pese a todas las carencias, entre la que se incluye una escala salarial siempre baja y en desventaja en comparación con otros empleados públicos, su rol de servidor público cabal, dejando de lado incluso sus propios intereses personales y la posibilidad de mejorar la situación de su familia. El policía siempre ha cumplido, salvo en las muy contadas ocasiones en que la gota de injusticia rebasó el vaso.
Desde siempre también hemos escuchado de parte de las distintas conducciones políticas provincial ante cualquier tipo de sugerencia de mejorar situaciones económicas o con respecto a la necesidad de reconocer una representación gremial de los policías en beneficio general para la mejora del propio servicio de seguridad brindado a la comunidad, de que “no era el momento oportuno”.
En casi cincuenta años en las filas policiales y en honor a la verdad debo reconocer que NUNCA HA SIDO PARA LA POLICÍA EL MOMENTO OPORTUNO DE MEJORAR, eso sí para hacer purgas, justificar exoneraciones en cantidad en que nunca se aclara si fueron actos de corrupción verdadera o abandonos de servicio u otras causas que no pueden catalogarse como de lo que se señala, en estos casos el momento “siempre ha sido oportuno”, aunque cualquier análisis no puede otra cosa que demostrar que tras varios de gobierno, el fracaso de la conducción política e institucional es lo que a primera instancia se deja ver.
Ha quedado suficientemente demostrado en forma pública, aunque nadie parecer haberlo escuchado que muchos camaradas de bajo rango “viven de lo que ganan en los servicios de policía adicional”, entre los cuales sigue resultando inexplicable los atrasos de varios meses en sus pagos, en razón de que los haberes correspondientes se encuentran afectados por descuentos por créditos o préstamos que lo llevan a cobrar “Cero peso” de sus sueldos.
¿Dónde habrán quedado aquellas viejas disposiciones respecto al porcentaje que se permite a un efectivo comprometer de sus haberes? ¿Quiénes y porque son beneficiados en forma más que millonaria otorgando esos créditos o préstamos de cobro asegurado, que lleva a nuestros camaradas a afrontar esas situaciones, eternamente empeñados y sin poder sacar la cabeza. Más o menos como en los antiguos obrajes de “La Forestal”.
Una falta de respeto a todo el personal ha significado la no observancia por parte de la conducción política de no respetar el resultado de las elecciones para las autoridades de la Caja de Retiros, Jubilaciones y Pensiones, dejar en forma “vitalicia”, a integrantes del Fondo de Ayuda Financiera y no respetar tampoco el resultado de las elecciones en que se eligieron los otros cargos.
Cuánto tiempo se hubiera ganado si desde un principio se hubiera dejado en claro por quién correspondía que todo se haría “a dedo”, por supuesto con la complicidad de quienes podrán ser nuestros compañeros pero nunca nuestros camaradas como lo he citado en otras oportunidades.
Otra falta de respeto es la soltura con que se maneja “NUESTRO DINERO”, si exclusivamente NUESTRO, de la Superintendencia de Servicios Sociales, la compra de dos hoteles más o menos en las sombras sin al menos conocido llamado a concurso o licitación, y que se dan a conocer una vez concretada la operación sin que se especifique a los aportantes, condiciones, precio y demás, aprovechando la oportunidad que da la no aceptación del representante de las entidades representativas conforme a lo que establecen las normas así lo demuestra.
Y hablando de Servicios Sociales, aunque parezca mentira aún continua, vaya uno a saber porque designio o interés particular el famoso convenio con una entidad privada con domicilio incluso en otra provincia, que no sabemos muy bien como interviene en los servicios fúnebres ocasionando la perdida de dinero que debería ir a manos de los familiares pero termina en las de otro y en cantidad suman millones por muchos años.
Promesas de solución, hasta ahora siguen siendo solo eso: promesas. Entiendo más que válido el título de la presente editorial, los trabajadores policiales de la provincia de Buenos Aires soportan estas y otras cuestiones, no exigen “flan”, no extorsionan, no se manifiestan, aguantan y aguantan, con la eterna esperanza de que al menos se los respete.
Miguel Ángel Reynoso – Secretario general – APROPOBA, Asociación Profesional de Policías de la Provincia de Buenos Aires.