No creí volver a escucharlo…Pensé que los argentinos si bien no hemos aprendido a ganar, al menos habíamos aprendido a perder. Pero no, como en todos los órdenes de la vida en sociedad, nada hemos aprendido.
Reiteradamente volvemos a revolcarnos en el barro de las miserias de la deslealtad, el desprecio de los demás, el irrespeto a las normas.
Seguimos ocultando nuestras culpas de fracasados culpando a quien circunstancialmente se nos ocurra como causante de ellas.
“Si en la menor importancia de las cosas del fútbol, toleramos la privanza de una moral así entendida líbrenos quien pueda de nuestras miserias morales en otros órdenes capitales de la convivencia en sociedad”
No asumimos las falencias que tenemos, ni queremos hacerlo, preferimos echarles la culpa a los árbitros, ahora al VAR, a la FIFA, Conmebol, AFA, los organizadores, a la conspiración de cualquiera. Tal cual como hacemos con el frío, el hambre, la marginación de millones de compatriotas, sin importarnos cuanto hemos hecho para que esto suceda y señalando a los gobernantes, el FMI, el neoliberalismo, el marxismo, el imperialismo, nunca a nosotros mismos.
Seguimos con el patético “campeones morales”. Rechazamos el premio cuando no es el primero sin respeto por quien nos ganó, pero aceptamos cuando nos lo dan aunque haya sido obtenido a punta de fusil y soborno o con un gol ilegal hecho con la mano…Ahhh en ese caso se trata de “picardías”…“vivezas criollas”. Y encima nos la creemos, nos consideramos los mejores del mundo.
Fingimos aceptar las reglas de juego, hasta donde nos convenga, siempre hay tiempo para denunciarlo y entonces justificar nuestras derrotas diciendo que estaban hechas para favorecer a quien fuera que nos gane. Así hacemos a diario, no respetamos nada, ni las leyes, ni las decisiones de los jueces, autoridades, ni los derechos de los demás. Les hacemos piquetes y listo.
La cultura barra brava está en nosotros, somos guapos 10 contra 1 pero cobardes para enfrentarnos cara a cara y aceptar con valentía la superioridad del otro.
Esa es la sensación que tengo tras las tristes imágenes y voces que se ven y escuchan a través de los medios que en lugar de señalar los errores avalan los comportamientos indecorosos. Otra demostración de la decadencia moral, ya ni siquiera quedan personas que nos señalen los caminos equivocados. En realidad no los hay porque nunca quisimos escucharlos, preferimos a los que son de nuestra misma condición, insidiosos, ignorantes, devenidos en periodistas o comunicadores con ningún mérito o lo peor, con pésimos antecedentes.
Creí que podría escribir sobre el fútbol, sobre la actuación de la selección argentina. Analizar sobre su juego, poder señalar los aciertos y errores, tratar de explicar el desarrollo de los partidos. Nada de ello me es posible. Los condicionamientos a los comportamientos de los jugadores, seleccionadores, dirigentes, medios de prensa que influyen sobre ellos, determinan los por que en lugar del cómo.
Creo oportuno reproducir algunos escritos de ese extraordinario periodista que supimos leer los argentinos, Dante Panzeri, que señala con notable claridad sobre lo que ya sucedía en los años 1950 y que profetizaba sobre lo que sucedería y que, inexorablemente, está sucediendo.
“Todo el deporte sin excepción está reglado por una norma de ética, de respeto al adversario y de lealtad para con uno mismo…Tanto es antideportivo, desleal e irrespetuoso triunfar con malas artes, como renunciar deliberadamente al triunfo (NdR: Trampa del orsay, simulaciones de lesiones, tirar la pelota afuera del campo) y cuando no se defiende tanto cabe su castigo como la descalificación de quien a criterio de los jueces haya triunfado por esa vía…”
“…Pero no importa. El fútbol no puede tener una moral diferente a la de otros deportes. Moral existe una sola, en cualquier orden de la vida, tanto para regir nuestros pasos más íntimos como los más visibles. Y el fútbol está afectado a esa moral. A la moral, mejor dicho, que es una sola. Y obligados a cuidar de ella están quienes dirigen al fútbol.”
“…Su raíz está en una moral colectiva – una mala moral colectiva – que ha dado en aceptar que nadie mande al descenso a nadie. Y esa mala moral colectiva, apañada por los sensibleros que especulan con la debilidad de las convicciones y principios de éticos de las masas, ha llegado con tal fuerza al seno de las comisiones directivas responsables como para envolver también a ellos entre quienes se suman a la tolerancia sobre el que elude impuestos o burle la ley (NdR: Corrupción agregaríamos hoy)…”
“…El espectáculo del fútbol es más serio y obligado a responsabilidades mayores que los prejuicios a los cuales no puede ni debe atender más allá de la atención que por prudencia pueda llevar a disponer las garantías capaces de impedir que las sensiblerías se trasmitan al campo de juego…para eso hay policías, hay entidades que en su condición de locales están obligados a dar las garantías que el visitante necesita…”
“…El pueblo tiene razón por vía del derecho; jamás puede tener razón por vías del prejuicio ni de lo prepotente. El dirigente tiene a su vez una responsabilidad que no debe confundir con “culpa”…los desórdenes en el fútbol ocurren por razones que hacen a otras baldosas que se dejan flojas dentro de la educación integral del individuo como deportista o como espectador…”