Quizás no suena tan relevante teniendo en cuenta la historia reciente de nuestro básquet nacional, pero vaya si lo es. La generación dorada nos puso en el escalón máximo del básquet mundial y tal parece que, lejos de ser una presión, se convirtió en un incentivo para que este nuevo grupo de jugadores sientan la misma pasión y ambición por el juego.
Hoy quedó demostrada la seriedad con la que el plantel y el cuerpo técnico encararon este campeonato, con un objetivo claro que fue alcanzado sin dudas en el campo. El encuentro contra Venezuela dejó a la vista esta convicción.
Más allá de ser rivales conocidos, lo cual en ocasiones no da lugar a sorpresas, el equipo argentino supo manejar las acciones desde el inicio. No quedaron dudas, cada cuarto del juego resultó con un tanteador a favor de nuestra selección. Con roles claros y una defensa comprometida, el plantel argentino obtuvo buenos aportes de todos los jugadores que vieron minutos en el campo de juego. Para destacar, Gabriel Deck logró su máxima marca con la selección aportando 25 ptos., además de 4 rebotes, 1 recupero y 2 asistencias.
Clasificarse a cuartos de final de manera invicta invita a seguir ilusionándose, no sólo pensando en este campeonato sino en un futuro cercano, ya que quedó más que demostrado que hay un equipo consolidado, constituido por grandes promesas y un estilo de juego propio, quizás con un poco de herencia dorada.
El domingo a las 9:00hs de Argentina, el seleccionado enfrentará a Polonia para definir su posición en la zona y determinar el cruce en cuartos de final.
Fotos: FIBA