El arzobispo de Bahía Blanca, monseñor Carlos Alfonso Azpiroz Costa OP, dedicó su mensaje por el Mes de la Educación a reflexionar sobre “lo que muchos sintetizan como ‘emergencia educativa’”.
El prelado invitó a las comunidades educativas a “unir los esfuerzos por una ‘alianza educativa amplia’ para formar personas maduras, superar las fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna”.
“Esto se logra con valentía”, sostuvo citando al papa Francisco y planteó tres aspectos de ella: “Valentía de colocar a la persona en el centro”, “valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad” y “valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad”.
El arzobispo hizo un itinerario de textos evangélicos que “hablan del ‘maestro’, de preguntas y respuestas, de búsquedas y anhelos, de sinceridad y falta de ella”, recordó “el trato sencillo y a la vez respetuoso de aquellos que sin pedir diplomas o títulos llamados y reconocer a los demás como ‘maestros’”.
Asimismo, destacó que los maestros y profesores, doctores, directores y docentes, estudiantes y alumnos que “más se establecen ¡son los que realmente se hacen servidores!, los que ponen sus conocimientos y talentos al servicio de los demás, los que no pretenden ser servidos sino servir”.
El prelado enumeró tres claves de este servicio: “Enseñar al que no sabe, corregir al que se equivoca, dar buen consejo al que lo necesita, perdonar las injurias, consolar al triste y sufrir con paciencia los defectos del prójimo”.
“A través de la docencia y de nuestra experiencia como estudiantes reconocemos que la más bella semilla que maestros y profesores han dejado germinar en nuestras mentes y corazones es la de devolver a la comunidad lo que hemos aprendido: servir”, sostuvo.
“El verdadero maestro, profesor, docente… es quien anima a quien aprende a poder, a su vez, enseñar a las nuevas generaciones lo que ha cosechado en la propia vida. Al final de la vida seremos examinados en el amor y servir es amar”, agregó.
Al dirigirse a los “queridos estudiantes, alumnos, discípulos, maestros y profesores, directivos… los que tienen título y los que han adquirido honoris causa”, monseñor Azpiroz Costa expresó su agradecimiento por “su servicio en favor de la comunidad, de los demás”.
“Vaya mi gratitud y homenaje porque se asemejan a Jesús, a quien reconocemos como Maestro: aquel que no vino a ser servido sino a servir. También reconocí a María, verdaderos discípulos, como Madre y Maestra, en este día (12 de septiembre) en el que celebramos su Dulce Nombre. Ella se reconoce como la Servidora del Señor, aceptando la Palabra que se encarna en su seno para darnos la Vida en abundancia… ¡La Verdad y Vida que nos hará libres!”, concluyó.