Nuevos cuentos de Adrián Rusak.
El primer día de Guadalupe
El sol del lunes asomaba y la pequeña Guadalupe se levantaba de su cama, con la certeza de que no sería simplemente un día más.
Hoy empezaba una nueva etapa en su, todavía corta, pero muy importante vida… ¡Porque comenzaba sus clases en primer grado!
Así, fue al baño a cepillar sus dientes con una pasta dentífrica infantil de frutilla, ya que la de sabor menta que usaban los mayores, no le gustaba. ¡Odiaba la menta!Después de hacerse unos buches con agua y lavarse las manos, la niña se dirigió al comedor para desayunar con su hermanito Julián, quien solía enojarse porque ella siempre se presentaba con el pijama puesto.
¡Y así, entre galletitas y chocolatada, llegó la hora de ir a la escuela!
¡Luego, ambos hermanitos se cambiaron y su nuevo guardapolvo, blanco como las nubes, se probaron!¡En un abrir y cerrar de ojos, la chiquilla ya se encontraba dentro de la escuela, contemplando sus imponentes instalaciones!
¡Desde sus ojos de niña, aquél era un lugar enorme, lleno de aulas y con muchos niños corriendo por los amplios pasillos!Al ver a su hermanita desorientada, Julián tomó su mano y caminó junto a ella para encontrar su aula.Una vez que llegaron a su destino, la pequeña Guada conoció a su maestra Viviana.Y como su hermano ya la conocía por haberla tenido en primer grado, le contó sobre la bondad de aquella docente, para finalmente marcharse tranquilo a su aula.
¡Después, Guadalupe también se reencontró con sus amiguitas de jardín y se puso muy contenta!¡Acto seguido, la señorita se presentó rápidamente con los alumnos y comenzó con la clase!¡La letra “A” fue la primera que lo niños conocieron, con dibujos divertidos y una paciente charla didáctica!
¡Mientras aprendía, la pequeña se fascinaba al vivir esa experiencia educativa y al ver a su maestra con tanta dedicación, pudo ver lo que quería para su futuro!¡Si, con tan poca edad, supo con seguridad lo que anhelaba ser cuando fuera grande!¡Ella quería ser maestra!
¡Y con esa certeza, al tocar el timbre, salió de la escuela para ir corriendo a contárselo a su mamá!Hoy, Guadalupe ya es una señora, que vive nuevamente un primer día de escuela… ¡Pero como maestra!
¡La directora del colegio es su adorada maestra Viviana, que hoy se entera de esta maravillosa anécdota, de boca de la mismísima Guada!¡Esa mujer que fue su alumnita y a la que ahora abraza, muy emocionada!¡Porque eso es lo maravilloso que tiene la educación!
¡La vocación por querer enseñar y lograr que otra persona también quiera trasmitir conocimientos a las próximas generaciones!
La luna y el abuelo
Aquella noche de verano, el pequeño Nicolás continuaba jugando en la pileta de su casa, a pesar de que sus padres le habían ordenado que saliera de la misma porque ya era muy tarde.Los progenitores de aquél niño, renegaban a diario con sus caprichos, por lo que no había nada novedoso en aquella noche.
Y así, mientras el infante continuaba jugando con sus barquitos en el medio de la piscina para que no lo pudieran sacar de allí, repentinamente vio a su abuelo Crecencio, o “Criya” para sus familiares y amigos, salir al patio.
Lleno de picardía, Nicolás se preparaba a salpicar con agua a su abuelo cuando éste se acercara para retarlo pero, lejos de hacer eso, el anciano elevó su mirada al cielo para observar la Luna.Así, mientras “Criya” suspiraba profundamente y la luz de la Luna bañaba su rostro con su luz, el pequeño Nicolás lo observaba sorprendido. Quizás sin ninguna lógica real, el pequeño imaginó que en ese momento, su querido abuelo pensaba en su fallecida esposa, tal vez buscándola en esa Luna o en el brillo de las estrellas.
Tal vez no fue así y Crecencio estaba reflexionando sobre cualquier otra cosa, o simplemente se encontraba agobiado por el calor de aquella noche. Pero a todos los niños les gusta quedarse con su propia versión de los hechos, por más incomprobables que sean.Especialmente si esos sucesos hablan del amor eterno que siempre se tendrán, entre sí, sus amados abuelos.
La consulta
Ese día, dentro de su oficina, Yelina comenzó a sentirse muy agobiada.Repentinamente, su vista se había nublado frente al monitor.Pensando que su problema radicaba en su vista cansada, por estar horas frente a la pantalla, recurrió a sus amadas gotas para ojos.Pero grande fue su sorpresa al notar que su inconveniente no se solucionaba, sino que al contrario, se agudizaba más y más.
Aunque pronto descubrió no era solamente ese el problema, ya que al subir al siguiente piso del edificio para dejar unos informes, notó que se agitaba demasiado y su corazón palpitaba muy rápido, como nunca antes había experimentado.
Preocupada ante estos síntomas, acudió de inmediato, a ver a su doctora de cabecera.Así, mientras la profesional le realizaba los estudios pertinentes, Yelina reflexionaba sobre qué clase de enfermedad podría estar aquejándola y que tan largo sería el tratamiento para llegar a estar completamente curada.
Al terminar de realizar los estudios, aquella doctora la miró muy seria durante unos segundos, en los cuales su cabeza comenzó a pensar en lo peor… ¿Acaso tenía una enfermedad incurable?Aunque todas esas preocupaciones desaparecieron cuando la médica esbozó una leve sonrisa y exclamó “¡Yelina, todos tus estudios salieron maravillosamente bien, no tenés nada malo en tu cuerpo!”.
Contenta, pero sin entender, ella también sonrió y la profesional prosiguió con su explicación “Seguramente estas pasando por un pico de estrés, necesitas descansar y tomarte vacaciones ¿Cuánto hace que no te tomas unos días para vos sola?”.
Al notar, sorprendida, que esa particular paciente buscaba en su mente un día que se hubiera tomado para relajarse, la doctora firmemente decretó “¡Muy bien, voy a anotarte esta receta y necesito que la sigas al pie de la letra! ¿Entendido?”.
Yelina asintió decidida con su cabeza y, luego de sonreír nuevamente, la médica le dio aquél papel y la despidió con un beso.Al salir, mucho más relajada y aliviada, levantó su mirada y pudo ver el brillo del sol, mientras escuchaba el melodioso cantar de los pájaros.Segundos después, muy intrigada, abrió la receta y descubrió un mensaje que rezaba: “Yelina, la vida es una sola. ¡Y es hora de que empieces a vivirla! ¡Felices vacaciones!”.
Al leerlo, Yelina no pudo contener la risa que salía de ella, llena de alegría… ¡Porque finalmente, comenzaría a vivir plenamente, con la tranquilidad que realmente merecía!
La ronda
Había una vez, no hace mucho tiempo, un grupo de niños y niñas jugando en una ronda.Así, aquellos infantes disfrutaban del día alegremente, hasta que uno de ellos se preguntó “¿No creen que lo pasaríamos mejor siendo adultos? ¡No tendríamos que pedirle permiso a nuestros papis y podríamos quedarnos a jugar hasta la hora que quisiéramos!”.
Ante tal interrogante, una de las niñas respondió “¡Si fuéramos grandes, quizás tendríamos muchas obligaciones que nos impedirían jugar! ¡Y ya nada sería igual!”. Tal contrapunto, despertó un inesperado debate entre aquellos infantes.Algunos de ellos juraban que, a pesar de crecer, nunca dejarían de jugar y divertirse.Otros aseguraban que el trabajo y las preocupaciones de todos los días, harían que el juego sea olvidado para siempre.
Al escucharlos discutir, el abuelo de uno de los niños se acercó a ellos y exclamó unas sabias palabras “¡Escúchenme, niños! ¡Por favor, no discutan tanto sobre su futuro, ya que ese malandrín es impredecible y no tiene sentido pelearse por lo que todavía no llega, disfruten del ahora! ¡De este día tan hermoso, como quienes son hoy, unos chicos y chicas alegres y saludables!”.
Y así, al terminar de exponer su mensaje, el anciano sonrió y se marchó nuevamente a su asiento, para continuar leyendo el periódico. Mientras tanto, los pequeños lo miraban y pensaban en aquella gran enseñanza… ¡Hay que vivir el presente disfrutando cada instante y cada etapa de nuestra vida con plenitud, y sin apuro! Porque como todo en nuestra existencia… ¡El futuro llegará a su debido tiempo!
La votación
Aquél era un domingo invernal y Humberto se preparaba, con mucho mal humor, a salir de su hogar. Él sabía muy bien que debía cumplir con su “obligación de ciudadano” e ir a votar.Aunque realmente veía en ese acto cívico, un atropello a su derecho adquirido para descansar plácidamente en su casa.Después de todo, había trabajado toda la semana, de sol a sol, en aquella vieja fábrica textil.
Pensando en eso, mientras caminaba a la escuela asignada para emitir su voto, masticaba su bronca y murmuraba insultos… ¡Casi como queriendo sacar, de alguna manera, la furia que provocaba en él esa situación!
Al llegar a su destino, se dirigió a la mesa que le correspondía y se puso en la fila de votantes, aguardando su turno.Mientras esperaba, comenzó a imaginar y planificar en su mente, una pequeña venganza… ¡Nada más ni nada menos, que votar en blanco!
Porque, sinceramente… ¿Quién podría culparlo por pensar de esa manera? ¡Los políticos siempre realizaban promesas que nunca cumplían! ¡Y en su país, las cosas nunca cambiaban! ¿Por qué depositar su voto en una persona o partido en el que realmente no creía?
Luego de esa reflexión, lejos de toda tristeza o culpa, Humberto sonrió ante la mirada de los demás ciudadanos, quienes lo observaban curiosos y sin entender porque se mostraba tan alegre.
Así, con el pasar de los minutos, continuó con esa sonrisa dibujada en su rostro, hasta que llegó su turno para acercarse a presentar su documento de identidad y retirar su sobre.Al verlo con una sonrisa imborrable, todos los integrantes de la mesa se mostraban sorprendidos ante aquella situación tan poco habitual.
Fue en ese momento que, al entregarle el sobre, la Presidenta de la Mesa lo felicitó por la alegría desbordante que veía en él y le dijo “¡Por fin veo a una persona como usted joven, me emociona mucho que una persona venga a votar con tanta felicidad y comprenda que este acto no es solo una obligación, sino que también es una fiesta de la democracia! ¡Todo el mundo debería tener su entusiasmo y valorar que hoy tenemos una posibilidad que se nos negó durante años, y de la peor manera posible!”.
Ante tales palabras, tan llenas de coherencia y convicción, Humberto sintió dentro suyo mucha vergüenza… ¡Pero también una gran emoción!Convencido y sin perder su sonrisa, guiñó un ojo a aquella señora y agarró el sobre, para entrar al cuarto oscuro y tomar su importante decisión.
Allí dentro, vio cada boleta partidaria con atención, comprendiendo la importancia que tenía aportar su granito de arena para cuidar y mantener la libertad de expresión en su patria.¡En ese acto, sabía que también elegía el modelo de país que soñaba para su futuro y el de millones de compatriotas!
Finalmente, completamente decidido, tomó la boleta y la colocó en su sobre para depositar en la urna su voto, con la sonrisa más grande que había tenido en su vida.Y al salir, se dio cuenta que había contraído un gran compromiso… ¡El Compromiso Democrático!
El lector
Allí estaba Manuel, regresando de la secundaria junto a su mejor amiga, Raquel.
Pero a pesar de estar en muy buena compañía, aquél adolescente estaba muy molesto porque su profesora de Literatura le había ordenado leer un libro para la semana que viene, en la que tomaría una evaluación a toda la clase. ¡Nada más ni nada menos, que una novela de 120 páginas!
Aunque el verdadero motivo de su fastidio no era la extensión de ese libro, sino que a él no le gustaba la lectura. ¿Cómo podría lograr leer tanto en tan solo unos pocos días?Fue así que, ante la mirada de su compañera, comenzó a navegar por la web a través de su celular, buscando algún resumen de su libro asignado.¡Y enorme fue su alegría, al ver que esa obra tenía una versión cinematográfica!
Riendo y desbordado de felicidad, le contó a su amiga, la gran noticia ¡Esa misma noche, vería la película comiendo unos ricos pochoclos, en el living de su casa!Alarmada y sorprendida por tal afirmación, Raquel se acercó a Manuel y le aconsejó desistir en su idea.Con paciencia le explicó que, si bien los largometrajes son un gran medio para contar historias, el libro tuvo siempre una “magia especial”.
¡Solamente en esas páginas, él podría transformarse en parte fundamental de la historia, imaginando cada personaje, escenario, ropa u objeto utilizado en la trama! ¡Y hasta podría tener su propia versión de cada escena, dentro de su preciosa mente!
Luego de escucharla, Manuel miró sorprendido a su amiga y asintió con su cabeza, desechando aquél deshonesto plan que había tramado.¡Y esa misma noche, el joven se sumergió en el relato que habitaba en las páginas de esa bella novela, logrando disfrutarla al máximo!¡Así, unos días después, obtuvo un 10 en la nota de su examen!
Aprendiendo de esa manera, que ser honesto tiene su premio… ¡Y que no hay nada mejor que disfrutar de una maravillosa obra, siendo un gran lector!
La maestra y el alumno
Un día cálido de Septiembre, Noelia va a la escuela con la alegría de siempre, con ganas de llegar y poder trasmitir interesantes conocimientos a sus pequeños alumnos de primer grado.
Al entrar al aula, ve sentado en su pupitre a Julián, escribiendo angustiado en su cuaderno de clases.Noelia se enternece al ver al pequeño y se acerca, tomando una silla y sentándose junto a él.
- Noelia: ¿Qué te pasa Juli? ¿Por qué estás tan angustiado?
- Julián: ¡Es que no me salen los deberes de ayer! ¡Vine más temprano para hacerlos y no puedo!
- Noelia: ¡Aaah, por eso estás acá sentado! Pero… ¿Por qué no los hiciste en tu casa?
- Julián: ¡Es que no pude, no me salían y no pude!
- Noelia: ¿Y tus papis? ¿No les contaste a ellos para que te ayuden?
- Julián: ¡Si, les avisé seño! ¡Pero ellos trabajan todo el día, y cuando vienen a buscarme a lo de mi abuelita, ya estén re cansados! ¡Y por eso no pueden ayudarme!
- Noelia: ¡Bueno, si… entiendo!
- Julián: ¡Igual la culpa no es de ellos, es mía! ¡Porque no me da la cabeza para resolver esto!
- Noelia: ¡No, no digas eso Juli! ¡Tranquilo, vos no tenés la culpa de nada, porque sos chiquito y estas aprendiendo! ¡Y yo estoy acá para ayudarte y para enseñarte! A ver… ¿Qué es lo que no te sale?
- Julián: ¡No me salen estas letras y estas cuentas!
- Noelia: ¡Bueno, está bien! Esto es así…
De esa manera, Julián miró sonriente a su maestra, mientras ella le explicaba los ejercicios y él los iba resolviendo a su lado. Aquél niño necesitaba a su señorita, quizás más que ningún otro alumno. ¡Y ella siempre estuvo allí, en los días que restaron del ciclo lectivo!
¡Así, cuando pasó de grado, Julián le dio un fuerte abrazo a su maestra y le juró que nunca olvidaría lo que ella hizo por él! Luego de ese momento emocionante, Noelia regresó a su casa con la satisfacción del deber cumplido, pero no por sentirlo como una obligación saldada.
¡Porque ser docente no es un trabajo más! ¡Dedicarse a esa noble profesión, significa tener vocación y pasión por transmitir conocimientos a otros, con total dedicación! Y hasta, como en el caso de Noelia, ser una amiga capaz de enseñar el valor de poder contar con el otro.
La futura mamá
Ahí estaba Juana, esperando en la clínica, mientras se realizaba algunos chequeos previos al nacimiento de su bebé. Y es que, a pesar de no saber cuál sería el sexo de su primer retoño, ella lo amaba de una manera que nunca había sentido. Pero además, era consciente de que la responsabilidad más grande de su vida, la esperaba.
Aquél pequeño ser dependería totalmente de cada cuidado, caricia y beso que ella le brindara, porque crecer con amor sería fundamental en su etapa de crecimiento. Juana entendía que ser madre no era únicamente dar a luz. ¡Su misión también sería acompañar a ese bebé, en todos los momentos que atravesara! ¡Tanto en sus alegrías como en sus tristezas, estando siempre presente! Ya que de eso se trataba el mejor oficio que tendría en su vida… ¡El oficio de ser mamá!
La separación
El sábado llegaba a su ocaso, al igual que la relación de Diego y Melisa, quienes acababan de discutir por última vez en el bar al que siempre iban. Los reproches y reclamos, llovían desde ambos lados de la mesa, como filosas espinas sobre sus corazones. De esa manera, el dolor y el llanto los invadían al recordar algunas penosas situaciones.
Irónicamente, esos acontecimientos que llevaban a la pareja a un inevitable final, venían de la mano con el amor que se tenían mutuamente. Aunque, en ciertas ocasiones, ese sentimiento no alcance para mantenerse unidos. Y así, ambos se marchaban del bar caminado por su lado, llenos de tristeza y enojo. Porque en cada separación, es normal tener esos sentimientos de frustración y furia.
Ese enfado que nos puede llevar a recordar, únicamente, los malos momentos. Olvidando los motivos por los que dos personas, en algún momento, se enamoraron y eligieron: Llevando al eterno abismo, aquellos bellos y felices recuerdos que vivieron juntos. Aunque, en ciertas ocasiones, las parejas pueden perdonarse y terminar de manera sana, logrando forjar una linda amistad.
Quizás, algún día, Diego y Melisa puedan llegar a madurar lo suficiente y conseguir ese objetivo. Pero eso es algo que no puede saberse, ya que la vida es impredecible y da muchas vueltas… al igual que los sentimientos.
El último operativo
Aquella no era una noche más para Gervasio, ya que en esa oportunidad lideraba el último operativo junto a su equipo. Después de tantos años en la fuerza, por fin podría disfrutar de su merecido retiro y pasar los próximos días con la más absoluta tranquilidad.
Sin embargo, en el interior de su alma, evaluaba con cariño la posibilidad de continuar desempeñándose en el destacamento. Quizás desde una posición administrativa o como instructor, para poder transmitir su experiencia y conocimiento a las nuevas generaciones.
Así, al avanzar a cada paso, aquél hombre pensaba en todo lo que tuvo que sacrificar por su valiente profesión. Para lograr una brillante carrera había dedicado su vida, ya que por ella nunca se casó, ni formó una familia. Ese pensamiento se presentaba, una y otra vez, en su mente… ¡Por fin, una rutina normal y cotidiana, estaría al alcance de su mano! Solamente, debía capturar con su tropa a la banda de narcotraficantes que perseguían y la misión estaría cumplida.
Con ese pensamiento positivo, el líder derribó un portón para entrar a capturar a los malvivientes… ¡Pero, inesperadamente, se encontraron con una emboscada! Repentinamente, una lluvia de balas se presentó ante aquellos valientes miembros del escuadrón. Y todos cayeron, inevitablemente, muertos al suelo.
Mientras agonizaba y sufría por su fracaso como jefe, Gervasio veía con espanto el festejo de los maleantes por su siniestro logro. Una furia incontenible invadió a aquél uniformado que, con sus últimas fuerzas, quitó los seguros de las granadas que llevaba en su chaleco y dio su último suspiro. De esa manera, sus explosivos se activaron arrasando con todo a su alrededor.
Y al final, la misión de ese líder y su heroico equipo fue completada. Aunque no fue de la manera que pretendían, pero así es la vida. A veces las cosas no se dan como queremos, pero lo importante es haberlo dado todo hasta el último instante, porque solo así se consigue la verdadera paz interior. Aquella paz que Gervasio, en su último instante, por fin pudo lograr.