La radio. Una pasión, de la que la hacen y de los que la escuchan, que se fue construyendo paso a paso.
Por Mónica Carmelino, de www.noticiasmontehermoso.com.ar
Parece mentira que la innovadora idea de aquellos “locos de la azotea” hoy cumpla 100 años. Porque no fue una idea casual ni fortuita. Fue el proyecto de 4 soñadores que plasmaron construyéndola con sus conocimientos.
Así surgió la que se considera la primera transmisión de radio, cuando el 27 de agosto de 1920 Susini, Guerrico, Carranza y Mujica transmitieron desde la terraza del Teatro Coliseo la ópera Parsifal, de Wagner.
Hasta hoy que cumple sus primeros cien años. Un medio de comunicación que se construyó paso a paso con la pasión de los que la hacen pero también de la que la escuchan.
Un estudio, un micrófono y un equipo de transmisión. Y después…. Mucho talento. Así se hace un programa.
Así se llega a los hogares de cada radioescucha para formar parte de su cotidianeidad, de su vida, de sus sueños, descargos, llamadas, participaciones y construcciones que surge en el oído de cada oyente.
La radio fue, es y será el medio de mayor flexibilidad. Supo construirse a partir de los deseos culturales de aquellos primeros hombres, pasó luego la etapa de la construcción política, del relato en vivo de la historia, de la entrevista y el humor. Cuna de artistas de teleteatro que del escenario se fueron al estudio de radio o viceversa, pero que le permitieron a la familia soñar a través de sus voces.
Redactor instantáneo de la noticia, de los hechos y de lo que era necesario saber.
Relator instantáneo del deporte popular. Desde aquellas primeras transmisiones deportivas de boxeo hasta los mundiales y el partido de los equipos de cada pueblo sonaron y estremecieron los parlantes de las radios con la pasión de lo que nos representa.
Lugar de encuentro con la música popular y con la cultura en general. Donde podemos escuchar una zamba y agitar el pañuelo bailándola en casa, hasta conocer el último corte recién grabado.
Propuesta que se escuchó en la a.m y en la f.m. y que supo –y tuvo- que deconstruirse y reconstruirse para llegar hoy a las jóvenes generaciones a través de Internet.
La radio, la que siempre está. La que permanentemente tiene una propuesta que nos va a servir y acompañar en cada momento especial o cotidiano de nuestra vida.
La radio. La de la pantalla infinita, como infinito sea tu dial, tu imaginación, tu deseo, tu gusto por ser parte de su vida y ella de la tuya.
La radio, 100 años de amor infinito.