El próximo 10 de octubre el Papa Francisco beatificará, en Asís (Italia) al adolescente italiano de 15 años, Carlo Acutis, que podría ser el primer santo millennial y patrono de Internet. El sábado 10 de octubre. El Vaticano le reconoció un milagro y su cuerpo permanece incorrupto.
Con ese motivo la Pastoral de Juventudes de la Arquidiócesis de Bahía Blanca realizará un vivo de Instagram para celebrarlo.
Carlo Acutis nació en Londres en 1991 y su madre lo describe como un joven a quien le gustaban los videojuegos, el fútbol y los animales, y que a su vez tenía “una vida espiritual especial y dones en internet». Sin ser de una familia creyente, desde muy pequeño Carlo mostró una devoción muy especial por la Eucaristía y por la Virgen María. Por una autorización especial tomó la primera comunión a los 7 años y dijo que la Eucaristía es «mi autopista hacia el Cielo».
Ya en su adolescencia dedicaba parte de su tiempo en ayudar a personas sin hogar, como voluntario en los comedores populares y como catequista. Estaba particularmente interesado en el mundo de las Tecnologías de la información y la comunicación, entre sus pasiones estaba la informática. Editó videos, creó sitios web (especialmente para su parroquia y escuela secundaria) y por esta razón, se ha pensado en él como posible patrono de Internet.
En octubre del 2006 se le detectó una leucemia de tipo M3 y a los pocos días falleció. Cuando la enfermera le preguntaba cómo se sentía con esos dolores, Carlo respondía: «Bien. Hay gente que sufre mucho más que yo. No despierte a mi madre, que está cansada y se preocuparía más». Antes de conocer su enfermedad, Carlo hizo un vídeo donde dijo que, si muriera, le gustaría que lo enterraran en Asís. Por ello, ha sido enterrado allí.
Porque es una inmensa alegría que se reconozca en todo el mundo la vida de Carlo, como modelo de solidaridad, compromiso, santidad y fe, queremos invitar a adolescentes y jóvenes a conocer más de la vida de Carlo el próximo viernes a las 23Hs por el instagram @arquidiocesisbbjovenes
Fuente: Juani Murillo – Coordinador de la Pastoral de Juventudes de la Arquidiócesis de Bahía Blanca.
Pastoral de Juventudes de la Arquidiócesis de Bahía Blanca
Es la acción organizada de la Iglesia Católica que acompaña a los y las jóvenes de manera integral para que integrando la vida y la fe sean las juventudes protagonistas de la construcción de un mundo mejor.
Cuerpo incorrupto
Fue exhumado su cuerpo, luego de 14 años de permanecer sepultado en el Santuario de la Expoliación. Si bien, antes de ser mostrado al público fue sometido a un trabajo de reconstrucción del rostro -y vestido con un atuendo juvenil distinto al que llevaba al ser sepultado-, el cuerpo de Acutis estaba casi intacto y con todos sus órganos.
Durante la misa de exhumación, el Arzobispo de Asís, monseñor Domenico Sorrentino, dijo: “Carlo fue fiel al amor de Dios, y eligió a Dios como el todo de su vida. Un propósito breve como un tuit, pero ardiente como un fuego”.
La vida de Carlo Acutis
Carlo nació en Londres en 1991 y murió en Monza (Italia) el 12 de octubre de 2006 debido a una leucemia mieloide crónica, muy agresiva. Su madre lo describe como un joven a quien le gustaban los videojuegos, pero que a su vez tenía “una vida espiritual especial y dones en internet”. Cuenta que una vez recibió la Primera Comunión, su hijo inició la vida religiosa al convertirse en ayudante de la parroquia de su pueblo.
Desde chico, Carlo hablaba de Dios. Su mamá relató: “desde pequeño, Carlo siempre había mostrado un fuerte interés por todo lo relacionado con la Iglesia, los santos, el Evangelio… Por ejemplo, recuerdo que cuando era pequeño, pasábamos delante de las iglesias y quería entrar para saludar a Jesús crucificado, para rezar en el sagrario. En primavera, cuando salíamos de paseo, recogía flores para llevárselas a la Virgen. Por lo tanto, desde pequeño, mostró de forma espontánea, él solo, un fuerte interés personal por la Iglesia”.
Carlo viví pendiente de los demás. Con sus primeros ahorros le compró un saco de dormir a un pobre a quien veía de camino a misa. Podría haberse comprado otro juego para la videoconsola ¡le encantaba jugar a los videojuegos! pero en su libertad, decidió hacer un acto de generosidad. Y no fue solamente una vez.
Su mamá no era una mujer de fe, no creía. Y Carlo comenzó a evangelizar en su casa. “La verdadera pasión de Carlo era la Eucaristía, su autopista hacia el cielo, decía él”, contó su mamá y relató que esto la llevó a la conversión: para responder a todas las preguntas que su hijo le hacía, se apuntó a unas clases de teología.
A los 11 años, Carlo comenzó a investigar los milagros Eucarísticos ocurridos en la historia. Utilizó todos sus conocimientos informáticos y sus talentos para crear una web que recorría esa misma historia, con 160 paneles que pueden descargarse de Internet en este enlace y que ya han estado en más de 10.000 parroquias en todo el mundo.
La madre de Carlo destacó que su hijo “estudiaba las Escrituras, el catecismo de la Iglesia Católica, la vida de los santos… Por lo tanto, estaba muy preparado, tenía una memoria excepcional. No digo que fuera un teólogo, pero casi” (…) “Tenía claro el deseo de enseñar a los jóvenes, a los niños, un deseo que maduró después de la confirmación, que hizo a los 11 años”.
Gracias a su estudio, “pudo constatar sobre el terreno las contradicciones que, por desgracia, existen hoy en la Iglesia. Por ejemplo, los jóvenes que van a catecismo, se confirman y luego no vuelven a Misa”, relató su mamá. “Carlo nos remite a aquello que es más importante, que es poner a Dios en el primer lugar de nuestra vida. Seguramente hoy, que rige una sociedad basada un poco en lo efímero, en la exaltación del yo, donde se olvida la existencia de Dios, el mensaje de Carlo es profético”, señaló Antonia.
Carlo “estaba asombrado de cómo hoy se pueden hacer filas kilométricas para ver a un cantante de rock, a un actor, o un partido de fútbol, y luego, delante del sagrario, no hay esas multitudes”.
Decía que “si la gente se diese cuenta de la importancia de la Eucaristía habría tantas personas en la iglesia que sería imposible entrar. Por lo tanto, era consciente del hecho de que la Eucaristía no se comprendía, no se comprendía el inmenso don que Jesús nos da al permanecer con nosotros, todos los días, como prometió, hasta el fin de los tiempos en el sacramento eucarístico”.
Era un chico normal y popular en su clase. Un “payaso” que hacía reír a sus compañeros y profesores. Le encantaba jugar al fútbol, los videojuegos, la Nutella y los helados.
“Carlo decía que sabemos que, para nosotros, cristianos, amar a Dios, amar al prójimo, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, es decir, el mandamiento del amor, es el mandamiento más importante para alcanzar la santidad, para parecerse cada vez más a Jesús. Carlo decía que cada minuto que pasa es un minuto menos que tenemos para santificarnos, que la vida es un regalo, un regalo para santificarse, para merecer la santidad eterna”.
Su familia era adinerada y tenía personal que se ocupaba de la limpieza de la casa, pero él no quería que otro se ocupara de su desorden. Comenzó a programar el despertador unos minutos antes de ir al colegio para dejar la habitación ordenada y la cama hecha. Estos detalles no pasaron desapercibidos, y Raejsh, hindù, que limpiaba en casa de Carlo, se quedó impresionado de que un “chico tan joven y tan rico” pudiendo hacer tantas cosas, decidiera vivir una vida sencilla: “Me contagió y cautivó con su profunda fe, caridad y pureza” diría más tarde. Así que decidió bautizarse y hacerse católico.
Antonia Salzano, al recordar las reflexiones de su hijo sobre la Eucaristía, concluyó que “ciertamente, la eucaristía, que Carlo llamaba su autopista hacia el cielo, es el alimento más grande que podemos tener para crecer en esta santidad. Del mismo modo que nosotros nos alimentamos porque nuestro cuerpo necesita nutrientes, nuestra alma necesita a Dios porque fue creada por Dios”.
En su adolescencia, dedicaba parte de su tiempo a ayudar a personas que vivía en situación de calle y a servir como voluntario en comedores populares.
Cuando le diagnosticaron su enfermedad, dijo: “Quiero ofrecer todos mis sufrimientos por el Señor, por el Papa y por la Iglesia. No quiero hacer el Purgatorio, quiero ir directamente al cielo”. Fue sepultado en Asís porque así lo pidió antes de morir.