El escritor Adrián Rusak (*) nos acerca en esta oportunidad 2 cuentos relacionados con la Navidad y el Fin de Año.
La espera navideña
Es la noche del 24 de Diciembre y todas las familias se reúnen a la mesa para compartir una cena agradable y cálida.
En algunos hogares, hay niños jugando y esperando a nuestro conocido Papá Noel… ¡Ese personaje mágico que cruza, con su simpatía y dulzura, todo el mundo!Cumpliendo, a bordo de su carruaje volador, la ruta para dejar cada regalo.
Si, definitivamente… ¡Papá Noel siempre es el invitado más esperado, aunque nadie llegue siquiera a divisarlo!¡Indudablemente, ese ser, reúne las ilusiones de grandes y chicos!
Ya que, sin bien los adultos no piden más juguetes, siempre sueñan con un futuro promisorio para sus niños.
¡Por todo esto, la Nochebuena es la cena más fantástica!
Porque todo el mundo se reúne para compartir una cena llena de paz, amor… ¡Y una pizca de sueños!
Fin de año en la oficina
Era 31 de Diciembre, en aquella oficina ubicada en el corazón del centro de Buenos Aires.
Aunque, a pesar de ello, los empleados corrían desesperados de un lado a otro.Todos ellos seguían trabajando preocupados, tratando de que los números cierren para el balance de fin de año.
Olvidando, quizás, que el tiempo avanzaba incesantemente y perdían momentos preciosos que podían pasar junto a sus familiares.
Esta situación ocurría porque, aparentemente, el bono compensatorio por aquellas horas extras, sería muy generoso.La codicia triunfaba por sobre el sentido común… ¡Hasta que el celular de Fernando, uno de los oficinistas atareados, comenzó a sonar!
Al atender el llamado, aquél hombre oyó la voz de su pequeña hija, Guadalupe… ¡Conteniendo un inminente llanto, al preguntándole porque no estaba en su casa, junto a ella!
¿Qué razón valedera podría darle a esa niña? ¿Acaso priorizar el dinero? ¿O el anteponer los deseos de sus jefes, a los de su adorada hija? ¡No, nada de ello tendría sentido!Por eso, Fernando le respondió a su princesita que ya mismo saldría de la oficina, para volver a casa y darle el abrazo más grande que jamás le hubiese dado antes.
Acto seguido, colgó el teléfono, se levantó de su silla y exclamó fuertemente: “¡Me voy, tengo a mi pequeña hijita esperándome en casa, hasta el año que viene!”.Así, se marchó, ante la mirada sorprendida de todos.
Casi instantáneamente, esos oficinistas empezaron a quejarse por su actitud.Pero, a los pocos segundos, comenzaron a preguntarse si los equivocados no serían ellos.Después de todo, estaban priorizando los intereses de una compañía, por sobre los de sus propias familias.
Así, cada uno se marchó de allí para ir a ver a sus familias.Ese día, todos entendieron que el tiempo perdido, junto a sus seres queridos, es algo que luego no se puede comprar.
¿Los números de la compañía? ¡Eso es algo que siempre podrá esperar!
(*) Adrián Rusak
Redactor y guionista tanto en el campo radial como en el audiovisual.
Recibido como “Guionista de Radio y Televisión” en el prestigioso Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER) en el año 2014.
Desde entonces ha sido autor de diferentes ficciones, tanto audiovisuales como teatrales. Así como también, escritor de relatos breves publicados en Sexta Sección.