Dentro del cúmulo de voces tremendistas, acusatorias, difamatorias, intolerantes, que superan en decibeles a las de los que piden justicia, responso, sosiego, emerge este comunicado con un juicio, una contemplación que intenta encontrar esperanza en la posibilidad de que posiciones tan encontradas se animen a mirarse al interior de sí mismo y a partir de ello puedan iniciar un diálogo con el otro, que conduzca al común bien que los hombres ansían.
Este es el manifiesto que el católico movimiento Comunión y Liberación ha emitido en oportunidad de la marcha del 18F.
Hechos que nos despiertan
«Al principio del diálogo está el encuentro». Papa Francisco
La madrugada del 19 de enero supimos que el fiscal Alberto Nisman había fallecido en circunstancias confusas que aún hoy no parecen esclarecerse. La noticia nos golpeó con consternación, confusión y dolor. Dolor, por la muerte – cualquiera haya sido la causa- de un hombre, por lo que nos sentimos cercanos a sus familiares y seres queridos.
De izquierdas o derechas, pro o anti, lo que quedó al descubierto es que tenemos necesidad de verdad y de justicia. No simplemente la suma de datos, no solamente el descubrimiento de los hechos ocultos. La verdad, aquella certeza que precisamos en el día a día, la que sostiene la mirada hacia el futuro, la confianza en el vecino y el deseo de ser y construir un pueblo.
Queremos justicia y queremos instituciones que cuiden el bien común. Al mismo tiempo nos damos cuenta de que nada de eso nos basta para responder a nuestras preguntas en ebullición: ¿Es posible confiar? ¿Qué tiene que ver Nisman conmigo? ¿Qué busco en el día a día? Las preguntas incomodan pero también abren y construyen puentes que necesitamos atravesar para mirarnos a los ojos y ver que el otro no es el enemigo.
No necesitamos detallados análisis ni calibradas estrategias, que no nos quitan el miedo, ni la confusión. El desafío es partir de la experiencia y no de presupuestos ideológicos que vuelven imposible el diálogo. Como nos decía el papa Francisco «Si se parte de la común pertenencia a la naturaleza humana se pueden superar prejuicios y falsedades y se puede iniciar a comprender al otro según una perspectiva nueva».
Para nosotros -que hemos encontrado en la experiencia cristiana una compañía para afrontar esta travesía- es un momento interpelante para testimoniar una vida cambiada, llena de significado, que es posible vivir con esperanza aún en la adversidad, capaz de abrazar lo diverso y de despertar su humanidad.
Comunión y Liberación – Buenos Aires