El sábado 4 y el domingo 5 en todo el país, millones de argentinos salieron a la calle a manifestarse, de forma pacífica pero contundente, en contra del aborto. También en muchas localidades de la Sexta Sección el pueblo se hizo sentir. Basta observar en las redes para dimensionar la realidad de lo que los medios masivos siguen mostrando de manera parcial.
Las impactantes imágenes de la manifestación del día 4 en el Obelisco, sumadas a las miles de imágenes que fueron circulando en las redes durante el transcurso del fin de semana, hablan por sí solas. Sin embargo, todavía algunos senadores indecisos y otros que rechazarían sólo la versión actual de la Ley (I.V.E.) no terminan de rendirse ante el pedido de la gran mayoría de los argentinos. El pedido popular es «¡No al aborto!»

Quienes nos manifestamos en contra del aborto lo hacemos por la evidencia de las cosas simples. No hace falta ser ningún experto para decir “no” y para manifestarse en contra de una ley que pretende habilitar la matanza de bebés inocentes. Quienes en todo este tiempo de debate no se han dejado engañar por las estrepitosas mentiras, o no se han confundido al exigir justicia a costa de la vida de otro, afortunadamente son la gran mayoría.
Esperamos que en estos días tan cruciales, nuestros representantes se hagan eco de lo que ha sucedido en nuestras calles. Desde luego que también hubo y habrá manifestaciones de ciudadanos que están a favor del aborto. Sin embargo, creemos que no es comparable el pedido de una multitud que exige políticas para proteger y cuidar la vida frente al desquicio de una minoría que exige la muerte segura de niños inocentes. Verdaderamente no hay punto de comparación, a menos que nos rindamos ante la presión de los intereses mesquinos del capitalismo salvaje y del progresismo vacío de valores que desde los sectores de poder se pretenden imponer en nuestra Argentina.
Hemos llegado a este nivel de contradicciones. Nos hemos visto obligados a pronunciarnos en este nivel de conceptos, que nosotros mismos consideramos escalofriantes. Hemos tenido que pronunciar lo impronunciable en todo este tiempo. Pero es que, por lo visto, ya no consideramos todos que a los niños hay que protegerlos. Ya no todos consideramos obvio que a un niño, que aun bebé se lo ama, se lo quiere o –al menos- se lo ampara y se lo protege.

La inaceptable excusa de que “total los abortos existen igual” o aquella otra de que “si no es legal se favorece el clandestino” deja a la luz que, en realidad, hemos hecho muy poco para solucionar el drama del aborto. Esperamos que toda esta angustiosa situación “obligue” a los representantes y a toda las personas de buen corazón, a conocer y a promover a la cantidad de instituciones y de organismos que trabajan por contener a la mujer embaraza en situación de vulnerabilidad, antes, durante y después del embarazo.
Desde nuestra redacción, decimos junto a la mayoría de nuestros lectores, de manera contundente: «¡basta de mentiras y de engaños!». El aborto será siempre un drama y en el tiempo actual es un drama aún más grave, que se debe abordar con la coherencia propia de quien protege la vida. “La vida”: no una vida ni otra en particular, sino “la vida”. Esta elemental convicción, debe llevarnos por caminos de búsqueda de criterios y soluciones basadas en el bien común. Eso queremos aportar.