Este equipo no deja de sorprendernos. No sólo por haber conseguido la clasificación a los próximos juegos olímpicos de Tokio, sino que además nuestro seleccionado se metió en semifinales del mundial de China, tirando abajo cualquier pronóstico previo al torneo.
¿Cómo lo hizo? Venció en cuartos de final nada más y nada menos que al poderoso, y candidato al título, equipo de Serbia (97-87).
El desarrollo del juego fue cerrado, doble a doble, entretenido y, según los especialistas, uno de los mejores partidos de la historia del básquet argentino. Garra, corazón y un altísimo nivel es lo que demostró, durante todo el encuentro, este maravilloso grupo de jugadores dirigidos por el bahiense Sergio Hernández. De hecho, supo mantenerse en el dominio del tanteador durante la mayor parte del mismo, logrando una diferencia máxima de 11 puntos en el último cuarto.
Más allá del importante aporte individual de varios de sus jugadores (Scola 20 pts., Deck 8 rebotes, Campazzo 12 asistencias), el juego colectivo fue el arma que término por sellar el triunfo. Un estilo que se afianza y se convierte en una marca registrada del básquet de nuestro país, por su belleza, su eficacia, su contundencia… donde la veteranía se empareja con la irreverencia de los más jóvenes, la destreza y la habilidad con la experiencia. Una combinación perfecta que supo dar y continúa dando sus frutos.
El viernes, Argentina disputará una semifinal impensada. Una nueva semifinal en la historia de nuestro deporte. ¿El rival? El fixture establece que nuestra selección se enfrentará al ganador del cruce entre Estados Unidos y Francia. De todas formas y a esta altura, creo que resulta algo anecdótico.
Siendo sensatos, sería injusto exigir a este grupo más de lo que ya han logrado, pero a la vez el espíritu de este equipo parece no tener techo a la vista y se nutre con un compañerismo y profesionalismo inigualable.
Algo hemos aprendido al ver jugar a nuestra selección: la ilusión, nunca se pierde y los pronósticos en los papeles, de nada sirven.
Foto: FIBA