Se sabe que los ciclos de sequías y abundantes lluvias, se repiten cada 25 años. Es decir cada 50 años tenemos una gran sequía o una inundación (la de Carhué fue en 1985). Las conductas irresponsables de quienes talan árboles, convierten campos de montes, pastoriles, en tierras de cultivo de cereales y oleaginosas, los incendios forestales, el asfalto en lugar de adoquinados, las urbanizaciones antojadizas, la falta de dragado de ríos y arroyos, las desviaciones caprichosas de ellos, van variando las condiciones del suelo para que cada período afecte en mayor o menor medida. Le llaman cambio climático, pero ahí están las estadísticas que demuestran que a lo largo de la historia las lluvias y las temperaturas son las mismas, cambia la incidencia que ellas tienen en un medio ambiente modificado caprichosamente por el hombre ante la pasividad de autoridades ineptas e ignorantes que debieran tomar medidas previsionales para que los ciclos no se cobren vidas humanas o bienes materiales.
En tal sentido nos parece oportuno reproducir esta nota que advierte sobre los peligros que acechan a Bahía Blanca, tan ocupada en estos momentos en los preparativos de la carrera eleccionaria en lugar de los asuntos ciudadanos.
Bahía Blanca: amenaza de fuertes inundaciones
Las inundaciones en la zona pueden superar el Embalse Río, lo que afectaría campos en el curso medio e inferior del Río, además de posibles inundaciones y aislamiento del balneario Monte Hermoso.
Por Enrique Ortega, de www.laizquierdadiario.com
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Mientras siguen los problemas del consumo de agua, las poderosas lluvias en las sierras y en toda la cuenca del Sauce Grande pueden producir en cuestión de pocos días el rebalse del Embalse Paso de las Piedras. Esto afectaría campos en el curso medio e inferior del Río, además de posibles inundaciones y aislamiento del balneario Monte Hermoso. A eso hay que sumarle el hecho de que las posibles nuevas lluvias en la cuenca del arroyo Napostá podrían provocar inundaciones en las barriadas más humildes en la ciudad de Bahía Blanca. La localidad de Cerri vió como la crecida del Sauce Chico arruinó las quintas de pequeños productores. El gobierno no ha tomado ninguna medida seria para enfrentar la peor amenaza.
Lo que podría haber sido la sequía más importante de la historia de la ciudad de Bahía Blanca, afectando por un lustro entero la calidad y cantidad del recurso a centenares de miles de pobladores, ahora se puede transformar en su contrario. Anuncios de desbordes del Embalse de agua que alimenta a unos 500 mil pobladores, entre ellos a las ciudades de Bahía Blanca y Punta Alta; con posibles inundaciones de barrios residenciales y de villas y asentamientos en la ciudad-puerto.
Las lluvias constantes en las cuencas altas del Río Sauce Grande, en la montañas del Sistema de Ventania, hicieron crecer rápidamente la cota del Embalse, a tal punto de que faltan centímetros para que comience a verter sus aguas a los canales de desagüe que desembocan en el viejo curso natural del Río Sauce Grande. Este viejo curso, aguas abajo, no ha sido mantenido para poder recibir fuertes caudales, por lo que el vaciamiento del embalse podría afectar campos enteros dedicados a la agricultura, apicultura y ganadería. Esto podría afectar en su desembocadura al mar a la localidad de Monte Hermoso, aislándola por vía terrestre.
Parece una ironía, pero no lo es. La amplia zona del sur de la provincia podrá ver cómo se desaprovechan millones de metros cúbicos de agua que se irán al mar, mientras por el otro lado siguen los problemas de abastecimiento de este recurso para los pobladores de Bahía Blanca. Como puede ser que el embalse esté por rebalsar y aún sigue latente la crisis del agua en la ciudad? Eso tiene una doble explicación: por un lado no existen obras que puedan captar esas aguas de eventos climáticos excepcionales; y por el otro, cuando no llueve se hace más patente el uso irracional de agua potable por parte de las plantas petroquímicas radicadas en el puerto, que equivalen a casi el 30% del consumo de toda la ciudad. Mientras siga existiendo este enorme devorador de agua apta para consumo humano, cualquier sequía debido a los efectos del clima deja en completa vulnerabilidad a la población. En menor medida, también los productores agrarios de la cuenca son también responsables, construyendo diques ilegales para riego con las aguas del arroyo que alimenta el Embalse.
Esto no es todo. Las lluvias pueden afectar la cuenca del arroyo Napostá, que también nace en las sierras pero que recorre su camino atravesando Bahía Blanca. La ciudad tuvo que realizar décadas atrás un canal de desagüe para posibles lluvias excepcionalmente fuertes, el Canal Maldonado. Pero éste resulta insuficiente cuando las lluvias en las sierras superan holgadamente los 150mm en pocas horas. Ya se vio a los barrios lindantes al canal inundados años atrás. A su vez, el arroyo fue entubado al recorrer el casco del macrocentro de la ciudad, con el consecuente achicamiento de su capacidad de caudal para fuertes lluvias. Esto por obra de la última dictadura.
Mientras en las aguas al norte de la ciudad el arroyo fue un factor de negocios empresariales ligados al ocio, el paisaje y la recreación; hacia el sur, donde termina el entubado crecieron las villas y asentamientos en condiciones de pobreza, con viviendas precarias, calles de tierra, además de ser terrenos bajos e inundables. Si cuando llueve las calles se transforman en charcos de centenares de metros, la posibilidad de desborde del arroyo Napostá mostrará su cara más cruel en estos sectores de la población más humilde de Bahía Blanca.
Todo esto parece como una bomba de tiempo, y lo único que salieron a decir las autoridades del agua es que esperarán a que rebalse el embalse, y nada más. Los intendentes de la cuenca del Sauce Grande seguro saldrán luego a subsidiar a los productores rurales más afectados, y se lavarán las manos en cuanto a las potenciales consecuencias que podrían ocasionar nuevas lluvias. Ni una sola obra coordinada con todos los recursos del estado disponibles, aunque sea de último momento, para enfrentar las nuevas lluvias.
La planificación de obras ante eventos de estas características ya han sido planteadas por distintos especialistas, y nunca fueron realizadas: un rubber dam que suba la cota del Embalse y un embalse en el valle del Puente Canesa pueden aumentar la disposición de agua potable a la vez que actúan como regulador de las crecidas. A su vez, una planta de tratamientos cloacales evitará que las plantas del polo usen agua apta para el consumo humano. Ésto, junto a otras obras que puedan mejorar la evacuación en las crecidas del Napostá, reforzando el ya viejo Canal Maldonado, resultan imprescindibles. Lo mismo sería necesario para regular las crecias del Sauce Chico que desemboca en Gra. Cerri. Pero la política de Scioli y del intendente, hoy pasado al Frente Renovador, Bevilacqua; son idénticamente opuestas a éstas alternativas: paliativos minúsculos sin ninguna obra seria que resuelva ambas cuestiones. Una vez más, no es la «naturaleza» la que ocasiona estos grandes problemas sociales; es la lógica capitalista con la que gobiernan desde hace décadas militares, radicales y peronistas.