La ecología por casa empieza
Por Lidia Balatti (*), para Psicoevolucion Ediciones
Los que vivimos en lugares en contacto con la tierra y sus bienes, comprendemos la ventaja de reconocer los recursos que tenemos como humanos, para poder desarrollarlos.
Voy a compartir algo del aprendizaje que me dejó haber vivido en mi infancia en contacto con la tierra y el río Paraná de las Palmas. Quiero transmitir algo del aporte inigualable de esa experiencia a la comprensión del desarrollo de los recursos humanos psico-físicos, que luego profundicé en mi actividad profesional.
Nuestro ser que es un conjunto cuerpo y psiquismo, tiene, como mi Delta de la infancia, sus ríos de interconexión, que unifican y coordinan su funcionamiento. Sí, somos fértiles como la tierra, si cuidamos nuestro bienestar y la renovación de nuestros recursos.
Hay en nuestro cuerpo, innumerables corrientes de conexión que participan en nuestro vivir. Somos la vida que recibimos, y la que viviendo conservamos y renovamos constantemente, para luego trasmitirla.
La vida en todos sus aspectos es el recurso fundamental. Cuando nos damos cuenta, reconociendo nuestra condición, la hacemos consciente y podremos tomar la responsabilidad de encontrar la mejor forma de realizarla. Somos sujetos que piensan y se piensan, sienten y se sienten, que accionan y actúan sobre sí mismos, en sí mismos y en relación con otros en el mundo.
Todos tenemos capacidades a la vez iguales y distintas. Como en la naturaleza que nos rodea, no hay seres capacitados o discapacitados, sino con capacidades semejantes y distintas, sobre todo singulares. Esto hace a la armonía en nosotros y con otros. Respetarnos y complementarnos es la tarea de la vida en relación.
El Sistema Nervioso, uno de los más importantes sistemas de interconexión que tenemos, sustenta el funcionamiento de nuestro cuerpo y las posibilidades de nuestra Psique (alma en griego). Registramos a través de ese sistema, información de nuestro interior y del exterior; y, haciendo el enlace, comprendemos la experiencia de la vida. Desde el acto automático de saber que estamos parados y donde, hasta las decisiones que tomamos a partir de considerar lo que queremos y elegimos para nosotros en esa situación. Todo un abanico de posibilidades de nuestra humanidad!
El «simple» hecho de hacer consciente la posibilidad de aprender de la experiencia, y percibir eso como cuestión básica de nuestra vida, nos da reconocimiento y percepción de nuestros recursos. Ejerciendo ese acto consciente, tendremos mejores posibilidades de orientar esos recursos, tomando decisiones. Aprendemos de la experiencia, con ensayos y errores. Lo que llamamos fracasos son en realidad datos para ensayar posibilidades e ir orientando su desarrollo.
El aprendizaje de y en la experiencia de vivir es una característica del estar renovándonos constantemente. Después de cada una de esas vivencias, somos los mismos y a la vez distintos, tenemos mejor comprensión de nuestros recursos y de nosotros mismos.
Ese proceso es natural en nosotros. Poner en él nuestra atención y la intención de enfocar la vida como una «experiencia de aprendizaje», lo hará más rico y sustentable, aumentando las posibilidades del desarrollo personal.
Esa posibilidad de aprender a vivir mientras vivimos, viene gratuitamente con la vida. La podemos ejercer en todo momento vital, sólo hay que tomar la decisión y enfocarnos en experimentar y percibir como vivimos. Los niños cuando juegan lo hacen y así se desarrollan; si lo hacemos de grandes, seguimos desarrollándonos, y evolucionando.
Albert Einstein, trabajó en una oficina de patentes, y en lugar de quejarse porque no podía estar investigando en sus temas científicos, comenzó a aprender sobre como hacían para realizar esas invenciones, las personas que buscaban patentes para sus inventos. De esa manera aprendió mucho de cómo pensaron los inventores para realizar sus innovaciones. Tanto aprendió que nos dejó una idea fundamental para la resolución de nuestros problemas: decía que cuando queremos encontrar una solución, tendremos que usar una manera de pensar distinta a la que fue usada cuando se creó el problema.
Nos enseña que para no repetir errores hay que cambiar la manera de pensar; y, la mejor manera de usar nuevos recursos es «aprender de la experiencia» de lo que hacemos y de sus consecuencias. Otra vez nos encontramos, citando a un hombre sabio, con la riqueza de incorporar en nosotros las experiencias y aceptar el cambio que ellas nos producen.
Ese aprendizaje en la experiencia de vida, es también una condición del sostén de los sistemas ecológicos. El aprendizaje en la experiencia es en sí mismo un sistema natural ecológico: Implica usar nuestros recursos naturales de percepción con los sentidos con los que le damos acceso a la información vivencial. Esos nuevos datos serán procesados con nuestros sistemas corporales y psíquicos, incorporando el aporte que reciclará el estado anterior de los recursos, a un nuevo estado más rico en posibilidades. Al reciclar, producimos una reconversión que deja de lado la acumulación o basura; produciendo una revitalización.
Esta posibilidad de reciclaje como individuos, comunidad y con el ambiente, es un recurso fundamental, que como fue dicho viene con la vida misma. Podemos bloquearlo total o parcialmente o en buena hora, hacernos responsables y ejercitarlo en su desarrollo. En ese ejercicio aprenderemos de nuestros recursos y de cómo aumentarlos al regenerarlos. También aprenderemos a elegir los más apropiados y como aplicarlos. La vida estará en nuestras manos. Y con eso, el germen de nuestra libertad de elegir desarrollarnos de manera creativa, durante toda nuestra vida.
He observado esta posibilidad en los sistemas psíquicos de cientos de seres humanos desde sus percepciones, sus modos de pensar, las particularidades de sus emociones y formas de acción. La eficiencia con la que se realiza el proceso básico de aprendizaje de la experiencia y su capacidad de renovación constante, va construyendo la salud psico-física.
Cuando el aprendizaje vital disminuye, las nuevas experiencias no dejan vivencias nuevas, hay más estancamiento; este, produce bloqueo de los recursos con la paralización o disminución del ciclo vital de regeneración. Aumentan los desperdicios o basura y las condiciones para la enfermedad, por el bloqueo de la capacidad de regeneración. Para la recuperación de la salud habrá que producir la reactivación del circuito de regeneración y el «aprendizaje de la experiencia».
Una vez que activamos este proceso de «aprendizaje de la experiencia», tenemos el más básico recurso de la vida; y estaremos preparados para ir por más y mejores realizaciones. Adelante ¡A ejercer la vida!
Para información y consultas: individuales grupales o empresariales escribir a: li@psicoevolucion.com – www.psicoevolucion.com
(*) Lidia Inés Balatti
Licenciada en Psicología en la Universidad del Salvador-USAL. Post grado en neurociencias en programa de asociación del Instituto de Electrofisiología Computarizada con la Asociación de Neurociencias y la Facultad de Medicina de Buenos Aires.
Directora del Área de Psicodiagnóstico e Investigación del Centro Médico San Martín de Tours. Directora de Psicoevolucion Ediciones y el Área de investigación de Psicoevolución Integradora: www.psicoevolucion.com
Tres libros publicados: Encuentro Psicodiagnóstico, Editorial Paidós. Estallido de la Integridad, Psicoevolucion Ediciones, y Algo del Todo de todos, Ediciones Psicoevolucion.
Ha investigado con siete test psicológicos en correlación con mapeos cerebrales (Beam) y estudios bioquímicos la correlación Psicofísica y sus implicaciones en la creación de una comprensión del ser humano. Describe las conclusiones de años de investigación aplicada en la muestra de 444 casos, en la publicación el Estallido de la Integridad y en la página web: www.psicoevolucion.com
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