Los ruidos constituyen uno de los males característicos que ya forman parte de nuestra actividad cotidiana: las bocinas de los vehículos particulares o de transporte público, la construcción, los lugares de diversión y los sistemas electrónicos (altavoces y parlantes), industrias, el tráfico aéreo y los aeropuertos, etc. ocasionan importantes afectaciones que deterioran el ambiente y alteran nuestras vidas. Por Leandro A. Marascio
En las grandes ciudades cada vez es más notable cómo la gente a edades muy tempranas, ya presenta un déficit en su nivel auditivo. Y es que creciendo en la “sociedad del ruido” la TV, el cine, los clubes nocturnos con la música extremadamente alta provocan que los jóvenes poco a poco vayan perdiendo el sentido de la audición.
Se llama contaminación sonora al exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente en una determinada zona. Si bien el ruido no se acumula, traslada o mantiene en el tiempo como las otras contaminaciones, también puede causar grandes daños en la calidad de vida de las personas si no se controla bien o adecuadamente.
¿Qué es el ruido?
Podemos definir al ruido como un sonido no deseado o molesto. La primera declaración internacional que contempló las consecuencias del ruido sobre la salud humana se remonta a 1972, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió catalogarlo genéricamente como un tipo más de contaminación. Siete años después, la Conferencia de Estocolmo clasificaba al ruido como un contaminante específico.
El término «contaminación acústica» hace referencia al ruido (entendido como sonido excesivo y molesto), provocado por las actividades humanas (tráfico, industrias, locales de ocio, aviones, etc.), que produce efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de los seres vivos, ya sea una persona individual o un grupo o comunidad.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), considera los 70 dB, como el límite superior deseable.
En la Ciudad de Buenos Aires el Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV), verificó que en la intersección de las avenidas Santa Fe y Juan B. Justo se alcanzaron picos sonoros que han superado la barrera de los 105 decibeles (dB): mientras que el Instituto Pro Buenos Aires señaló a los barrios de Retiro, Recoleta, San Nicolás, Balvanera y Almagro como áreas de lesiones irreversibles (más de 80 dB).
El aumento de la contaminación sonora en la ciudad de Buenos Aires es notable en la última década y actualmente se considera a Buenos Aires es la cuarta ciudad más ruidosa del mundo, después de Tokio, París y Nueva York. Semejante dato y las consecuencias del fenómeno alertan sobre este «desorden» y nuestro comportamiento desaprensivo en el lugar en que vivimos, sin duda el corazón de un enorme conglomerado urbano y poblacional que conforma y rodea a la ciudad.
Los efectos de la contaminación sonora se manifiestan en molestias o lesiones inmediatas o daños por acumulación: trastornos físicos (elevación pasajera de agudeza auditiva); trauma acústico: envejecimiento prematuro del oído y pérdida de la capacidad auditiva.
Para medir el impacto del ruido ambiental (a lo que denominamos contaminación acústica) se utilizan varios indicadores que están en permanente desarrollo.
Efectos auditivos
Los efectos de la contaminación sonora se manifiestan en molestias o lesiones inmediatas o daños por acumulación: trastornos físicos (elevación pasajera de agudeza auditiva); trauma acústico (envejecimiento prematuro del oído y pérdida de la capacidad auditiva).
Investigaciones sobre la contaminación acústica que soportan los habitantes de las principales ciudades de Argentina y las consecuencias que esta produce, lamentablemente las investigaciones no son permanentes, ni actuales. Pero lo más preocupante es que organismos locales tampoco se inmiscuyen en este campo de indagación aún “virgen”, en el país; de hecho es probable que factores como lo económico incidan en su profundización.
El sistema auditivo se resiente ante una exposición prolongada a la fuente de un ruido, aunque esta sea de bajo nivel.
El efecto auditivo provocado por el ruido ambiental se llama socioacusia. Cuando una persona se expone de forma prolongada a un nivel de ruido excesivo, nota un silbido en el oído, ésta es una señal de alarma. Inicialmente, los daños producidos por una exposición prolongada no son permanentes, sobre los 10 días desaparecen. Sin embargo, si la exposición a la fuente de ruido no cesa, las lesiones serán definitivas. La sordera irá creciendo hasta que se pierda totalmente la audición.
No solo el ruido prolongado es perjudicial, un sonido repentino de 160 , como el de una explosión o un disparo, pueden llegar a perforar el tímpano o causar otras lesiones irreversibles.
Por supuesto, el ruido y sus efectos negativos no auditivos sobre el comportamiento y la salud mental y física dependen de las características personales, al parecer el estrés generado por el ruido se modula en función de cada individuo y de cada situación.
Principales Efectos:
Insomnio y dificultad para conciliar el sueño.
Estrés, depresión y Ansiedad.
Fatiga
Pérdida de concentración.
Irritabilidad y agresividad.
Histeria y neurosis.
Aislamiento social.
Falta de deseo sexual.
Lucha contra la contaminación acústica
Hace varios años en las normativas de protección del ambiente no se consideraba al ruido como un contaminante, pero pese a que la industrialización y las ciudades han ido creciendo y evolucionando, en todos los países del mundo se han elaborado normas y estatutos que se encargan de la protección del medio ambiente contra el exceso de ruido. Los esfuerzos más serios de las comunidades internacionales se traducen en la profundización de los estudios sobre causas y origen, deterioro y políticas de prevención y control de la contaminación sonora.
El ruido en las ciudades es un problema que se aborda desde muy variadas posiciones. Más que una cuestión de salud, suele tratarse como un problema político e incluso ético. Numerosas encuestas e informes de expertos, señalan el ruido de las actividades de ocio como música callejera y boliches, y no otros ruidos, como uno de los principales causantes de la contaminación acústica.
La música alta, los pubs y discotecas aglutinan el mayor número de críticas por parte de los ciudadanos y políticos de los centros urbanos, como causantes del ruido que impide llevar una vida más saludable a las personas. El oído necesita algo más de 16 horas de reposo para compensar 2 horas de exposición a 110 dB (discoteca ruidosa).
Sin embargo, hay estudios que demuestran que hay otros elementos que pueden generar más ruido que los bares, locales de fiestas, concentraciones callejeras, etc. De esta forma los coches y las motocicletas causan el 47 % del ruido que se genera en las ciudades, por solo el 6 % que generan los peatones o el 2,2 % que producen los perros.
Otros estudios concluyen que los taladrados de las obras o el paso de los aviones por encima de los edificios, generan hasta 130 decibelios (db) (el umbral del dolor está en 140 según la OMS), mientras que el ruido de discotecas es de 110 db y el de una conversación en la calle, de 50 db de media.
Con esto, se concluye que, pese al pensamiento generalizado en muchas capas de la población, no son los jóvenes ni las actividades de ocio los principales causantes de la contaminación acústica en las ciudades. A pesar de esto, las normativas y leyes se empeñan en limitar el ruido en estos ámbitos antes que en otros más ruidosos.
Medidas a tomar
La reducción del ruido se debe llevar a cabo siguiendo la secuencia de medidas a tomar que se muestra a continuación, ordenadas de mayor a menor eficacia.
A nivel grupal
Eliminar las fuentes molestas que producen el ruido.
Control de producción del ruido (en el origen).
Llevar a cabo la reducción a través de medidas en el entorno.
A nivel individual
Escuchar música o ver televisión con un volumen moderado, evitar permanecer en lugares muy ruidosos, no introducir objetos a los oídos y curar bien los resfríos.
Propuesta personal con respecto a los ruidos vehiculares

Multar a quienes superen el nivel sonoro permitido de los escapes y alarmas en sus vehículos, tanto de motos como automóviles como asimismo realizar mediciones permanentes para tratar de esta manera bajar los niveles de ruido generados.
Sobre Leandro A. Marascio
Leandro Agustín Marascio, Argentino, 36 años, residente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es Licenciado en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, es asesor en Responsabilidad Social Empresaria.
Cuenta con más de 10 años de experiencia en los rubros comercial, financiero, salud, telecomunicaciones, marketing.
Posee un Interés particular en temas de Responsabilidad Social Empresaria, Gestión Ambiental, Política y Servicios Sociales. Ha presentado varias iniciativas ciudadanas con el fin de que se conviertan en proyectos de ley.