“Jose Maria Goenaga revela que fue un documental de 2012, Treinta años de oscuridad, dirigido por Manuel H. Martín, el que los puso detrás del tema:
“Allí se contaba la experiencia de los así llamados topos, aquellas personas, en su mayoría republicanos, que se quedaron escondidos en sus casas por miedo a las represalias.
Algo que parecía, a priori, temporal, pero que fue alargándose en el tiempo, llegando en casos extremos a más de treinta años”…le ocurrió a Manuel Cortes Queró, conocido como «El Topo de Mijas», alcalde de esa ciudad de Málaga y sujeto de atención del documental de Martín… referente para la construcción de la ficción de La trinchera infinita”
Es el cuarto film del trío de realizadores, guionistas y productores vascos integrado por Aitor Arregui, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga.
‘La trinchera infinita’ comienza con una persecución: los nacionales han llegado a un pequeño pueblo Andaluz y uno de sus concejales tiene que darse a la fuga. Quieren acabar con el protagonista y la única salida que le queda es refugiarse en un agujero que había creado en el interior de su casa al esperar que algo así pudiera pasar. Decisión inteligente para meter de lleno al espectador en el relato, así como para establecer el escenario y a sus personajes.
La película se centra en la realidad intima del matrimonio y los vericuetos que afectan a la relación de pareja. En un primer momento sufren lo indecible, pero como su amor esta fuerte, se imponía a los peligros que había a su alrededor. El tiempo hace emerger la crisis matrimonial,en medio de una situación insoportable.
La realidad de lo que está sucediendo en España se va desdibujando, se vuelve protagonista el dolor interior: el aguijón dela rutina que desgasta, los reclamos, la culpa, tanto del que está prisionero en su propia casa como en sus seres queridos, condenados a vivir en una mentira constante y al servicio de sus necesidades.
Tanto Cuesta como De la Torre manejan las nuevas emociones manteniendo un tono asfixiante del relato con nuevos matices. El enemigo del pasado reaparece siempre y pone todo en tensión.La historia se narra desde los ojos de él, primero en el fondo de un agujero y luego en un falso hueco en la pared.
“Si bien es verdad que estamos pegados todo el tiempo al personaje de Higinio, también es cierto que el espectador puede adoptar por momentos el punto de vista de la mujer y, más tarde, el de su hijo. Pero la idea central era contar la historia a partir de Higinio, no abandonarlo nunca”, detalla Goenaga.
La ambientación, el acento de los personajes, el vestuario y la excelente labor en la fotografía hacen que ‘La trinchera infinita’ probablemente sea la mejor película de Garaño, Goenaga y Arregi.
Una verdadera sorpresa en un relato de dos horas y media que nunca pierde la tensión, la pertinencia histórica y emocional. Nos desvela los mecanismos del miedo, en una alegoría de la vida matrimonial: también documenta la historia de un país. Especial para nutrir el alma en tiempos de encierro, en los que la autorreferncialidad nos puede tender una trampa.
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