Cuando ser madre te hace daño
Por Lola Martínez, de www.paginasdigital.es
Kelly Martínez vive en un pueblo de Dakota del Sur con poco más de 2.000 habitantes. Dejó los estudios para poder ayudar a su madre, en quimioterapia por un cáncer. A los 20 años se quedó por primera vez embarazada, alquiló su vientre para que una pareja de franceses tuvieran dos hijos. Años después lo volvió a hacer, pero ahora confiesa que haber sido madre de alquiler le ha dejado profundas heridas.
Kelly Martínez recorre el mundo con la plataforma Stop Surrogacy Now, dando charlas para concienciar sobre el destrozo que suponen los vientres de alquiler. La última experiencia de Kelly fue la más dolorosa. Un joven matrimonio la contrató para que gestara una pareja de mellizos, un niño y una niña. Las cosas no salieron como se habían planeado y Kelly quedó embarazada de dos chicos. La pareja que la había contratado no quería aceptar a los dos niños. Llevaba 35 semanas de embarazo cuando los riñones y el hígado empezaron a fallarle. Kelly contrató sus servicios a través de una agencia y no supo del destino de los niños que había gestado y alumbrado.
Los bebés son abruptamente separados de las mujeres que ellos reconocen como sus madres por el olor, el latido y el tono de voz.
En Ucrania, las leyes respaldan a los padres contratantes, que firman cláusulas en las que se puede concretar el derecho al aborto sobre la madre gestante, o abandonar el ‘producto-bebé’ si no cumple sus expectativas.
El Tribunal Supremo alemán ha sentenciado precisamente esta semana que una mujer no puede ser reconocida en Alemania como madre de un hijo si éste ha nacido de un vientre de alquiler a menos de que lo adopte formalmente.
A juicio de la corte alemana, al recién nacido –que fue llevado a Alemania con consentimiento de todas las partes poco después del parto– se le debe aplicar el derecho alemán, que no permite la gestación subrogada y que reconoce legalmente como madre sólo a la persona que da a luz.