Desde una silla de ruedas, la presidente argentina se presentó como la verdadera víctima por la muerte del fiscal y ordenó cambios para que nada cambie.
Por Adam Dubove, para es.panampost.com
Tras las dos cartas publicadas en Facebook, luego de la aparición sin vida del fiscal Alberto Nisman, la presidente argentina, Cristina Kirchner, reapareció este lunes 26 de enero en televisión con un discurso transmitido por cadena nacional.
La primera imagen anticipaba el tono que iba a tener su alocución. Vestida de un blanco prístino —el color de la inocencia— y sentada en una silla de ruedas, a la vista de todos, Kirchner comenzó con un discurso autorreferencial, ensalzando supuestos logros de su gestión. El meta mensaje era contundente: ella es la víctima en busca de compasión.
A diferencia de todos los discursos por cadena nacional anteriores, en esta ocasión la presidente prescindió del escritorio. Un accidente doméstico que le provocó una fractura de tobillo un mes atrás le dio la excusa para utilizar una silla de ruedas. El cuadro no deja lugar a muchas interpretaciones: ella no es la acusada por encubrir a los funcionarios iraníes en la causa por el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de 1994, ella no es quien debe ofrecer sus condolencias a las familias de las víctimas. Su versión de la historia la presenta como la principal damnificada.
El deslinde
Deslindarse de responsabilidades. Eso es lo que intentó Kirchner hacer durante su discurso, comenzando por su esposo, el fallecido ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), quien designó al fiscal Nisman para que investigue el atentado terrorista. Señaló que es de una “ignorancia supina o una manifiesta mala intención” sugerir que el ex presidente designó a un fiscal, pues lo prohíbe la Constitución. La designación de Nisman, como sostiene la presidente, fue firmada por el entonces procurador general, Esteban Righi, pero detrás de la firma se escondía la figura de Néstor Kirchner, quien desde un primer momento impulsó la politización de la Justicia.
Fue también Néstor Kirchner quien en 2004 le asignó a Nisman la tarea de trabajar con el oscuro agente de inteligencia Jaime Stiusso, ahora señalado por la historia oficial como el hombre detrás de la muerte del fiscal. Pero Cristina también se deslinda de ello. Desconoce que durante 11 años, bajo la dirección de Sergio Acevedo y Héctor Icazuriaga, la Secretaría de Inteligencia (SI) estuvo al mando de dos personas de la máxima confianza de su esposo. El primero recibió la unción de Kirchner para que lidere su provincia natal, la sureña Santa Cruz, en 2003; el segundo sucedió al ex presidente en su cargo de gobernador luego de que este asumiera la primera magistratura del país.
Cambio de siglas
“He tomado la resolución que se disuelva esta Secretaría y se cree la Agencia Federal de Inteligencia (AFI)”, dijo Cristina en su discurso. La disolución de la SI obedece a la teoría de la propia presidente, según la cual la muerte del fiscal era parte de una “operación contra el Gobierno”. Como si recién hubiese asumido, la presidente se sorprende de la presencia de elementos antidemocráticos en aquel organismo. Sin embargo, pese a la impactante denuncia, no ofreció prueba alguna para sostenerla.
Un cambio de siglas no representa una verdadera reforma. No obstante, los cambios en la estructura de Inteligencia solamente contribuirán a acrecentar la arbitrariedad de aquellos que detentan el poder político. Entre las facultades de la flamante agencia —que aún debe ser refrendada por el Congreso, aunque se descuenta su aprobación— estará la investigación de “delitos contra el orden económico y financiero”. Es decir, la nueva agencia podrá investigar a empresarios, cambistas y agentes de bolsa, habitualmente señalados por Kirchner —al mejor estilo de Nicolás Maduro— de entablar una conspiración económica desestabilizadora contra su Gobierno.
Aún más preocupante es la transferencia a la Procuración General de la Nación del sistema de escuchas telefónicas utilizado cuando los jueces ordenan intervenir comunicaciones. La titular de esa dependencia es Alejandra Gils Carbó, quien ha encabezado el embate contra los fiscales y jueces díscolos, en el marco del conflicto que mantiene el Ejecutivo con el Judicial.
¿Cuál será la actitud de Gils Carbó a la hora de ordenar escuchas a funcionarios y aliados del Gobierno? ¿Será la misma que adoptó cuando dispuso apartar a un fiscal de su cargo por investigar hechos de corrupción relacionados con la presidente? ¿Estarán también las escuchas clandestinas a cargo de la Procuración?
Fiscales, jueces, ministros, o cualquier otro funcionario tendrán prohibido comunicarse con los agentes de la AFI. Según la reforma, que será enviada al Congreso la próxima semana, los interesados en acceder a agentes de inteligencia deberán superar el filtro que representarán el director y subdirector del organismo, en otra maniobra para blindar aún más su posición frente a amenazas políticas y preservar su poder. Mientras tanto, el oficialismo seguirá respaldándose en la inteligencia paralela que, desde 2013, comenzó a armar y dirigir el jefe del Ejército, César Milani.
Los sospechosos de siempre
En el último tramo del discurso, Cristina Kirchner insinuó que detrás de Diego Lagomarsino, el empleado de Nisman que le habría entregado el arma un día antes de que apareciera muerto, está el grupo multimedio Clarín, el enemigo escogido por el Gobierno para atribuirle la responsabilidad de todos los problemas del país. Lagomarsino, en la teoría oficial, está sindicado como el autor material de la muerte de Nisman. “Es el hermano de un importante ejecutivo del estudio Saenz Valiente, socio del Grupo Clarín”, aseguró la presidente.
Sin embargo, en el sitio web del estudio, Lagomarsino hermano aparece como el gerente de Sistemas, lejos de ser un importante ejecutivo. Desde la firma informaron que “presta servicios para el estudio a tiempo parcial en el área de sistemas, sin rango jerárquico alguno”. El multimedio también desmintió a la mandataria.
Sin una palabra de condolencias para el fiscal, la presidente Kirchner llevó adelante un ejercicio de auto celebración. Kirchner no tiene nada que ver con las actividades de inteligencia de los últimos 11 años a pesar de que ella y su esposo fueron los que dirigieron el país en ese período, sino que es la gran reformadora. Es la que sabe quién está detrás de la muerte del fiscal, y además, es la verdadera víctima en todo este asunto.
Las teorías abundan, las maniobras políticas también. Hasta el momento la única certeza es que un fiscal a cargo de investigar el atentado terrorista de mayor magnitud que sufrió Argentina apareció muerto un día antes de declarar en el Congreso para exponer sobre una denuncia que acusaba a la presidente de encubrimiento. Es probable que esta sea la única certeza, y que la muerte del fiscal Alberto Nisman sea una causa más de la historia de la impunidad en Argentina.