La resurrección calamar
Una nota de color…marrón, de Ignacio Bustos
Las dos semanas que resurgieron a Platense de sus cenizas. Salió campeón de la Primera B Metropolitana, tras ocho años en la categoría, y por si fuera poco eliminó a Belgrano de Córdoba en la Copa Argentina. La ilusión de la vuelta a primera división.
Platense vive un presente soñado. Primero fue el muy festejado ascenso, en el angustioso desempate en Lanús ante Estudiantes de Caseros. Aprovechando el Envión tras ascenso, venció nada menos que a Belgrano de Córdoba, en la Copa Argentina. Tras el ascenso, el equipo no se tomó descanso y se preparó como nunca, para este partido de 32vos de final de la Copa Argentina. El equipo calamar debutara en la Nacional B.
En el partido por la Copa Argentina, se vio a un muy ambicioso Platense, sin esa pesada carga que fue la Primera B Metropolitana. Lo buscó de entrada con las subidas por derecha de Curuchet, con un expectante Vega, quien no paraba de incomodar a la defensa celeste con sus repentinas apariciones en el área. Cuando promediaba el primer tiempo, Emanuel Bocchino ganó en el aire, tras un córner y clavó un inapelable cabezazo al lado del palo. A partir de ahí Platense cuidó la diferencia, esperando distracciones de Belgrano.
El histórico desempate con Estudiantes
El miércoles 2 de mayo, el estadio de Lanús, fue el escenario elegido para el desempate por el primer puesto de la B Metropolitana: entre Platense y Estudiantes de Caseros. El partido se organizó un poco a las apuradas; para el miércoles siguiente por la noche. La lluvia le daba ese necesario condimento épico que necesita toda dramática final. El estado campo de juego estaba más cerca de un escenario bélico que un evento deportivo. Era una batalla psicológica, donde los dos equipos se jugaban el año; aunque una derrota no era el fin de todo. Al siguiente fin de semana, el que pierde tenía la chance del segundo ascenso por el octogonal. Los dos equipos cuanto antes puedan terminar con el sufrimiento, mejor.
Los últimos ocho años han sido un verdadero calvario para Platense, quien sufrió en carne propia más de una frustración, quedándose en la frontera del ascenso. Cuatro días antes, Platense durante un buen rato, tuvo un pie la B Nacional. Tras el empate de visitante ante Colegiales -el otro equipo de Vicente López- con un cambiante resultado que venía de Caseros, donde el gol de Fénix despertó ilusión de ese público, que ya ensayaba la vuelta. Al final Estudiantes lo dio vuelta y forzó el desempate. El pueblo calamar quedó con las ganas de festejar el sábado. El destino le preparó un desempate de esos tantas veces había disputado con sangre, sudor y aferrándose a la máxima categoría. En el arreglo para organizar el desempate, Platense salió mejor parado, ligó la techada de Lanús, donde sus casi diez mil hinchas se hicieron oír; más aún con la ayuda de la acústica del techo.
Como todo desempate en el futbol argentino, no pudo faltar esa dramatización que caracteriza a los argentinos. No se podía esperar más que un muy rustico partido a muerte, donde gran parte del primer tiempo el calamar lo paso bastante mal. Recién casi al final de la etapa inicial comenzó a rondar el área del equipo de Caseros, con un mano a mano del histórico Vega o algún remate lejano.
El segundo tiempo fue todo de Platense a partir de la expulsión del jugador de Estudiantes. El equipo marrón tenía las mejores chances, pero no podía concretarlas. Apoyado en el masivo público que se acercó hasta para dar el necesario empujón para salir de la categoría de una vez por todas. En esa muy intensa expresión donde el mundo calamar dejaba bien en claro sus ganas de salir de esta categoría, donde que no iba a permitir por nada del mundo que el equipo se cayera o algo parecido.
Un poco de historia
Platense es un equipo que pasó la mayor parte de su historia en primera división. En 1949 Salió Subcampeón. Su primer descenso se dio en 1955. Tuvo que esperar hasta 1964 para volver a primera. Entre 1967 y 1970 quedo en las ´puertas de la gloria: En la semifinal de 1967 ante Estudiantes de la Plata iba ganando 3-1, pero Estudiantes lo dio vuelta al final y ganó 4-3. Ese partido marco el nacimiento del histórico equipo de Osvaldo Zubeldia. En 1970 quedo nuevamente en las puertas de la gloria. En el 71, la interna política se devoró lo futbolístico, donde Platense tuvo que volver a jugar los sábados.
El marrón de Saavedra regresó a primera en 1976, luego de vencer a Villa Dálmine. Esta etapa es la más conocida por las milagrosas salvadas del descenso. En el 77’ Platense juega un infartante desempate con Lanús por panales, donde su tan cuestionado arquero, Osmar Miguelucci, detiene el ultimo penal, y entra en la historia grande.
En la última fecha del Metro del ’78; un milagroso zurdazo del “Mono” Petti ante Chacarita, en San Martín, le salva la vida a Platense. En 1979 se inaugura el actual estadio de Platense, en medio del dramático ‘Cuadrangular de la muerte’ en el que se impuso Platense. El cuadrangular estuvo conformado además por Gimnasia y Esgrima, Atlanta y Chacarita.
Sus milagrosas salvadas convirtieron a Platense era uno de los equipos más odiados del Futbol Argentino. En 1987, Platense vence a Temperley en un dramático desempate. En la última fecha, Platense había vencido 3-2 a River (tras estar 0-2), en el Monumental. En 1988 obtuvo una Liguilla Pre-Libertadores tras vencer 2-1 a Boca Juniors, con dos goles de Alfaron Moreno. Hasta el descenso de 1999, durante los ’90, Platense no había tenido muchos sobresaltos a comparación de los ’80. Hasta se animó a pelear el campeonato en un par de ocasiones. Fue una década muy fructífera en materia de jugadores, donde su cantera aportó un sinfín de históricos jugadores: Espina, Casini, Coudet, Trezeguet (campeón del mundo con Francia en el 98) entre algunos.
La sufrida fidelidad calamar
Hace unos años, el pueblo calamar tuvo su reconocimiento: un estudio realizado por una prestigiosa universidad argentina, afirmó que la hinchada de Platense era la más fiel de la Argentina. Para el sufrido hincha de Platense, fue un reconocimiento a tantos años de padecimiento.
Durante el desempate se podían ver todo tipo de expresiones de sufrimiento. Los de la “vieja guardia” que suplicaban al cielo para que terminara esta agonía de tantos años. Durante las dos horas que Duro el desempate, algunos caminaban, otros estaban sentados con las manos en la cabeza y puteando por sufrir de ese modo. Los cigarros se disolvían en una o dos pitadas de nervios. No faltaron los supersticiosos de siempre viendo “mufas” por todas partes. El tan esperado grito de corazón, llego cuando promediaba el primer alargue. Empujado por el clásico hit de cancha “Vamos Platense, que tenemos que ganar”. Se podía ver todas esas máximas expresiones de la felicidad entre familiares, amigos y hasta desconocidos se fundían en un enorme abrazo. El máximo responsable de ese inolvidable instante; Mariano Bizcarra, quien era aplastado por una marea de jugadores calamares.
Lo que vino fue otra secuencia del sufrimiento, donde el incesante bombardeo de Estudiantes sobre área calamar, fue tan asfixiante que hasta llovían centros desde caseros. A partir de ahí, como si la física hubiera intervenido, los minutos pasaban más lentamente de lo normal de un lado, y en el otro los minutos corrían como un cronometro. En la tribuna marrón, las manos con “diez, cinco, dos”. La última jugada, casi provoca una epidemia de infartos masivos, en todo el mundo calamar. Los rápidos y seguros reflejos de De Olivera, la vieron antes para dejar un rebote que entre pifies calamares, pudieron sacar esa bola de fuego.
Las mil batallas calamares que hace décadas forjaron su tan particular impronta de culto. Como su color marrón. La histórica noche de Lanús tuvo ese emotivo condimento tan familiar como el Polaco Goyeneche y el “Fantasma del descenso” fundidos al calor de un emotivo abrazo brindando con algún “whisquicito” por haber salido de ese calvario de “tercera”. Una noche empezó a tomar ese soñado envión destinado a esa soñada vuelta a la grande.
Ignacio Eduardo Bustos
Nació en la ciudad de Buenos Aires el 25 de junio de 1981.
Se dedica al rubro inmobiliario aunque su vocación es el periodismo. Desde hace años escribe para diversos medios on line, desde deportes hasta reseñas culturales de discos a cine y teatro.
Vive en San Isidro, en el corazón de la Zona Norte del Conurbano Bonaerense.
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