La extraordinaria preponderancia que ha cobrado en la Argentina la figura de Jorge Bergoglio, elegido como cabeza de la Iglesia Católica con el nombre de Papa Francisco, hace posar las miradas y prestar oídos a lo que pueda decir sobre los acontecimientos que se desarrollan en el País, más de las veces sin tener en cuenta que su mirada y su palabra está ahora dirigida al conjunto de la sociedad de todo el mundo.

Ante el lanzamiento a la carrera presidencial de varios candidatos, quieren saber que por quien tiene preferencias Francisco, los menos como orientación a su voto, la mayoría como curiosidad o noticia que le dé motivos para la discusión.
Mucho antes de ser Papa, desde su cargo de pastor de la arquidiócesis de la ciudad de Buenos Aires, ha manifestado sus preferencias a lo largo de sus magníficas exposiciones y homilías, entonces poco difundidas y por ende desconocidas para la mayoría. Quienes lo hemos seguido desde el descubrimiento de una extraordinario documento dirigido a las comunidades educativas de la Capital Federal, sabemos por quién tiene preferencia el Papa Francisco.
Ha dicho en aquella oportunidad y repetido con otras palabras hasta el último día de su permanencia en la Argentina antes de convertirse en el Pastor de Roma:
“La sociedad política solamente perdura si se plantea como una vocación a satisfacer las necesidades humanas en común. Si apostamos a una Argentina donde no estén todos sentados en la mesa, donde solamente unos pocos se benefician y el tejido social se destruye, donde las brechas se agrandan siendo que el sacrificio es de todos, entonces terminaremos siendo una sociedad camino al enfrentamiento”.

Vaya el lector haciendo el recorrido de cada párrafo para ir viendo quienes sí y quienes no de los denominados presidenciales se ajustan a esta idea de Nación. Quien de los candidatos ofrece un programa que contemple terminar con la pobreza de hoy para mañana, que es la forma de sentarlos a todos en la misma mesa. Si esperamos el crecimiento para que ello suceda, nunca llegará el momento, antes alguien se quedará con la porción del otro.
“No hay que hacerle caso a aquellos que pretenden destilar la realidad en ideas, que no nos sirven los intelectuales sin talento, ni los eticistas sin bondad, sino que hay que apelar a lo hondo de nuestra dignidad como pueblo, apelar a nuestra sabiduría, apelar a nuestras reservas culturales”.
A esta altura se van repasando los nombres, pero aquí viene una parte que nos dice mucho, al menos deja afuera a alguno de los nombres en que se pudiera estar pensando.
“Es una verdadera revolución, no contra un sistema, sino interior; una revolución de memoria y ternura: memoria de las grandes gestas fundantes, heroicas… y memoria de los gestos sencillos que hemos mamado en familia. Ser fieles a nuestra misión es cuidar este ‘rescoldo’ del corazón, cuidarlo de las cenizas tramposas del olvido o de la presunción de creer que nuestra Patria y nuestra familia no tienen historia o que la han comenzado con nosotros. Rescoldo de memoria que condensa, como la brasa al fuego, los valores que nos hacen grandes : el modo de celebrar y defender la vida, de aceptar la muerte, de cuidar la fragilidad de nuestros hermanos más pobres, de abrir las manos solidariamente ante el dolor y la pobreza, de hacer fiesta y de rezar; la ilusión de trabajar juntos y –de nuestras comunes pobrezas– amasar solidaridad, convenciéndonos una vez más que el todo es superior a la parte, el tiempo superior al espacio, la realidad es superior a la idea y la unidad es superior al conflicto. Estas cuatro coordenadas son la referencia segura para testear cotidianamente las situaciones”.

Ya nos vamos acercando. Con esto que acabamos de leer se nos ocurre la persona. Desde luego para eso hay que conocer adecuadamente los programas de gobierno que están ofreciendo.
“Hoy debemos articular, sí, un programa económico y social, pero fundamentalmente un proyecto político en su sentido más amplio. ¿Entonces, qué? Me resulta significativo el contexto histórico del Martín Fierro: una sociedad en formación, un proyecto que excluye a un importante sector de la población, condenándolo a la orfandad y a la desaparición, y una propuesta de inclusión. ¿No estamos hoy en una situación similar? ¿No hemos sufrido las consecuencias de un modelo de país armado en torno a determinados intereses económicos, excluyente de las mayorías, generador de pobreza y marginación, tolerante con todo tipo de corrupción, mientras no se tocaran los intereses del poder más concentrado? ¿No hemos formado parte de ese sistema perverso, aceptando, en parte, sus principios mientras no tocaran nuestro bolsillo, cerrando los ojos ante los que iban quedando fuera y cayendo ante la aplanadora de la injusticia, hasta que esta última, prácticamente, nos expulsó a todos?”.
Antes de saber de quién se trata, es bueno también que sepamos de nuestras falencias para no equivocarnos en el camino.

“Los argentinos tenemos una peligrosa tendencia a pensar que todo empieza hoy, a olvidarnos de que nada nace de un zapallo, ni cae del cielo como un meteorito. Esto ya es un problema: si no aprendemos a reconocer y asumir los errores y aciertos del pasado, que dieron origen a los bienes y males del presente, estaremos condenados a la eterna repetición de lo mismo, que -en realidad- no es nada eterna, pues la soga se puede estirar sólo hasta cierto límite… Pero hay más: si cortamos la relación con el pasado, lo mismo haremos con el futuro. Ya podemos empezar a mirar a nuestro alrededor… y a nuestro interior.
¿No hubo una negación del futuro, una absoluta falta de responsabilidad por las generaciones siguientes, en la ligereza con que se trataron las instituciones, los bienes y hasta las personas de nuestro país?”.
Está claro entonces que el Papa Francisco está hablando de quien para él debe ser quien conduzca a los ciudadanos por el camino del progreso y desarrollo integral. El hombre que conoce la traza y su trocha. Pero desde luego los argentinos esperamos un nombre, conjeturamos sobre quien de los que se postulan ha de ser el preferido de Francisco. Es no conocer el pensamiento del actual Papa, sino de quienes ocupan ese sitial en la Iglesia Católica. Es no saber de la universalidad de su pensamiento y acción. Porque el interés de ella representada en voz y guía por este Papa, por todos los Papas, es la de orientar al bien común, en este caso de los argentinos, en cualquier caso de los hombres que habiten cualquier lugar de la tierra. En los párrafos de su magnífica exposición, de los cuales extrajimos lo más destacado y adecuado, está dicho que es lo más conveniente, pero que sea el ciudadano en su libertad quien lo interprete adecuadamente.