Por José Valle (*)
Juan Carlos Cobián nació el 31 de mayo de 1896 en Pigüé, una pequeña ciudad bonaerense con reminiscencia de la campiña francesa.
Cuando contaba apenas con 3 años, los Cobián se trasladaron a Bahía Blanca. Afectiva y sentimentalmente ligado a esta ciudad donde su familia residió por muchos años y donde existió la casa paterna que inspiró el tango “La Casita de Mis Viejos”. Estudió en el Conservatorio Williams teniendo como profesor a Numa Rossotti.
En 1913, ya recibido, Cobián llega a Buenos Aires. Dormía en hoteles de $ 1 la cama y se ganaba sus primeros pesitos como pianista en una cervecería alemana y varios cines, en los que ponía la cuota de música al silencio de las películas.
Conforma trío con uno de los más cotizados bandoneonistas del momento, Genaro Espósito y el violinista Ernesto Zambonini, hombre de facón al cinto. Juan Carlos estaba en la vereda opuesta de este músico: él era un típico «cajetilla» al que le bastaban sus certeras trompadas, generalmente por cuestiones de polleras.
En esos años Cobián ya es reconocido por su gran calidad musical y su refinada elegancia en el vestir, un verdadero dandy de cuerpo atlético, con el que hacía estragos entre las mujeres, que eran su debilidad junto con el whisky y el champagne.
Vive cinco años en Estados Unidos llegando a trabajar junto al gran Rodolfo Valentino.
Compuso «Los dopados» (retitulado «Los mareados»), «La casita de mis viejos», «El cantor de Buenos Aires», «Shusheta», «Niebla del Riachuelo», «Hambre», «Rubí», «Nostalgias» y «A pan y agua» (con letra de Cadícamo), «Es preciso que te vayas» (C. Flores), «Volvé a mi lado», «No me cortes las alas», «Has cambiado por completo» (con E. Dizeo), “Mi refugio» (P. Numa Córdoba) y «El motivo» (P. Contursi), «La noche de los dos», «Monedita de plomo» (ambos con letra propia) y muchos otros.
Luis A. Sierra escribió: “El tango nace exclusivamente como danza popular y procedente de muy dispares fuentes de origen. Existe un proceso de evolución musical del tango; originalmente intuitivo por sus pioneros ejecutantes (…) Corresponde a Cobián la feliz e invalorable contribución de crear formas instrumentales del tango en relación artística con los métodos ya adquiridos por la composición del género”.
Cobián contribuyó a gestar toda una tendencia en la cual se rindió culto al melodismo y en la que inscribieron luego sus tangos los hermanos De Caro, Lucio Demare, Pedro Laurenz, Aníbal Troilo, Antonio Rodio, Alfredo Malerba y otros.
Me contó el recordado guionista y autor teatral Abel Santa Cruz, que Cobián era muy amigo, entrenaban juntos con el boxeador medio pesado Santiago Róttoli y eran compañeros de farra. Róttoli era un boxeador de pegada demoledora y mandíbula de cristal, es así que sus peleas las ganaba o las perdía por KO. Cobián y Róttoli con su pinta rompían corazones en la noche porteña hasta que el boxeador se enamoró perdidamente de una bella sanjuanina que al poco tiempo lo abandonó. Róttoli, deprimido, una fría madrugada de julio de 1934, se pegó un balazo en la cabeza, en el paseo de La Piedad del porteñísimo barrio de Congreso.
El actor Juan Carlos Thorry siempre relataba que Cobián, en épocas de malaria económica, cuando andaba de gira por el interior del país, siempre viajaba con una vieja valija y un estuche de guitarra. ¿Para que un pianista quiere un estuche de guitarra? Allí ponía su ropa y enseres personales, dejando la valija en los hoteles y yéndose sin pagar con la excusa de ir a tocar.
El 10 de diciembre de 1953 murió en el Hospital Fernández. Solo. Había perdido el conocimiento y hasta le habían robado su eterna pulsera de oro sin cierre (que había hecho soldar para hacerla “imperdible” en sus asiduas peleas a puño limpio). Tenía 57 años de vida intensa.
¿Había algo más que hacer en la tierra después de haberlo hecho todo? Juan Carlos Cobián había elegido vivir de primera y morir de segunda.
Se fue de este mundo sin dinero, “quizás porque la mortaja no tiene bolsillo” escribió Cadícamo. Dejó 50 obras publicadas en Buenos Aires y valiosos manuscritos de tangos inéditos.
* José Ángel l. Valle
Nacido en San Agustín (Balcarce) es escritor, historiador y productor musical, teatral, televisivo, cinematográfico, radial, publicitario y deportivo. Un amante del Tango, el boxeo, él turf y un apasionado de la Historia.
Es director del Festival Nacional de tango “Carlos Di Sarli ” de Bahía Blanca.