Cerca de un 1% de la población sufre una crisis convulsiva en algún momento pero 1 de cada 3 no logra controlar dicha crisis, exteriorización de alguna enfermedad.
La doctora Gabriela Ferretti, divulgadora científica de Grupo Medihome brinda su conocimiento, consejo y recomendaciones, acerca de la epilepsia, sus causas y qué debemos hacer si se presenta.
Epilepsia: qué debemos hacer ante una crisis
Por la Dra. Gabriela Ferretti, Divulgadora Científica de Grupo Medihome
Una recientemente estrenada película de animación advierte que sus imágenes con destellos de luz podrían estimular la aparición de convulsiones. La ocurrencia de crisis convulsivas en la población general es de 7 a 10 cada 1000 personas, siendo mayor su frecuencia en los países de bajos ingresos. Pero un tercio de la población de personas con epilepsia no logra controlar las crisis, que aparecen como exteriorizaciones de alguna otra enfermedad, y su tratamiento en el hogar les garantiza una mejor calidad de vida y una menor tasa de complicaciones derivadas de la enfermedad.
La epilepsia fue descripta ya en la época de los babilónicos y todas las culturas la han considerado y le han asignado una connotación no siempre positiva a quienes la padecían. Esto generó a través de los siglos estigmatización y discriminación que llevaba a los padecientes al encierro en manicomios en muchos de los casos. Ha recibido más de 100 denominaciones distintas en su devenir histórico. En épocas más contemporáneas, según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en países como China e India aun es considerada a menudo como un motivo para prohibir casarse, en los Estados Unidos en los años 70 se restringía el acceso a restaurantes, teatros, centros recreativos y otros edificios Públicos y en el Reino Unido, hasta 1971, se permitía la nulidad del matrimonio si alguno de sus integrantes padecía epilepsia.
Si bien ha mejorado la mirada social sobre este problema de salud, la divulgación de la misma es la mejor herramienta para combatir la condena social que existía sobre ella.
La epilepsia es una enfermedad donde se presentan dos o más crisis convulsivas no provocadas por un factor transitorio (glucemia baja, sodio bajo, entre otras). Tenemos que diferenciar la ocurrencia aislada de una crisis de lo que representa una epilepsia propiamente dicha. Las convulsiones se producen cuando se genera una asincronía (cortocircuito) en la actividad eléctrica cerebral. Estas descargas pueden ocurrir en un sector limitado del cerebro, denominado crisis parcial (movimientos de un solo miembro o de la mitad del cuerpo) o descargas que involucran a todo el encéfalo, que se exteriorizan con pérdida de conciencia de pocos segundos de duración (crisis de tipo pequeño mal o ausencias) o con el agregado de movimientos estereotipados de los cuatro miembros constituyendo las crisis de gran mal. Estas últimas son las más angustiantes para el entorno, ya que la persona pierde la conciencia súbitamente y luego comienza con los movimientos que suelen durar aproximadamente 3 minutos.
Existen cerca de 30 tipos de crisis, pero las dos más frecuentes son las mencionadas. En algunas ocasiones, la persona reconoce que la crisis se va presentar en función que percibe un “aviso” previo a la convulsión que se producirá. Este fenómeno es conocido como “aura epiléptica”. Estas auras se describen como destellos de luz, oscurecimiento del campo visual, oír una melodía, un murmullo, un olor en particular. En otras ocasiones, los pacientes relatan alguna sensación en el cuerpo como mareos, náuseas, sensación de vacío en el estómago, entre otras.
¿Por qué se producen las crisis?
Algunas crisis se desencadenan por una agresión directa y transitoria al sistema nervioso: intoxicaciones, alcohol, infecciones, alteraciones de algunos componentes vitales del cuerpo, fiebre alta en los niños. En estos casos es fundamental corregir la causa que las provoca. Suelen ser limitadas y no constituir con el paso del tiempo una epilepsia.
En los pacientes que ya se conocen epilépticos y están medicados, la interrupción de la toma del fármaco, tener indicadas dosis inferiores a las que deberían recibir, así como la falta de sueño son las causas más habituales que desencadenan un nuevo evento.
Ha sido de público conocimiento, el efecto de los videojuegos como disparadores de crisis en niños susceptibles. Recientemente, la película de Disney Los increíbles 2, fue señalada con imágenes de destellos de luz que podían estimular la aparición de convulsiones. En su página web oficial, también advierten a los adultos, sobre algunas atracciones de sus parques de diversiones que podrían desencadenarlas.
A pesar de las medidas farmacológicas correctas y suficientes y del cumplimiento de hábitos saludables (dormir más de 8 horas, no beber alcohol ni consumir drogas recreativas) un tercio de la población de personas con epilepsia no logra controlar las crisis. Estamos en este caso frente al grupo conocido como “epilepsia refractaria». Habitualmente son casos donde las crisis son solo una exteriorización de alguna otra enfermedad, habitualmente con discapacidad motora e intelectual. Es en este grupo, donde las medidas tendientes a proteger al paciente en su domicilio se vuelven el pilar fundamental para evitar complicaciones. El acondicionamiento del hogar, la supervisión y la realización de un tratamiento de rehabilitación hecho “en casa” les garantiza una mejor calidad de vida y una menor tasa de complicaciones derivadas de la enfermedad.
Ahora bien, si estamos ante una situación donde alguien a nuestro alrededor se desmaya y comienza con movimientos en sus extremidades, ¿qué es lo que debemos y no debemos hacer?
- En principio, tratemos de mantener la calma. Ya sabemos reconocer el cuadro y debemos actuar con serenidad.
- No dejemos sola a la víctima.
- Acondicionemos el entorno próximo a la persona para que no se golpee, especialmente su cabeza.
- Tomemos el tiempo del inicio de la crisis. Este dato ayudará para poder conocer su duración. Las crisis suelen autolimitarse en aproximadamente tres minutos. En el caso que superen los 10 minutos de duración o bien que se sucedan varias crisis en forma secuencial, es necesaria la presencia de personal médico con una ambulancia para ser trasladado a un centro asistencial.
- Nunca coloquemos objetos dentro de la boca. Es un mito el que la persona pueda cortarse la lengua durante un episodio. Lo que sí puede ocurrir es que se escurra por su boca una saliva espumosa teñida de sangre. Sólo significa que pudo haberse lastimado someramente alguna parte de la cavidad bucal. No reviste mayor importancia.
- Es posible que durante la crisis los labios del paciente se tornen en un color azulado o blanco, así como también pueda haber una pausa respiratoria. Esto no agrega gravedad al cuadro.
- Una vez que el episodio ha cedido, la persona permanecerá poco conectada con el medio y con una sensación de cansancio extremo. Debemos dejarla acostada sobre uno de sus laterales en una posición cómoda para que descanse.
- Trasmitámosle tranquilidad, haciéndole saber que está cuidada y atendida. Nunca le ofrezcamos comida o bebida. Simplemente dejar que descanse.
Es posible que relaje sus esfínteres luego del episodio. Esto tampoco reviste gravedad.
Fuente: Julia Raznoszczyk – SUR Comunicación – julia@surpr.com.ar
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