Nos habíamos propuesto comentar los partidos de fútbol de los principales torneos organizados por la Asociación del Fútbol Argentino, tratando de centrarnos en los aspectos técnicos, tácticos y estratégicos de sus protagonistas principales, para rescatar lo positivo como contribución al mejoramiento de este que podría ser un hermoso espectáculo.

Fecha a fecha, en estas escasas cinco que se llevan cumplidas, poco margen habían dejado, aunque con buena voluntad algunas acciones destacadas podían rescatarse. Pero lo sucedido el último fin de semana, principalmente en los encuentros entre Independiente y Racing y el de Boca frente a Vélez Sarfield, nos hace repensar si puede analizarse haciendo abstracción de los comportamientos rayanos con la delincuencia que tienen los diferentes actores, cada vez en mayor número, que conformar el elenco del lamentable evento en que se transformado este deporte que supo ganarse el mote del más hermoso y convocante.
No recuerdo haber visto la consumación de la más grotesca, cobarde y permitida agresión a que fue sometido el equipo de Racing, con la complicidad de quienes se suponen deben poner orden e impartir justicia. Proyectiles aportados desde la misma dirigencia del Club Independiente fueron arrojados de manera impiadosa y sistemática ante la complacencia de autoridades y la pasividad de los jugadores de Racing. Agresiones a puño limpio de parte de los defensores del equipo local para intimidar y contrarestar los peligrosos embates del delantero Hauche, sin que el árbitro pusiera límites. Para culminar con el grotesco de amonestar a Diego Milito por festejar el gol, apenas un desahogo ante las agresiones y vejaciones. Hizo recordar a viejos chistes de personas arrojadas a los leones en épocas de los circos romanos.

Habíamos visto en la fecha anterior consumarse una cobarde agresión del defensor Escudero a la humanidad del delantero Cuero, en ocasión del partido Olimpo-Independiente. Nos pareció imposible que no fuera observado. Ahora aumentan nuestras dudas. Como ahora en ocasión del partido frente a Racing, estas acciones no pueden sino estar previamente acordadas en no ser sancionadas.
No olviden que el actual presidente de Independiente es Hugo Moyano, a la vez secretario general de una central de trabajadores que se supone actúa en defensa de ellos. Pues bien, los futbolistas se dicen trabajadores ¿No está obligado más que a nadie a brindarles condiciones de seguridad en el desarrollo de su labor?
Por todos estos elementos estamos invalidados de poder comentar un partido disputado en condiciones tan anormales y antirreglamentarias.
¿Qué decir entonces del que disputaron más tarde Boca y Vélez? Como analizar el comportamiento de un equipo que apenas 4 días antes había mostrado tantas deficiencias individuales y equipistas? Lo que pareció un buen rendimiento de Estudiantes al vencerlo 3 a 1, ahora debe medírselo en una actuación a desgano de su oponente. Nadie puede pensar seriamente que en un par de entrenamientos un director técnico puede hacer variar tanto el funcionamiento de un equipo.

Y en la misma consideración debe tenerse al conjunto de Vélez Sarfield. Ya nada puede evaluarse sin la sospecha de que otros intereses se mueven por encima, o por debajo, de la obligada regla a defender debidamente su chance al triunfo.
No debería molestar a los futbolistas este tipo de comentarios. No somos nosotros los que componemos los programas de partidos, los que fijamos las reglas, los que determinamos los campeones, los que infringimos los reglamentos. En todo caso ya deberían exigir a quien corresponda el irrestricto cumplimiento de la ley civil y deportiva para evitar ser sospechados de conductas improcedentes. Ellos y el público son los principales perjudicados. Los dirigentes los transitoriamente beneficiados se verán obligados a revisar sus conductas.
Si en algo menor en la actividad de una sociedad como es el deporte, suceden estas cosas, Dios nos libre de las que realmente tienen trascendencia.