Argentina post corrida
Por Marcelo Duclos, de es.panampost.com
El primer día tras la colocación del 100 % de las Lebacs y el freno del dólar, la moneda norteamericana registró una leve suba, pero otra vez se escucharon los análisis económicos precarios sobre la compleja situación.
Reinaba la paz. El presidente Macri había hecho un correcto discurso donde reconoció que necesita más velocidad la reducción del déficit y prometió devolverle la independencia al Banco Central. El dólar se había frenado y el Gobierno festejaba la colocación del 100 % de las Lebacs que vencían.
Pero antes de que se cumplan 24 horas de parecer un país normal, se volvieron a escuchar las mismas estupideces que recuerdan que los problemas argentinos preceden a la política y son culturales. Lo que pasa en el ámbito político/económico es el resultado de lo que la mayoría de los argentinos, sus comunicadores y políticos tienen en la cabeza.
La desinformación y la falta de cultura en el ámbito de la economía es moneda corriente, lo que sumado a una clase política que vive del gasto y el déficit explica a la perfección la problemática histórica y actual.
A contramano del buen discurso del presidente, el popular periodista Jorge Lanata y el dirigente de Cambiemos Ernesto Sanz, aliado a Macri, salieron a justificar la corrida cambiaria con la usual caza de brujas, hija del desconocimiento total de los conceptos económicos más básicos.
Un pésimo aliado: el nuevo error de un Macri desesperado por gobernabilidad
Ante el cachetazo que recibió el Gobierno durante los últimos 20 días, el presidente argentino consideró que necesitaba ampliar la “mesa chica” de poder y les hizo lugar a dos dirigentes que no forman parte del macrismo puro. Ellos son dos representantes de los partidos de Cambiemos que acompañan al PRO, Ernesto Sanz (UCR) y Fernando Sánchez (Coalición Cívica de Carrió).
En el primer día bajo los reflectores, Sanz hizo gala de su desconocimiento total en materia económica y monetaria. El dirigente advirtió que hace falta “una investigación” oficial para saber quiénes fueron los beneficiados de la corrida cambiaria de los últimos días.
Sus dichos llegaron al programa de Jorge Lanata y Marcelo Longobardi, quien con buen tino, calificó de “disparate” la propuesta del radical.
Lamentablemente, Lanata, que cumplió un rol fundamental en publicitar la corrupción del proceso kirchnerista, volvió a hacer gala de una ignorancia supina en el ámbito económico.
Legalidad y especulación
“Si hubo una corrida es ilegal, porque es especulativa”, respondió Jorge Lanata a su compañero que no estaba de acuerdo con la propuesta de Sanz. Para el conductor de Periodismo para Todos, la corrida cambiaria generó ganadores y perdedores y en la actualidad, “la gente está peor pre-corrida”.
Según Lanata, esta última crisis fue producto de un “sector manipulador” que condicionó al Gobierno, al que le pidió mayores controles para que estas situaciones no se repitan en el futuro. “No espero nada de los bancos, le robaron la plata a la gente”, resaltó con relación a la confiscación de los depósitos de la crisis 2001-2002.
La confusión general sobre la especulación bancaria y cambiaria
Lo que Lanata (que se denomina “liberal de izquierda”) y Sanz no comprenden hasta el momento es que, aunque existan ganadores y perdedores con estas situaciones, la raíz de los problemas no está dentro del “sector privado especulativo”. Para buscar al responsable hay que mirar en el gobierno intervencionista, deficitario y en la banca central (o sea, también en el aparato gubernamental).
Argentina se convirtió en potencia con un Estado austero y no ha dejado de tener problemas desde la llegada del peronismo (que influyó de populismo al resto de los partidos y a los militares) y el Banco Central. Si el Estado gastara lo que recauda no existiría el déficit y si el Gobierno no quisiera controlar el tipo de cambio (y financiarse con emisión monetaria) no habría necesidad de un monopolio como el BCRA.
Aunque resulte paradójico, los abanderados de la igualdad y los críticos de los privilegios, nada dicen sobre la existencia de un “prestamista de última instancia” que convierte a la banca privada en una clase favorecida. Si un empleado no puede pagar un crédito le rematan la casa. Si un comerciante tiene problemas para pagar sus deudas pierde su negocio. Pero si un banquero es irresponsable y se encuentra en insolvencia, tiene un prestamista de última instancia que no tienen los demás mortales. La cuenta la pagamos entre todos, claro.
Las entidades “privadas” bancarias, que operan bajo el marco de una banca central que les permite prestar con escasos encajes (reservas), son socias de los gobiernos. No enemigas. Todas estas enseñanzas se advierten con claridad en los conceptos de la Escuela Austríaca de Economía.
El profesor español Jesús Huerta de Soto (entre otros) ha dedicado muchísimas páginas para explicar estas problemáticas. Sanz y Lanata deberían repasarlas.
No hay dudas que cada corrida genera ganadores y perdedores, y que los poderosos banqueros y los dueños de la información siempre serán los favorecidos. Pero el periodista y el dirigente oficialista se equivocan con limitar sus acusaciones a este nivel, ya que olvidan el escalón que está por encima de la banca.
Es el Estado y el sistema monetario actual que permite todos los desajustes que a ellos les indigna. Mantener el sistema e incrementar los controles, como piden, no hará otra cosa que empeorar la situación.
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