Lo que la calle no da, el Newman y Durán Barba no prestan
Por Ricardo D. Martín
El presidente Mauricio Macri siempre se figuró a la altura de las demandas de la ciudadanía, presentando a su estructura, el PRO, como la nueva fuerza que vendría a reemplazar a las vetustas, degradadas, estructuras políticas tradicionales y a encabezar las reformas reclamadas por buena parte de la ciudadanía independiente que, conviene tenerlo presente, terminó eligiéndolo como “el mal menor” para dejar atrás el confuso, controversial, engañoso (cuanto menos), extenso período político anterior.
En tal presunción puede explicarse que no se haya sentido en la obligación de exponer con claridad sus planes ni explicar al menos en trazo grueso el programa que resolvería la profunda crisis política, económica, social e institucional que heredó. Y porque es parte de una estrategia de comunicación que puede revelar el marco conceptual que campea en el oficialismo. “Se impuso el pragmatismo. A nadie que no sea político le interesa que le expliquen conceptos. Quieren percibir que las condiciones de vida de su familia mejoran”, escribió hace poco, entre otras cosas, el asesor del presidente Jaime Durán Barba, anotándose así en la larga lista de los que subestiman o hasta desprecian la capacidad de análisis, comprensión o intuición de los ciudadanos. Hace mucho tiempo que los dirigentes (y sus consultores) están a la retaguardia de la gente, que según una reciente encuesta ansía, mayoritariamente, que surja una alternativa.
“Maten a Durán Barba”, recomendó Lilita Carrió, aclarando enseguida que se refería a dar de baja “el estilo de comunicación”, asignándole al ecuatoriano la autoría intelectual del proceder gubernamental.
Pero la indócil co-gestora de la alianza electoral triunfante en 2015 estaba sintetizando así, además, el origen de la suma de burradas que urdió el núcleo gobernante y que puso en práctica desde que despuntó este año.
Encuesta mayo de 2018
Es que, cebados por el monumental error de diagnóstico acerca de la naturaleza del apoyo que la ciudadanía le brindó en las elecciones de 2017 y dando por favorablemente resuelta la táctica para neutralizar a la oposición, se apresuraron a planear la estrategia electoral para el 2019 pensando en arreglárselas solitos, olvidando el acotado margen de maniobra de que disponen, animados por el quimérico latiguillo de que “lo peor ya pasó”.
Y con la ilusoria aspiración (recurrente en todos los mandatarios) de conducir un gobierno fundacional en vez de aceptar con sencillez el honor de administrar una vigorosa transición. Una instrucción insuficiente puede pulirse con las enseñanzas de la vida, con “la calle”, eso que no puede conseguirse prestado.
Pero, después de todo, estamos en Argentina: así como organizamos un evento a las 21 “para empezar a las 21.30”, fijamos una meta de inflación de 15 para que de 20. Y si el plan Lebacs y la flotación cambiaria que atrasa el valor del dólar amenazan con hacer volar todo por los aires, la culpa es de la crisis mundial y de la voracidad de los mercados (variables ciertas que no explican la verdad). Y vamos corriendo al FMI para sostener el austero programa de reformas, forzadamente gradual (con algunos logros para destacar), que probablemente el organismo de crédito pondrá en revisión.
El nuevo escenario obliga a desempolvar el volátil arte del acuerdo. El éxito tiene padre; el fracaso es huérfano. Y obliga a maquillar el estilo de comunicación. ¿”Mataron” a Durán Barba?
Entonces, a explicar. A tratar de explicar. Y a tratar de consensuar.
Lo que no se dice es lo central, lo que desnuda la génesis de la crisis actual y de las anteriores: que Argentina es un país atrasado y dependiente.
Se habla del déficit presupuestario y del comercial (con otros países) pero solo se explica, en un caso en el gasto público y en el otro por los egresos. ¿Y los ingresos?
Lo que no está en el debate es cómo el Estado planifica y promueve la actividad productiva, de qué modo ordena y controla las variables económicas y garantiza la distribución equitativa de cargas y beneficios. Mientras se atiende lo urgente: el amparo integral que debe brindarse a los desprotegidos, a los excluidos y desamparados, víctimas de las políticas públicas desacertadas.
Lo que brilla por su ausencia es un proyecto de país.
Lo que hace falta es una porción de grandeza, de sabiduría, de tolerancia, de humanidad, para diseñar un plan autónomo, soberano, de crecimiento y desarrollo. En todos los órdenes de la vida en común.
Para ejecutar una política de real integración, social, federal y regional; promoviendo a la persona humana garantizando el goce pleno de sus derechos humanos integrales; erradicar la pobreza, la marginación y la exclusión, priorizando el trabajo digno en el ámbito privado y fomentando la formación técnica; planificar seria y efectivamente un desarrollo industrial adecuado a nuestra realidad y potencialidades, con centro y prioridad en actividades fabriles vinculadas al agro, y modificando de modo sustancial el actual modelo de acumulación (híper concentrado) y de distribución del ingreso (asimétrico), aumentando el incentivo y la promoción de las empresas pequeñas y medianas para favorecer su rápida expansión; planear el desarrollo y crecimiento basado en un esquema de ocupación territorial con el fin de aliviar los conglomerados urbanos, dando impulso a las economías regionales en iniciativas productivas y de servicio (sobre todo en el turismo) y en la reapropiación nacional de los recursos naturales (energéticos, ictícolas y de la minería amigable con el ambiente, por ejemplo); que defina una planificación armónica para el aumento de la producción agro-ganadera y la expansión de las industrias vinculadas (frigoríficos, aceiteras, curtiembres, etcétera); impulsar un acuerdo que acabe con las recurrentes reformas en el área de la educación y que de origen a una revolución cultural más allá del ámbito específico (escuelas, universidades, medios oficiales) para involucrar a toda la ciudadanía; que incluya la formación integral de las personas, sustento de una sociedad virtuosa, más solidaria, ética, justa, equitativa, que recupere valores trascendentes.
Lo bueno es que existe una ciudadanía activa, huérfana de conducción, con deseos frustrados de participar dada la ausencia de ámbitos confiables donde canalizar orgánicamente esa voluntad. Así que la tarea es construir cauces formales para orientar esa energía dispersa de la gente, tal el objetivo de “PP”, iniciativa surgida en la red social Facebook a la que puede accederse y participar en @parlamento.popular
Ver también
https://www.sextaseccion.com/comentarios/14-anos-mas-de-macrismo/
https://www.sextaseccion.com/comentarios/crisis-oportunidad/
https://www.sextaseccion.com/comentarios/gano-macri-como-sigue/
https://www.sextaseccion.com/comentarios/poco-de-nuevo-de-bueno-menos/