Más de 1500 grullas se colgaron del emblemático roble que recuerda la Gesta de Malvinas pidiendo por la paz en el mundo. Participaron instituciones educativas y vecinos en un sentido acto que se llevó a cabo en la plaza San Martín, de Huanguelen.
Con la presencia del Jefe de Gestión Alfredo Crunger, el secretario de Obras Públicas Leandro Graff junto a los encargados de las distintas áreas, instituciones educativas e intermedias y público en general, se realizó la ceremonia pidiendo por la paz en el mundo.
El coordinador del área de Cultura Jorge Rodríguez, comentó que la idea nació tras la iniciativa de la vecina Graciela Pino, sumando a la historia de Sadako Sasaki y las “grullas” y la simbología de pedir por la paz, “en estos momentos que el mundo tanto lo necesita”.
Tras las palabras del coordinador del área de cultura se invitó al Jefe de Gestión y a representantes de las instituciones educativas a colgar grullas en el emblemático “roble” que recuerda la Gesta de Malvinas’. Acto seguido Susana García Arrouzet compartió un fragmento de un texto del libro “Patas Arriba”.
Como cierre del acto Eugenia de Acebedo interpretó el tema de Gustavo Santa Olaya ‘No existe fuerza en el mundo’ y junto a su hija Lihuen Rojo cantaron ‘Canta una canción de amor’ de Alejandro Lerner.
La historia de las grullas
La historia de Sadako Sasaki nace hace 50 años, fue después de la bomba atómica sobre Hiroshima, al final de la Segunda Guerra Mundial. Sadako Sasaki fue una de las niñas que no murió el día de la explosión, pero que enfermó de mucha gravedad – sufrió una leucemia- poco después, con 11 años, por la radiación atómica. Cuando supo que estaba enferma, una amiga suya intentó animarla y le contó la tradición de las 1000 grullas de papel – hacer figuritas de papel es una tradición japonesa cuya técnica se llama Origami y se conoce ya en casi todas partes del mundo-
La tradición japonesa dice que– le contó a Sadako su amiga- “concederán un deseo a aquél que consiga doblar 1000 grullas de papel como recompensa por el esfuerzo y la concentración que hacen falta para lograrlo.
Este trabajo se llama el Senbazuru”. La amiga hizo una grulla de origami y se la dio a Sadako. “Aquí está tu primera grulla”. Y le deseó que se cumpliera su deseo, curarse de su enfermedad. Sadako empezó a doblar grullas, una tras otra, intentando conseguir su deseo de curarse mágicamente. Murió en 1955 con 644 grullas revoloteando a su alrededor.
Conmovidos, sus amigos y compañeros de la escuela se propusieron terminar de plegar las mil grullas como un homenaje a su dedicación, y volverlas a plegar cada año para recordarla. Así se propusieron también contarles a otros niños de Japón y del mundo cual había sido su historia y la de tantos niños, que como ella, no pudieron sobrevivir a la bomba atómica.
Para que está historia estuviera presente todos los días, se propusieron hacer un monumento, una estatua de Sadako con una grulla que hoy está en el Parque de la Paz de Hiroshima. Bajo ella está escrito: “Éste es nuestro grito, ésta es nuestra plegaria: paz en el mundo”. La historia de Sadako dio la vuelta al mundo y las grullas y el origami se convirtieron en símbolos de Paz, del rechazo a la guerra.