Proyecto de Agregado de Valor en Origen
I – Agregado de valor en origen a la producción agropecuaria argentina, como herramienta de desarrollo territorial.
Por Mario Bragachini, INTA EEA Manfredi.
De www.mercadosyempresas.com
Próximas notas: Contexto Internacional favorable para el proceso / Oportunidades para Argentina / El rol de los municipios / Desarrollo Local / Plan 2010/2020/2030.
Argentina es un país agrícola-ganadero primario, con alta adopción de tecnología en agricultura, lo que le permitió incrementar su productividad y área de siembra posicionándose como un país de alta producción de granos.
Argentina es líder mundial con 2.309 Kg/hab/año, Canadá 1.910 Kg/hab/año, Australia 1.678 Kg/hab/año, EEUU 1.670 Kg/ hab/año, Kazajstán 1.231 Kg/hab/año, Ucrania 1.164 Kg/hab/ año, Paraguay 989 Kg/hab/año, Servia 827 Kg/hab/año, Rusia 722 Kg/hab/año, Brasil 704 Kg/hab/año, entre otros (Revista AgroPropuesta, 2012).
Pero este sistema se manifiesta con un predominio desequilibrado en el área de siembra del cultivo de soja, por su buena rentabilidad y facilidad de producción. Este esquema productivo preponderante en nuestro país no es sustentable en el tiempo, especialmente en torno a lo social, ambiental y económico, ya que posee algunas falencias.
En primer lugar, la disminución del número de productores agropecuarios por pérdida de competitividad. En segundo lugar, en el aspecto social, falta trabajo genuino que atenúe la continua migración rural a las grandes ciudades. Existe una caída demográfica en muchos pueblos agrícolas del interior del país y esta realidad refleja la influencia de varias causas, entre ellas se destaca el proceso de “sojización”, desplazando a la ganadería y también la aplicación de nuevas tecnologías a la producción de granos (maquinaria de gran capacidad operativa 2,66:1) en los últimos 20 años (siembra, pulverización y cosecha), de 4 hs/ha/año se redujo a 1,5 hs/ha/año de motor total para producir 3,5 t/soja/ha o 9 t/maíz/ha.
La Siembra Directa, la biotecnología, el uso de TIC’s y la Agricultura de Precisión han puesto al campo argentino (33 M/ha de grano) como poco demandante de mano de obra y lo demandado muy puntual en 4 meses estivales del año, porque el 85% son cultivos de verano.
Estos avances tecnológicos han logrado una productividad y una competitividad internacional que pone a la Argentina en la cúspide como productor de grano, por lo cual es lógico que el proceso se siga profundizando en la producción primaria. En contrapartida, los sistemas ganaderos con la producción de leche, carne, cerdo, pollo, requieren asistencia los 365 días del año y una radicación positiva en el predio rural (recuperación de la ruralidad).
Por último, entre estas falencias, se destaca una comprometida sustentabilidad productiva por escasa rotación de cultivos y reposición de nutrientes. Una serie de factores hacen que sea muy complicado producir sustentablemente y lograr rentabilidad, lo que conduce a que el 65% del área sea soja con escasa rotación del soja/soja, sin control de arrendamiento, sin calidad de uso del suelo (muy baja reposición de nutrientes, 37% de reposición total y en soja solo el 17% de los nutrientes extraídos por los granos son repuestos).
Existe un uso inadecuado de agua disponible, planteos productivos de soja de primera con barbechos de invierno limpios que consumen 600 mm/año, en 5,1 millones de hectáreas de la pampa húmeda donde llueve 1.200 mm/año, el agua sobrante genera ascenso de napas e inundaciones en áreas muy productivas con angustiante costo social y económico.
Ante esta realidad, desde el año 2007 el INTA, a través del Proyecto de Agregado de Valor en Origen, promueve la motivación y concientización para que los productores agropecuarios evalúen la posibilidad de integrarse asociativamente en forma horizontal y fundamentalmente verticalmente en las cadenas agroalimentarias y bioenergéticas, mediante Pymes y C.N.G. (Cooperativas de Nueva Generación), para llevar adelante emprendimientos con escala adecuada y buena adopción de tecnología (hoy baja en el sector pecuario), transformando sus granos en carne de cerdo, carne bovina, leche, pollo y huevo, e industrializar los mismos (frigoríficos, industrias lácteas, etc.) para ser proveedores de alimentos en el mercado local e internacional. De esta manera se puede aprovechar el trabajo 270 días al año de toda la familia (cualquier actividad pecuaria demanda asistencia y trabajo los 365 días del año y genera arraigo).
Este proceso incrementa la competitividad del productor, por el ahorro en costo de comercialización de los granos y flete cada día más costosos y al percibir la renta de eslabones arriba de la cadena, que son los que mayor porcentaje de la misma reciben (eslabón primario < 20 %, 40 % el industrial y 40 % el comercializador), lo cual se puede vislumbrar al ver los altos incrementos de valor de los granos transformados y procesados en productos elaborados. Por ejemplo: se logran incrementos de 2.181 % para un salazón de bondiola de cerdo, de 980 % para yema de huevo en polvo de exportación y 2.621 % para un queso Reggianito fraccionado.
Por su parte, estos nuevos emprendimientos requieren de soja, pero también de un alto porcentaje de participación de otros granos en forma rentable, posibilitando una mejor rotación equilibrada, contribuyendo esto a la sustentabilidad del sistema productivo. Es decir que hay que seguir produciendo mucho grano y aumentar su procesamiento.
A nivel exportación del país, incrementan el valor de la tonelada exportada, hoy muy pobre respecto a las toneladas importadas, por escasa diversificación y “comoditizadas” exportaciones, lo cual genera una balanza comercial insuficiente, solo 6.900 M/U$S por año (2014).
Continúa. Próxima edición: Contexto Internacional favorable para este proceso.