«La Armada me permite desarrollar mi profesión»
Mónica Mateos
La Teniente de Navío Mónica Mateos combina la Psicología con la vida militar. Cuando ya llevaba varios años trabajando como psicóloga en el ámbito civil, se enteró de la posibilidad de formar parte del Cuerpo Profesional de la Armada Argentina y no lo dudó. Hoy es la Jefa del Gabinete Psicopedagógico de la Escuela de Suboficiales de la Armada.
Mónica Mateos es bahiense, licenciada en Psicología y Teniente de Navío de la Armada Argentina. Desde los 17 años tenía la inquietud de ingresar a alguna Fuerza Armada pero, ni bien egresó de la secundaria, pudo más su vocación y empezó a cursar Psicología: primero se recibió de profesora y luego hizo la licenciatura.
Años después, los caminos de la vida la llevaron a la Armada Argentina y a desarrollar su profesión en el ámbito de la Institución. «Un día, de casualidad, me llegó un correo del Colegio de Psicólogos en donde invitaban a los profesionales que quisieran a inscribirse por un concurso abierto de la Armada para ingresar al Cuerpo Profesional. Ya estaba ejerciendo desde hacía seis años en el ámbito civil, averigüé, me anoté, rendí el concurso y acá estoy», contó.
En la actualidad es la Jefa del Gabinete Psicopedagógico de la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA). Dentro del gabinete que lidera la Teniente Mateos trabaja un equipo interdisciplinario. «Hay dos suboficiales que tienen la capacitación de auxiliar psicotécnico; ellos son mi mano derecha en todo lo que es administrativo. También cuento con personal civil y docente, psicólogos y psicopedagogos», explicó.
La Teniente del Cuerpo Profesional detalló que: «en el Gabinete hacemos el seguimiento de los alumnos a lo largo del año tanto en lo que es el área de Psicología como en el de la Psicopedagogía».
Asimismo, el gabinete evalúa diferentes postulaciones para comisiones o cursos; por ejemplo en el caso de antárticos e invernadas, Curso de Integración Naval, Curso de Capacitación de Ascenso de Suboficiales a Oficiales y Buzos Salvamentistas.
Otra de las fechas claves en la ESSA, son las incorporaciones para el año siguiente durante el mes de octubre, explicó la profesional, «Ahora estamos en pleno trabajo; mucho personal militar se despliega en comisión a todas las delegaciones navales del país para efectuar los exámenes psicológicos para el ingreso y, en febrero, durante el Período Selectivo Preliminar, hacemos el seguimiento de cada postulante. También participamos en el proceso de asignación de especialidades navales donde se evalúa a los postulantes en varias habilidades específicas y en base a ese perfil, se va asignando la especialidad de acuerdo a los requerimientos que tenga la Dirección General de Personal de la Armada», detalló.
Éste es su cuarto año destinada en la Escuela de Suboficiales; antes estuvo en el Servicio de Salud Mental del Hospital Naval Puerto Belgrano y comisionada en el 2010 en la Escuela Naval Militar. «La formación militar no empaña el trabajo profesional –sostuvo–; al contrario, en estos años me he podido desarrollar mucho. Uno tiene que hacer el seguimiento psicológico de muchísimas personas de variados lugares del país y nos deja una experiencia importante», destacó.
Su vida en Bahía Blanca
«Soy oriunda de Bahía Blanca, así que me quedé siempre cerca de mi ciudad», contó. Esta localidad está ubicada a sólo 30 kilómetros del lugar donde Mónica desempeña su trabajo.
Estudió en la Escuela Primaria N° 62 del barrio Bella Vista y la secundaria en el Colegio «Bernardino Rivadavia» que funcionaba en el centro. En Bahía Blanca también cursó el profesorado en Psicología en el Instituto Juan XXIII, después hizo la licenciatura con un convenio entre ese instituto y la Universidad del Salvador. Luego llegó el posgrado en Buenos Aires en la Universidad del Salvador de Royal y una especialidad con la Fundación Aiglé.
«Lo que más me sigue gustando de Bahía es que más allá de ser una ciudad grande con todas las comodidades, conserva todavía la vida de barrio, donde todo queda cerca y es muy linda para vivir», aseguró.
En Bahía Blanca vive junto a su pareja y su hijo Santiago de 11 años. Sus papás siguen residiendo en Bella Vista donde Mónica se crió junto a su hermano mayor.
«La Armada hoy por hoy ocupa un porcentaje muy importante de mi vida. Esto de que la Armada es parte de la familia de uno, es así: con el paso del tiempo uno se hace de afectos. Es lo que me permite enseñarle a mi hijo muchos valores de vida y de la proyección profesional que uno pueda tener dentro de la Institución», dijo, y concluyó: «La Armada me permite desarrollar mi profesión y la verdad, es lo que busca cualquier profesional».