El emprendedor argentino que impresionó a la ONU
En septiembre de 2013 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le pidió a un joven bahiense, que exponga su proyecto ante la Asamblea General del organismo. Para ese entonces, habían pasado trece años desde que desarrolló un habitáculo como proyecto final de la carrera de Diseño Industrial: Cmax System.
Mundialmente, es conocido como el emprendedor argentino que impresionó a la ONU con su innovador módulo. El mismo que, luego de ser destrabado, bastan 11 minutos para que el habitáculo hecho de polipropileno, aluminio y tela de poliéster pueda ser utilizado por aquellas víctimas que estén en situación de evacuación y puedan resguardarse de desastres naturales.
El reconocimiento como uno de los Diez Jóvenes Sobresalientes del Mundo 2014 por su contribución a la Niñez, la Paz Mundial y los Derechos Humanos le valió un premio de la JCY TOYP. También fue fundador y presidente del Departamento de Jóvenes Emprendedores de la Unión Industrial de Bahía Blanca. Colabora en investigaciones con el CONICET en Argentina, Masdar Institute en Abu Dhabi, NiFEG (Nigeria Future Energy Group), entre otros.
Próximamente se reunirá con otros dos grandes referentes: el activista Juan Carr y el doctor Abel Albino, quienes apenas se enteraron de Cmax, lo contactaron para “ver qué sale de los tres juntos”.
Resulta difícil escribir sólo una presentación para hablar de Nicolás García Mayor. Y es que, lejos de ser el típico empresario de saco y corbata con prisa, estremece con tanto currículum vinculado no sólo a su profesión, sino también a la ayuda al prójimo.
“Hay medios que recién ahora sacan notas hablando de Cmax”-comenta Nicolás mientras muestra contento una nota en el diario La Gran Época (versión en español del periódico internacional Da Jiyuan) que no hacía mucho le había llegado-. “Esta me la hicieron por teléfono. Me gusta el gesto y el hecho de que me tengan en cuenta, porque son cosas que ni te las esperás“.
¿Cómo fue que llegaste a presentar tu tesis de tantos años en New York?
Teniendo la posibilidad de presentar Cmax en un fórum de ayuda humanitaria en Washington. Me había llegado un mail, que desde Cancillería se pedía que alguna empresa presentara algún proyecto de ayuda humanitaria. Yo tenía la tesis ahí, arrumbada y se las mandé. Como tesis, generalmente en diseño industrial, se elige desarrollar ideas en base a muebles. Y mi idea de ‘voy a hacer un refugio para asistir a personas en situación de catástrofe’ era como recibir un ‘bueno, pero olvidate, no lo vas a hacer nunca más’. Entonces, si bien para los profesores era algo demasiado “volado”, para mí, era lo correcto. Aunque sabía que iba a ser algo que no me iba a abrir una puerta inmediata; yo estaba empecinado con hacer eso. Encima, cuanto más se me resistían, yo lo veía como un mayor desafío.
Me dijeron que tenía que armar un equipo multidisciplinario, que no iba a ser fácil, que debía saber de arquitectura, de sociología, de sicología, y un montón de otras cosas. Así que bueno, anoté todo lo que tenía que saber y me fui a la facultad de sociología, de sicología, arquitectura y busqué gente que me acompañe… ¡y todos se enganchaban! Tuve la suerte de encontrar a un profesor de la facultad de arquitectura; Gustavo Cremaschi, que me adoptó y que casi fue el guía de mi tesis. Si bien existe el mito de que los diseñadores industriales y los arquitectos tienen una cierta rivalidad por el parecido entre ambas profesiones. Él me aconsejaba qué buscar y leer en la biblioteca… leí mucho. Hasta Logré completar esa etapa con gente de Defensa Civil, imaginate. Tomé nota de todos los problemas que había en esas situaciones, los cuales debían ser contrastados con soluciones de lo más fáciles y simples de resolver.
Después de haber presentado esto para ir a Washington, quedé seleccionado. No es todo tan fácil; tenía que armar bien las presentaciones en inglés, defender el proyecto, que tenía ya 13 años. Era ir a una reunión privada donde había que pagar para ir: inscripción, hotel, avión, comida, todo. Tuve a una profesora en mi oficina que trataba de enseñarme inglés durante 15 días. Mientras mandaba mails, escuchaba lo que ella me decía (risas). Aun así me arriesgué y fui. Quedaron los chicos en la oficina (En 2000 fundó Ar estudio, una pequeña empresa interdisciplinaria que se dedica a desarrollar productos y soluciones de diseño) ultimando detalles, armado los catálogos. Y antes me habían invitado a dar una charla en la universidad de Colombia, en Brasil y en Amazonas. Así que estuve 4 días en los que no pude retomar el tema. Y yo estaba sin conexión. Salí de la universidad de San Pablo a Olivenza (a la cual llegué después de 3 horas en un botecito) a la vuelta me tomé una moto hasta Tabatinga, de ahí cruce a Leticia. Luego me tomé un avión a Bogotá, de allí otro a Nueva York y nuevamente volé hasta llegar a Washington. ¡Y lo único que me sabía hablar bien en inglés era el texto de la presentación! Así y todo, cuando presentaba el proyecto, todos me miraban como si saliera de una serie de James Bond (risas).
¿Cuáles eran tus expectativas respecto de la reacción de los demás en tu exhibición?
Yo iba con mucha fe. Pero con una fe cierta, no ciega. Para que sea cierta tenés que manejarte más sobre lo científico. De decir algo que hice hace 13 años sin ningún medio económico a mi alcance como para haber investigado con más profundidad, viviendo en un hospital abandonado, no tenía un mango, o sea… parte de mí decía ‘no puede ser que ahora vaya a Washington y le interese a alguien’. Pero bueno, de última, me quedaba la experiencia vivida.
Ya en la segunda reunión que tuve, fue más gente con la embajadora de Argentina en los Estados Unidos, y me presenta gente de la ONU, la cual veía que había mucho movimiento de personas interesadas a mi alrededor. Cuando se acercaron, me animé a explicarles mi proyecto casi prescindiendo de la traductora que me acompañaba. Les mostré con mi iPad el proyecto y exclamaban “Esto es impresionante, llevamos años recorriendo reuniones y esto es lo que necesitamos. De esto se tiene que enterar el mundo. Y vas a ser tema de la próxima asamblea, con los 200 presidentes del mundo en Nueva York”. Una de las señoras me abrazó… y ahí me largué a llorar. Ella me decía que veía nobleza en mi corazón y que Dios me había enviado para que mi proyecto se haga realidad. Fue muy emocionante. A partir de ahí me imaginaba todo lo que se venía, y pensé ‘acá comienza otra historia’. SI BIEN NADA FUE FÁCIL, siempre me sentí acompañado por Dios, por mis amigos, novia y familia.
Estuve desde septiembre hasta diciembre haciendo presentaciones en Nueva York. Los argentinos que se encontraban en las conferencias, me decían que no era común ver allí a un joven emprendedor de nuestro país. Terminé siendo amigo de la mayoría de la gente de la ONU. Yo estaba en el piso 33, que es el de ayudas humanitarias, y me llaman del piso 38 que era donde estaba Ban Ki-Moon, el secretario general de la ONU, y él me dice que el jefe de gabinete quería contactarse conmigo. En resumen, todos me decían que veían que yo no les estaba presentando algo para hacer negocio, que iba más allá.
Anterior a todo eso, las Fuerzas Aéreas de EEUU estuvieron interesadas en su momento en Cmax, pero no quise ofrecérselo. O se hacía en mi país, o no se hacía nada. Ahora estamos empezando con los preparativos de la producción para las 300.000 unidades que pidió la ONU.
¿Cómo fue tu acercamiento con el Papa?
Antes de la última reunión de la 560232_882405911823262_7373751066481116695_nONU, tuve que viajar a Europa por asuntos laborales. Fue entonces cuando me llegó una invitación del Vaticano para ir a presentarle esto a Francisco. Anteriormente, el monseñor Navarro, que es mi amigo, me sugirió que le escriba al Papa contándole sobre Cmax. Se la mandé, pero sin más expectativas. Recuerdo que me dijo ‘Yo te la hago llegar. Ponele la fecha que vas a estar en Europa.’ A la semana, me llega el mail con la invitación.
El encuentro en sí, fue muy fuerte. Fue más su forma de actuar que lo que me dijo. Pero, cuando vio el catálogo y me escuchó, se centró en pedirme que no bajara los brazos. Le gustó mucho, me felicitó y luego le pregunté si podía romper el protocolo y darle un abrazo. En ese momento, vino él a mí y me abrazó.
¿Siempre tuviste en claro que tu meta como emprendedor era la ayuda humanitaria y la preservación del medio ambiente, o estos aspectos se te fueron dando a medida que ibas creciendo como diseñador industrial?
Uno la solidaridad la lleva en la sangre o en los genes. Y siempre fui de pensar en los demás. Siempre me preocupé por los abuelos, o por las personas que pueden llegar a estar indefensas, o por las que pueden estar pasando algún momento duro. Luego ví que en mi profesión podía plasmar esas cosas.
Comentanos de qué se trata Tato, la propuesta que presentaste en el municipio de Bahía Blanca el pasado 15 de diciembre.
Estamos por firmar un convenio de colaboración con el municipio y vamos a empezar a producir los primeros prototipos. Lo más relevante no es el producto en sí, sino el sistema en el cual va a funcionar: la idea es que viabilice la posibilidad de recolectar materiales reciclables, pero, a su vez, el 93% de los recicladores no saben leer ni escribir. Están comprándoles el cartón a $1, cuando en la Planta de Tortuguitas está a $2,80. Entonces, primero, ¿cómo va a tener poder de negociación una persona que no sabe leer ni escribir? Segundo; el ámbito familiar que se puede generar con un padre que no sabe leer ni escribir. Los chicos que vuelven de la escuela con tareas a su casa, y el padre no puede ayudarlos.
Hay un sector de transferencia que se está armando en los vagones abandonados del ferrocarril, va a consistir de distintas áreas; un sector de ‘Mecánica ligera’ donde se les va a enseñar a los cartoneros el oficio de poder reparar y armar los carros, y que sea un sector rotativo donde todos aprendan. Además un lugar de vestuario, donde la gente se pueda asear dignamente, otro sector de comedor, donde puedan estar bien alimentados, una sala de capacitación, donde se les enseñe a leer y escribir, y tenemos expectativas de implementar un sector de guardería para más adelante. Tato no es simplemente un carro; es un sistema para darle oportunidades a la gente, que salga de la pobreza y que empiece a vivir dignamente. Todo esto se armó después de muchas reuniones con los cartoneros.
Con respecto al desarrollo en municipios, no podemos dejar de mencionar el premio que le concedieron en el senado de la nación el pasado 5 de diciembre. Esta distinción “Líderes para el Desarrollo: Gobernador Enrique Tomás Cresto” es entregada por la Cámara de Senadores de la Nación a intendentes, legisladores, funcionarios gubernamentales, representantes de instituciones intermedias, académicos, sindicalistas, trabajadores del campo social y popular, docentes y empresarios de diferentes ciudades argentinas que se destacan por su trabajo en beneficio de la comunidad y el progreso de la sociedad. Instituida por la Federación Argentina de Municipios y la Federación Latinoamericana de Ciudades, Municipios y Asociaciones de los Gobiernos Locales en el marco del Programa Relacionar.
Si algo más destaca a este joven bahiense, es que desde que comenzó su carrera, además de formarse profesionalmente, no ha parado de trabajar con y para la gente con bajos recursos también a través de la FundaciónAr , la cual cuenta con 5 comedores en Bahía blanca y 3 en La Plata. ”La acción solidaria siempre está porque es la que me da alimento espiritual, que lo necesito; no puedo pensar solamente en mi propio beneficio” comenta Nicolás al respecto. Otro punto relevante es que en 2010 Ar Estudio fue premiada como mejor empresa con responsabilidad social, siendo Bahía Blanca una ciudad de muchas empresas con mayor escala y de gran peso socioeconómico.” Nuestra actitud fue mucho más que la capacidad económica” se estima que alguien que hace algo relevante sea más difícil de llegar. Pero yo, si estoy, me pongo a disposición.
En otros países, como Venezuela, Brasil, Colombia, lo reciben como a una estrella de rock. En nuestro país, en lugares como Río Grande, fue declarado ciudadano huésped de honor. ”Las puertas se abrieron afuera y eso fue lo que después se generó repercusión acá”.
“El reconocimiento que más deseo en el presente es que la gente de Bahía se comprometa también a cambiar el estado en que viven los niños del barrio Tierras Argentinas y poder terminar el comedor que estamos armando en ese barrio, donde hay 170 chicos con un alto porcentaje de desnutrición, se están muriendo de hambre.
Yo creo que el esfuerzo personal sirve para encaminar, pero las fuerzas políticas son las que hacen sustentables las cosas en el tiempo. Entre todos estamos armando un centro de distribución, que ya está encaminado, ubicado en el Club Independiente. Allí vamos a recibir todas las donaciones. Hay que reforzar el compromiso de la gente con el valor del prójimo”.
¿Cuál es tu opinión respecto de los emprendedores de nuestro país?
Veo en este país hay mucha mezquindad. No todos los emprendedores se preocupan por mejorar su lugar, sino que se enfocan en su propio beneficio. Está bien que primero uno necesite satisfacer su bienestar, pero se puede hacer un camino paralelo. Creo que tenemos la obligación de preocuparnos por los demás. Y eso es un trabajo que no lo veo en todos los emprendedores nacionales. Creo que tiene que ver con la falta de formación espiritual, la formación en valores; algo que escasea en el ámbito empresarial y en muchos otros rubros de los altos estratos sociales. Para mí quien tiene la capacidad de generar riqueza, tiene la obligación también de distribuirla.
Después de vivir lo que viví en Plascar, (la planta multinacional de Tortuguitas que Nicolás está tratando de sacar a flote) yo veía que esa empresa dejaba un importante pasivo ambiental, pero fue más profundo el pasivo espiritual, que fue casi irremontable. Los 360 empleados perdían el valor al ver cómo despedían a sus compañeros cada día, se sentían derrocados. Terminaron pidiendo limosna, cuando tenían la capacidad de generar riqueza, y nadie se lo valoraba. Esas actitudes tienen que cambiar en nuestro país.
Aun así, en noviembre de 2014, en Río Grande, un periodista le preguntó en plena conferencia de prensa:- ¿vos sabés que sos un peligro para el sistema? .
Mails, mensajes privados en Facebook, muchísima gente le escribe agradeciéndole por ser “su inspiración” a través de sus charlas, para llevar a cabo ideas, proyectos, y hasta cambios espirituales; desde Salta, desde Berlín, desde distintos lugares del mundo. Nicolás García Mayor es el hermano ejemplar para seguir y aprender, o, mejor dicho, refrescarnos el para qué estamos vivos aquí y ahora.
Sorpresiva y sincera fue su contestación cuando le preguntamos cuáles son sus pilares a la hora de emprender. Desde
PolCom, más que agradecidos.
Sobre Yanina Anabella Scherger
Técnica Universitaria en Periodismo y Ciencias de la Comunicación- UPSO (Universidad Provincial del sudoeste), en curso.
32 Años, casada, 2 hijos
Cursó la escuela primaria en la Escuela n° 7 Jaime Harris, de Villa Arias y la secundaria en la Escuela de Educación Media Nº 1 “General Mosconi”, de Ingeniero White, obteniendo el título de Bachiller con Orientación en gestión y administración.
Posee además el título de Acompañante Terapéutico, obtenido en e Instituto Pedro Goyena, de Bahía Blanca.
Reside en la ciudad de Punta Alta donde se desempeña en producción y conducción en el programa”El Lunes Arranco», que se emite los lunes de 20.30 a 22.30 en Radio FM 2001, de Punta Alta.
Colabora en redacción en el diario digital Política Comunicada y blog universitario «Periodismo en Redacción» y es integrante del staff del Ciclo “Upso y la Región” por AM 1240, Radio Universidad, los sábados de 9 a 10 horas y del programa “Bajo Presión”, que se emite por AM 1240 Radio Universidad los miércoles de 18 a 19 horas.