Asistimos a los últimos embates del círculo rojo que juega sus cartas en dos direcciones aparentemente opuestas: 1) insiste con una alianza electoral a nivel nacional entre Massa y Macri. 2) con total obscenidad mediática plantea un triunfo inevitable de Scioli en primera vuelta. Ambas jugadas se unen en el objetivo final: coartar las posibilidades del cambio republicano en la Argentina.
Así, periodistas, opinólogos y consultores insospechados de responder a la estrategia populista del kirchnerismo, reclaman “la unidad de todo el arco opositor” como si la oposición representara un idéntico proyecto alternativo. Error teórico sustancial que -en forma subyacente-erosiona la convergencia republicana integrada por el PRO, la UCR y la Coalición Cívica, tres exponentes notorios del republicanismo en estos tiempos de oprobios a granel.
¿A nadie se le ocurrió colegir que el retorno de los barones del Conurbano al Frente para la Victoria demuestra que el massismo y el kirchnerismo son lo mismo? Los intendentes vuelven al lugar de dónde jamás se fueron. ¿O acaso, por ejemplo,“los tránsfugas” -según el propio Verbitsky- van a animarse a cortar el cordón umbilical con los patrones del narcotráfico que enriquecen sus frondosas faltriqueras?
Azorados vemos a diario cómo los voceros del círculo rojo cubren –con inusual frenesí- el desgajamiento del massismo. Es parte del juego: demostrar que el kirchnerismo va a seguir porque suma a los que se fueron, como si los que se fueron representaran la solución política esperada por la mayoría de la sociedad.
En el fondo, los voceros del círculo rojo deslizan contradicciones porque meses atrás dieron señales concretas de republicanismo en oportunidades críticas como el asesinato de Nisman o la escalada oficialista sobre la Justicia. Lamentablemente, ahora, cuando más se requiere de claridad conceptual, asumen el relato de los hechos con otro relato que en nada supera al kirchnerismo sino que lo fortalecen en sus aspiraciones de continuidad.
Entonces –ante el garrochismo explícito de intendentes massistas- prefieren aludir al pragmatismo electoral de un peronismo que dejó de existir el 1 de julio de 1974. Es decir, que manejan categorías de análisis arcaicas para la comidilla de La Cámpora. Sin embargo, debajo de tanta hojarasca se esconde un mismo objetivo decadente: que el populismo siga, porque los buenos negocios se hacen también con los aparentes enemigos.
Mayo nos enseña que la liquidación del massismo es responsabilidad del propio Massa, quien en vez de profundizar el cariz republicano de su proyecto de 2013, se dejó tentar por la algarabía populista de consejeros mediocres.
En cuanto las encuestas comenzaron a fallarle, los tránsfugas pegaron el salto y él, mudo, en vez de responder a la sangría con una política audaz y superadora, se dedicó a difamar a Macri asociándolo a los 90 como hace el kirchnerismo.
Póngale el lector el calificativo que le parezca. En estos casos, lo real y concreto es que siempre gana el original y no la fotocopia.
Una vez más salimos a redoblar la apuesta a favor del liderazgo republicano de Mauricio Macri. Este nuevo liderazgo se nutre de diversas experiencias previas, pero estas experiencias –algunas de innegable matriz populista- han abandonado el credo del estancamiento y el atraso por el cambio que la época reclama.
Entonces no es lo mismo pertenecer al espacio liderado por Macri que al Frente para la Victoria, porque el espacio liderado por Macri no es populista, quien ingresa en él abandona el populismo y si no lo abandona quedará en evidencia y deberá marcharse con el rabo entre las patas. Massa todavía puede volver al republicanismo, aunque acotado a la Provincia de Buenos Aires, apoyando a un candidato del Frente Renovador, por ejemplo. Son muchas las variantes y él mismo no queda excluido. Los próximos días serán decisivos.
No tenemos dudas. Pertenecemos a una generación que se templó al calor de los cacerolazos y de las movilizaciones multitudinarias por una República de Iguales con Justicia Social.
La alternativa para la alternancia es más republicanismo y no más populismo.
La alternativa es Mauricio Macri Presidente de todos los argentinos.
La Solano Lima
