Apuntes del año electoral
Desactivar la trampa
Por Ricardo D. Martín
Algunos apuntes del cuadro de situación actual:
- Todos los dirigentes, absolutamente todos, tienen conocimiento pleno de los desequilibrios estructurales de las cuentas públicas que tornan ilusoria la resolución de las crisis recurrentes en el corto plazo. Dificultad que la mayoría de la gente común también conocía o intuía, raíz del descontento con el gobierno por no sincerarlo desde el vamos y por la ineficacia para gestionar la solución, y de fastidio con los opositores, por la crítica especulativa, carente de análisis profundo y de propuestas serias.
Todos saben también que, aunque delicada, compleja, la situación que heredará la próxima administración es menos gravosa que la existente a finales de 2015.
- La prédica opositora caracterizando a Macri como lo peor de lo peor ha sido tan efectiva que, tanto a ciudadanos independientes como a progresistas o de izquierda que no militan en sectores intransigentes, les resulta farragoso opinar de modo laudatorio, objetivo, sobre aspectos de la gestión gubernamental a riesgo de ser vituperados sin más.
- La reforma constitucional de 1994 incluyó la reducción del período de gobierno, hasta entonces de 6 años, a 4; pero en la realidad derivó en un aumento a 8 años. Porque salvo un disgusto generalizado de la mayoría de los votantes o la existencia de una opción convincente frente a una gestión anodina, el oficialismo tendrá siempre la oportunidad de un segundo mandato.
- Falta mucho por ver y analizar hasta que llegue el tiempo de contar los votos; entre otras cosas no menores quiénes se animarán a contribuir con los 50 (o más) millones de dólares que insume una campaña presidencial ahora que han quedado mucho más al descubierto las turbias maniobras para recaudar dinero con ese fin. Ni lerdos ni perezosos, los legisladores de los bloques mayoritarios ya acordaron tratar en la apertura de las sesiones ordinarias la modificación de la norma que regula el financiamiento de las campañas electorales.
Todos entrampados
- El oficialismo sigue enredado en su incompetencia para resolver el crítico cuadro de situación económica y social existente al momento de asumir.
- Dentro de la coalición gobernante, el radicalismo sigue encontrando amparo ante su dilema existencial y Lilita Carrió se ve forzada a seguir brindando su apoyo para preservar la estabilidad del gobierno y la propia. Y el PRO no consigue completar un armado nacional de su fuerza para poder prescindir de sus incómodos socios, los que además, lo mortifican con la exigencia de resolver candidaturas en las PASO.
- El Peronismo continúa envuelto en el galimatías al que lo sigue forzando el kirchnerismo (y la estrategia del oficialismo de sostenerlo como su competidor preferido), mientras la ex presidente, con encuestas a favor, condiciona al peronismo con la indefinición de su candidatura, lidiando ella con la sabida disyuntiva de que por fuera del PJ perdería alguna porción de votantes (sobre todo en la provincia de Buenos Aires) pero dentro ahuyentaría a su base electoral preferida, la que se dice progresista o de izquierda, además de la poco probable hipótesis de que pueda ganar un eventual balotaje ante cualquier competidor. Claro que nada ni nadie, además, podrían presagiar el triunfo electoral de ningún peronista.
- Los católicos, enmarañados entre la fe y las posturas políticas del jefe argentino de la Iglesia, antagónicas con el ideario de la mayoría de los fieles.
- La CGT, tironeada entre la necesidad de mantener su capacidad de negociación con el gobierno y de preservarse como factor de poder político ante la brutal competencia en la representatividad a la que la someten el activismo de las organizaciones sociales y de los sindicatos radicalizados.
Y así siguiendo.
Pero lo que verdaderamente importa es que en medio de esta sobreabundancia de mediocridad, soportando con estoicismo aunque sin resignación el ajuste de lo que desajustan los representantes, los ciudadanos seguimos entrampados por una ley electoral que, una vez más, no ofrecerá alternativas, solamente opciones mezquinas, penosas, surgidas de un sistema de partidos degradados, vaciados de contenido ideológico, controlados, casi en su totalidad, por una casta de inescrupulosos, arribistas, ineptos o pragmáticos, al servicio de intereses personales o corporativos, que confeccionan las tristemente famosas “listas sábanas”, cuyas campañas son financiadas de modo soterrado a cambio de futuras recompensas.
Esta es, en esencia, la trampa que los ciudadanos deberíamos intentar desactivar, proponiendo la urgente reforma de la ley electoral, que facilite, entre otras cosas, la participación y postulación de personas comunes por fuera de las vetustas estructuras partidarias.
“Los nadies” víctimas de los despropósitos de nuestros representantes deberíamos aprovechar este tiempo de elecciones para introducir en la agenda política la necesidad imperiosa de esa reforma, mientras quienes tenemos vocación política debemos seguir procurando la construcción de una alternativa racional, auténticamente popular, capaz de proponer un programa de desarrollo integral autónomo que resuelva el atraso y la dependencia de Argentina.
© Ricardo D. Martín. En Facebook: @parlamento.popular