Un artista de las cosas nuestras, dibujante, pintor y escultor que trabaja sobre cuero y madera, pero también en cartón, en murales y sobre todo material dúctil que se preste a contener imágenes de la identidad gauchesca.
Patricio Pedro Barret, nacido en 1949 y afincado en Saldungaray desde siempre, salvo un tiempo que anduvo por Bahía Blanca, cuando tras cumplir con el servicio militar en la Compañía del Comando del Quinto Cuerpo de Ejército, se quedó en la Ciudad trabajando en el tradicional local de artesanías “El Matrero”, de Inés y Juan Vitale.
Antes de ello hizo la primaria en la Escuela N°2, General San Martín, de Saldungaray, repartió diarios para ganarse los primeros pesos, trabajó de lechero en Lartigau, en la construcción con su padre, en Saldungaray, en Bahía Blanca y en Río Colorado. Pero siempre en sus momentos libres tomaba lápiz y papel para empezar a delinear los primeros bocetos de hombres, pájaros o instrumentos propios del entorno del campo.
Anduvo por distintos lugares dando cursos o simplemente conociendo diversos lugares de la Argentina que le brindaron material paisajístico para incorporar a sus obras. Muchas de estas fueron realizadas para reconocidos personajes de nuestro país, como Luis Federico Leloir y Raul Alfonsín, a quienes tuvo oportunidad de entregarle algún trabajo dedicado especialmente y aprovechar la ocasión para mantener con ellas charlas que le enriquecieron su cultura.
En ocasión de la visita del Papa Juan Pablo II a Bahía Blanca, en 1987, un trabajo suyo fue entregado al Pontífice como emblema artesanal de la región y recuerda con profunda emoción ese momento vivido de estar frente a frente con el hoy proclamado Beato.
Patricio continúa su vida en Saldungaray, más sereno, con menos ansiedad por realizar nuevas creaciones, después de haber sufrido un ACV. Con la ayuda de su esposa Magdalena, está abocado a la confección de llaveros en cuero, pintados a mano, como emprendimiento principal de sus ingresos, sin dejar de lado los trabajos especiales que permanentemente le encargan merced a la fama ganada en más de 30 años de labor artística.
Entre estos trabajos especiales está realizando ilustraciones de aves para Avisos de la Sierra, para la Academia de Folclore de la Argentina, una ilustración con el fondo del Cerro Chaltén para el último informe sobre los cauquenes. Confecciona los escudos a la Federación Regional de Sociedades Españolas. Uno de sus últimos trabajos para el exterior ha sido el cuarto de su obra, encargado para entregar en el Vaticano.
En la sexta sección, dos trabajos suyos pueden verse cuando se transita por sus rutas: en el acceso a Coronel Dorrego y, como no podía ser de otra manera, en la entrada de su querido Saldungaray, donde Patricio es feliz, con Magdalena, sus hijos Carolina, Ivonne y David (estos dos mellizos) y sus nietos. Sin arrepentirse de haberse “ajobachado” en su terruño desechando una posibilidad surgida en los años 70 de irse a Israel, Estados Unidos y Puerto Rico. Piensa que pudo haber ganado más dinero pero no tendría el oro que supone la familia, los amigos y el vasto escenario del paisaje pampeano.