Un ruinoso edificio donde alguna vez funcionó una dependencia de la Prefectura Naval Argentina, en Ingeniero White, fue identificado y señalizado como un Centro clandestino de detención de personas en épocas del gobierno militar que usurpó el poder en 1976.
La leyenda escrita, similar a la de todos los carteles que se han instalado en los distintos lugares donde funcionaron esos Centros secretos, recuerda la existencia de un gobierno militar que detuvo, secuestró y torturó. Ninguna mención a las personas. Ningún mensaje de recordación y respeto por los hombres y mujeres que los sufrieron. Ninguna observación sobre las fatales consecuencias que tienen las luchas por ideologías.
Mejor sería que se colocaran placas con los nombres de quienes estuvieron. Para que los visitantes puedan elevar una oración en su memoria o dejar una flor. Porque eso significa un profundo convencimiento de la necesidad de convivencia en paz y respeto por nuestro prójimo cualquiera sea su pensamiento, idea o comportamiento.
Surge entonces la comparación con unos de los más atroces lugares de vejación y asesinato de personas, la prisión de Auschwitz, de la época de la Alemania nazi, donde puede leerse:
«For ever let this place be a cry of despair and a warning to humanity, where the nazis murdered about one and a half million men, women and children, mainly jews from various countries of Europe. Auschwitz-Birkenau 1940-1945».
“Para siempre sea este lugar un grito de desesperación y una advertencia a la humanidad, donde los nazis asesinaron a cerca de un millón y medio de hombres, mujeres y niños, en su mayoría judíos de varios países de Europa. Auschwitz-Birkenau 1940-1945”.
Y en su interior están grabados los nombres sobre los cuales los visitantes elevan una oración o dejan un homenaje floral o epistolar. A nadie se le ocurre recordar el nefasto gobierno que lo provocó.
Porque de lo que se trata es de advertir a las personas de hoy y de mañana de los peligros de considerar inaceptable la existencia de seres humanos por su condición física, mental, racial, coloración de piel, ideológica, cultural, religiosa o económica. No es lo que pasó en la Argentina en esos terribles años cuando se utilizaron métodos deplorables para combatir a quienes se consideraban enemigos de sus aspiraciones de poder, dinero o lujuria.
De la misma manera que la dictadura utilizó lugares donde detenían, torturaban y asesinaban, los detenidos, torturados y asesinados, hacían sitios de detención, tortura y asesinatos, con las injusticias que ello conlleva para los inocentes y desprevenidos. En primer lugar ellos, pero también para cualquier persona aunque hubiera cometido el peor de los crímenes.
Pero no es lo que le interesa a los organismos de derechos humanos de la Argentina. No están para concientizar sobre la obligación de respetarlos y cuáles son las maneras inadvertidas con las que se los avasalla. Solo les interesa seguir alimentando el odio y fomentar el deseo de venganza hacia quienes piensan distinto.
Memoria, verdad, justicia
Si así no fuera harían una verdadera tarea de Memoria, Verdad y Justicia. Fundamentalmente para los más jóvenes que inocentemente adhieren a las identificaciones de los Centros de detención o las deploran.
Memoria
Para recordar que todos, con muy pocas excepciones, conspiraron para derrocar al gobierno constitucional, democrático y republicano de María Estela Martínez de Perón.
Verdad
Para decir que la dictadura militar gobernante que se señala como victimario. Una alianza entre miembros de las Fuerzas Armadas y el Movimiento Montoneros, que les daba los nombres de quienes debían detener o desaparecer.
Justicia
Para procesar a los responsables como corresponde. Militares, guerrilleros, políticos, empresarios, sindicalistas y periodistas . Y si se quiere continuar con la tarea absurda e inútil, colocar carteles en los Centros de adoctrinamiento de los subversivos.
O llamar y llamarse a un piadoso y definitivo silencio.
Mientras se siga con las leyendas y los discursos cegados de resentimientos e inflamados de ideología, la reconciliación, el perdón, la compasión, la comprensión, la justicia, la igualdad de oportunidades de vivir una vida digna de desarrollo personal y social, no serán posibles entre los argentinos.
Y es una tarea impostergable para que sepamos cómo gobernarnos. Sin necesidad de soportar a quienes se arrogan condiciones para hacerlo y que nada tienen de constitucionales, democráticos y republicanos. Para que no se siga sometiendo a los ciudadanos a vivir limitados, discriminados, presos, hambreados, torturados, asesinados o desaparecidos, adhiriendo o combatiéndolos según la sesgada visión que cada uno tenga de quienes deben padecerlo y quiénes no.