La guerra civil de los años 70 no fue entre enemigos ideológicos, sino de ellos unidos, contra los habitantes de la Argentina con el propósito de someterlos a los intereses económicos, acabando así con la potencia que emergía.

Sigue ventilándose en tribunales federales de Bahía Blanca el juicio que se sigue en torno a la investigación del asesinato de los obreros gráficos de La Nueva Provincia, Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola, hecho acaecido en 1975. Vicente Massot, uno de los propietarios del diario, es el único civil imputado junto a otros 25 que actuaron bajo jurisdicción de la Armada Argentina durante el período de aquella guerra civil.
En Bahía Blanca, por la proximidad con la Base Naval Puerto Belgrano, asiento de las máximas jerarquías de la Marina y la vecindad con oficiales y suboficiales que actuaron en aquellos años, se sabe que había una complicidad entre los jefes navales de entonces y las jerarquías del movimiento Montoneros. Era la Armada quien proveía de las armas a los montoneros. Armas con las cuales luego eran asesinados los camaradas de otras fuerzas armadas (fundamentalmente el Ejército que no estaba tan cohesionado).
Esto estaba investigando el Comisario Hector Ramos, de la entonces Servicio de Informaciones de la policía de la Provincia de Buenos Aires. Sus camaradas le advirtieron que dejara de hacerlo pues algo muy oscuro y tenebroso había detrás de ello. Villar, que era una persona muy suficiente y envalentonada, hizo caso omiso, siguió con sus pesquisas y acabó fusilado por cobardes ráfagas de las ametralladoras de la Armada, empuñadas por Montoneros, como ellos mismos se lo adjudicaron. Nunca dijeron los motivos, como solían hacerlo. No podían, claro.
Estas cosas no pueden ser ignoradas por Massot ni por los fiscales que lo investigan ni por los defensores de derechos humanos. No hemos indagado nosotros demasiado, sino que hemos llegado a conocimiento de estas cosas en simples conversaciones con protagonistas de aquellas épocas. Como el hecho de que muchos compañeros de Heinrich y Loyola tuvieron que escapar de Bahía Blanca, rumbo al sur de la Argentina (Trelew, Neuquen, Rio Gallegos) por temor a los Montoneros…curioso no???
La pregunta es entonces insistimos: Por que calla Massot estas cosas? A quien protege? Bien sabe que nunca podrá encontrársele una responsabilidad directa en esos asesinatos, pero así y todo tiene que soportar estar en el banquillo de los acusados. Como también lo saben los acusadores, pero les sirve para mantener en alto las banderas de la supuesta búsqueda de la verdad.
No hay mejor manera de llegar a la verdad de que una vez y para siempre se diga, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Y no crean que no me corre frío por las venas…pero bueno ya saben, si me pasa algo, miren para allí…

En realidad la gravedad de los hechos acaecidos en la Argentina desde finales de los años 60 hasta la destitución del gobierno constitucionalmente legítimo y nunca restituido de María Estela Martínez de Perón, fue un pacto tenebroso, mafioso entre las Fuerzas Armadas, los supuestos guerrilleros, los políticos, los sindicatos, los gremios empresariales y muchos particulares. No su forma, desde luego, de allí la necesidad de hacer desaparecer a las víctimas. Muchos de esos actores no hubieran soportado que se cometieran esos asesinatos y hubieran restado su apoyo. Esto también es lo que explica el comportamiento de ciertas personas como las integrantes de las Madres y Abuelas, que habían apoyado a alguno de los sectores de los militares, esperando clemencia para con sus hijos.

Desde luego que semejante maraña de complicidades solo hubiese podido salir a la luz con la integración de tribunales independientes, internacionales, como se hizo el Juicio de Nuremberg contra el régimen nazi de Alemania. El problema que en la Argentina, el que ganó con esta macabra trama de muertes, continuó en el poder hasta nuestros días. Y por si alguno duda, recuerdo que aún sigue desaparecido Julio López, de quien nadie investiga “en que andaba”, no desde la sospecha de la víctima, como malintencionadamente se trata de desviar, sino como búsqueda de la verdad.
Vicente Massot difícilmente diga algo de esto en su próxima indagatoria judicial del 11 de Noviembre, aunque nunca se sabe. Pero ya sería sano para la salud de la República que alguien definitivamente le ponga el punto final.